La postura que ha asumido, Germán Vargas Lleras, el vicepresidente de la república y candidato presidencial, en relación con el proceso de paz y la tarea del plebiscito programado para el 2 de octubre, bien puede calificarse de miserable. Realmente corresponde a su talante fascistoide.
Su postura ambivalente, agazapada y calculadora, corresponde a una persona que no se quiere comprometer con nada que represente los intereses del pueblo. En el fondo, resulta ser más uribista que Uribe y si no lo dice públicamente es porque sabe que este siniestro personaje va en picada vertiginosa, realmente constituye un “cadáver político”, señalado ya por las páginas de la historia.
De manera sucia y corrupta viene utilizando los dineros públicos para su campaña, con la complicidad de los órganos de control y el mismo presidente Santos. Al parecer, la idea del presidente Santos es que la presidencia siga en manos del círculo familiar estrecho de las poquitas familias que han gobernado ilegalmente al pueblo colombiano.
La postura de Germán Vargas Lleras es pusilánime, por cuanto se niega a comprender el momento histórico que vive Colombia y cree ciegamente que el destino de este país eternamente es ser gobernado por la clase oligárquica. Se equivoca de cabo a rabo: Hay un momento distinto. Hay unas condiciones históricas, sociales y políticas diferentes. El pueblo comienza a sobreponerse a los terribles aparatos ideológicos y represivos, viendo una posibilidad de ser poder en el corto y mediano plazo.
A eso le tema Germancito, pues considera que el pueblo debe seguir siendo sumiso, dividido, anarquista y conforme. El pueblo comienza a pensar, sobre todo a reconocer su rol histórico en las transformaciones de las estructuras del estado capitalista. A eso le teme. Por eso su actitud miserable y mezquina ante el histórico proceso de paz.
Para nadie es un secreto que su mentalidad enfermiza, tal como Uribe y su reducida patota, es guerrerista, fascistoide y criminal. Su postura lo demuestra. Añora que Colombia se siga desangrando. Sabe que así gana por partida doble: De un lado su clase social no va a la guerra y de otra, tiene la gran posibilidad de obtener los mejores réditos con el dolor del pueblo.
Es tal su indiferencia y fastidio al proceso de paz que el presidente Juan Manuel Santos Calderón, se vio precisado a llamarle la atención públicamente y convocarlo a colocarse la camiseta por el plebiscito. ¡Qué vergüenza!
Germán Vargas Lleras es un delfín, de esos que relata el costumbrista escritor colombiano, Álvaro Salom Becerra. Un político de extrema derecha, borrachín, temperamental, arrogante y mediocre, que cree que le ha llegado la hora de ser presidente más como orgullo personal, que como compromiso social y político con una nación que necesita presidentes con visión histórica, humanista y socialista. Vargas Lleras no cumple con ninguno de estos elementales requisitos. Es un truhan con simple ambición personal y eso lo refleja ante el plebiscito programado para el 2 de octubre y la paz con justicia social que necesita esta patria sudamericana bañada por dos bellos océanos. Germán Vargas Lleras jamás tendrá méritos para ser presidente de Colombia.
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