Los partidos tradicionales en Colombia, el Liberal y el Conservador, han levantado su poder sobre montañas de crímenes horripilantes.
Son ellos los encargados de dividir infamemente a los colombianos y colombianas con el trapo rojo y azul, mientras sus dirigentes permanecen unidos en defensa de su clase social.
Por eso, hay quienes afirman que realmente la burguesía tiene un solo Partido llamado Liberal – Conservador. Este aparato ideológico y político tiene como misión fundamental mantener el pueblo dividido.
Solía decir el padre Camilo Torres Restrepo que el pueblo vota más no elige, por cuanto quien realmente decide en Colombia es la clase dominante, la clase oligárquica.
Las votaciones han sido hasta ahora una mísera caricatura de democracia simplemente. Una burla, por cuanto quien toma las decisiones nada tiene que ver con el pueblo que va a la urna ilusionado en las promesas de campaña.
Se sostienen gracias a los aparatos ideológicos y represivos, a la violencia que ha caracterizado la historia colombiana por obra y gracias de la clase dominante.
Cuántos muertos durante la guerra de los mil días, cuántos muertos en la masacre de las bananeras en 1928, cuántos muertos durante los años 50s y 60s, cuántos muertos durante la implementación del plan Colombia, etc, etc.
Con qué razón dijo Carlos Marx que el capitalismo vino al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies hasta la cabeza.
Esos criminales de cuello blanco que nunca van a la guerra, pero sí la decretan sin remordimiento alguno, hoy siguen representados en los mismos partidos fragmentados, con la misma intensidad y con sus mismos intereses de clase, estimulando la continuidad de la guerra. Resulta vergonzoso la forma como el Centro Democrático insiste en la confrontación. ¿Por qué lo hace? Porque su cabeza visible y sus borregos no saben hablar otra cosa que guerra, por cuanto para ellos, les resulta un negocio redondo.
Uribe Vélez ha utilizado como caballito de batalla la guerra. Él no sabe pensar, ni decir otra cosa que no sea la guerra. “Matar, matar y matar”, es como la consigna central de este siniestro personaje del establecimiento.
Una vez mirado los antecedentes de la burguesía colombiana, se llega a la conclusión que es una de las burguesías más criminales del continente e incluso, del mundo.
Para la muestra un botón. Por estos días circuló una carta de mal agüero dirigida a “figuras estrellas” del conservatismo, anunciando que no hay que apoyar los acuerdos de la Habana.
Hay que continuar con la guerra que en la última etapa supera los 50 años. Para ello se apalancan en despotricar y desnaturalizar la lucha revolucionaria de las guerrillas, especialmente las FARC – EP, el ELN y EPL. Qué no dicen de estos movimientos guerrilleros. Calumnian, desinforman, presentándolos como seres abominables, hienas humanas.
Y utilizando sus medios de comunicación, repiten y repiten hasta que el pobre televidente, radioescucha o lector termina maquinalmente repitiendo lo mismo. Termina totalmente alienado, negando su clase social y alabando a la clase burguesa.
Aprovechando ese fenómeno y el analfabetismo político, Uribe y su patota, aprovechan para sacarle el máximo partido en favor de sus intereses mezquinos. Con ese Valium muchos colombianos y colombianas pobres, repiten maquinalmente que el país debe seguir en la guerra.
Andrés Pastrana Arango, sirviente sumiso de los Estados Unidos se pone a la cabeza de agredir a la hermana república bolivariana de Venezuela sin ton ni son, dizque a hablar de derechos humanos de la burguesía venezolana. ¿Tiene autoridad moral el mandatario en este tema? Por supuesto que no, pues su pálida administración se caracterizó precisamente por la violación de los derechos humanos de miles y miles de colombianos, hombres y mujeres.
Ahora, se une al neofascista Uribe, al procurador Ordóñez y otras hierbas del establecimiento para irse lanza en ristre contra la paz y el proceso de la Habana.
Esto parece inverosímil, pero desafortunadamente resulta terriblemente realista, realismo que se palpa a diario a lo largo y ancho del territorio colombiano.
¿A qué le teme Uribe? A la verdad. La verdad lo colocará al desnudo, tal y como realmente es. A eso le teme él y sus amigotes de pacotilla. Por eso hace todo tipo de piruetas para evitar el proceso de paz y los diálogos de la Habana. El dedo acusador de la historia contra Uribe es implacable e inexorable.
Desde luego, que a eso también le temen Pastrana y muchas otras vacas sagradas del establo nacional como diría el escritor costumbrista Álvaro Salom Becerra. Por eso, hacen lo que vienen haciendo.
Ellos son los fieles representantes de la ideología de la violencia, la ideología de la muerte. Son los Dráculas del momento. Se alimentan de la sangre del pueblo colombiano.
Así las cosas, el pueblo colombiano debe superar el analfabetismo político, el sectarismo, la sumisión, defendiendo con fuerza, carácter y temperamento el proceso de paz, el esfuerzo que hace la guerrilla por aclimatar la paz en Colombia. Si la guerrilla fuera terrorista como dice el régimen, el proceso de diálogo no hubiera sido posible. Los terroristas no dialogan, matan. Caso concreto el paramilitarismo, el gran engendro del Estado colombiano. La guerrilla fariana es un movimiento político, revolucionario que viene luchando por la paz y que seguirá adelante bajo otras condiciones y circunstancias. La Farc – Ep no se desmovilice, se moviliza bajo otras condiciones históricas. Eso lo debe entender el pueblo colombiano.
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