miércoles, 31 de agosto de 2016

Claves fundamentales del acuerdo final Farc – Ep y Gobierno Nacional

Por Nelson Lombana Silva

En la medida en que avanzamos en el estudio del acuerdo final entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (Farc – Ep) y el Gobierno Nacional de Juan Manuel Santos Calderón, salen unas constantes que bien podríamos llamar claves fundamentales, las cuales le dan grandeza y perspectiva a este acuerdo final y definitivo que en los próximos días sería firmado oficialmente por las partes en algún sitio del planeta aun no determinado.



La principal, a nuestro modo de ver, es la participación activa y propositiva de las comunidades. Es un acuerdo final en el que se concibe al pueblo realmente como sujeto político transformador y no un simple objeto como tradicionalmente son concebidos acuerdos de gran alcurnia.


También llama poderosamente la atención la preocupación por colocar en el centro del acuerdo final la participación activa y propositiva de la mujer. Reviste esto singular valor, sobre todo en este régimen capitalista machista que todavía concibe a la fémina como un simple instrumento de placer o como diría Schopenhauer de “cabellos largos e ideas cortas”.


Este magno acuerdo final reivindica el papel histórico de la mujer, su labor encomiable y su papel fundamental en la transformación de esta sociedad capitalista en una sociedad humanista, una sociedad socialista. La mujer ha sido y será decisiva en la construcción y desarrollo de la democracia. Qué bueno que este documento dimensione casi que en cada acápite la formidable misión histórica de la mujer colombiana.


De igual manera, resulta altamente esperanzador la preocupación del acuerdo final por la vida de los niños, la juventud, la diversidad, la tolerancia, la justicia social y la libertad para expresar los pensamientos sin el miedo de ser asesinado como aún viene sucediendo en Colombia.


Valoramos todas estas claves fundamentales que contiene este acuerdo, esencialmente por su contenido transformador. Sabemos que las grandes transformaciones las hacen los pueblos. Pero, para esto poderse hacer realidad se necesita un pueblo con mentalidad crítica, orgánica y formado políticamente. Un pueblo amorfo no contribuye a este proceso, en cambio un pueblo crítico, organizado, movilizado, asumiendo una postura de liderazgo sí es capaz de transformar su realidad socio económico, cultural, político y ambiental en función de su clase social.


El acuerdo final quiere eso. La idea no es darle el pez, es enseñarle a pescar, si queremos hablar en términos bíblicos. Es decir, este acuerdo final es un acuerdo para la acción y para que la acción sea efectiva tenemos que romper con la mentalidad sumisa y dependiente, pordiosera. La iniciativa llama al pueblo colombiano a ser el personaje central y protagónico. Hay que reemplazar en ese escenario  a la clase dominante. Para ello, hay que tener decisión, formación política, carácter y conciencia de clase.


Todas estas categorías e iniciativas se aprenden y se asimilan al calor de la práctica, de la movilización y de la acción comunitaria. Eso quiere el acuerdo final, por eso está concebido así. 


Quizás a eso es lo que más le teme la clase oligárquica, pues toda la vida este régimen plutocrático ha pensado por el pueblo, ha hecho por el pueblo, con el cuento de que solo él es capaz de pensar y decidir el futuro del pueblo. “No piense pueblo, nosotros pensamos por usted”, es como la consigna. Esa consigna hay que pulverizarla y eso es lo que, precisamente, nos propone este acuerdo final imperfecto por supuesto.  



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