miércoles, 7 de septiembre de 2016

Otra ficha del uribismo que se va al basurero de la historia

Por Nelson Lombana Silva


La decisión del Consejo de Estado de anular la reelección del Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado, constituye otro golpe al uribismo y la remota esperanza de tener un funcionario en ese cargo que responda a las mínimas expectativas del pueblo colombiano en la dinámica propia de la paz y los desafíos propios del siglo XXI.



Sin lugar a dudas, este siniestro personaje salido de ultratumba, se había convertido en el más atrasado y reaccionario funcionario puesto al servicio de la burguesía retrógrada, paquidérmica y ultraconservadora, que se había propuesto detener la historia en el tiempo y en el espacio siempre a favor de la clase dominante.


Claro, qué se podía esperar de un enfermo mental que había incinerado libros de Gabriel García Márquez y Carlos Marx, se había ido lanza en ristre contra la comunidad LGTBI y medidas propias del siglo XXI.


Será imposible resarcir el daño político que el señor Ordóñez Maldonado le hizo a Colombia con su comportamiento agresivo contra la izquierda y complaciente con el paramilitarismo y la corrupción.


Este personaje fue el que le dio vida artificial al actual gobernador del Tolima, Oscar Barreto Quiroga, quien se encontraba sancionado por doce años e impedido para ser funcionario público. Todo indicaría que el Procurador General de la Nación, movió su tinglado secreto para exonerarlo de toda responsabilidad y colocarlo en el camino de la gobernación, a pesar de la sarta de demandas y acusaciones graves que hay contra él, por el presunto delito de corrupción sobre todo en los contratos.


Alejandro Ordóñez Maldonado deberá seguramente responder por todas esas canalladas que hizo contra dirigentes de la izquierda colombiana, como Piedad Córdoba, Gustavo Petro y tantos otros. Los nexos con el uribismo fueron más que evidentes, nexos que huelen a feo y que seguramente con el tiempo saldrán a flote las verdades de los hechos. 


Se alió con el uribismo para atacar el proceso de paz con la guerrilla de las Farc – Ep, no descansó, no desaprovechó escenario para hablar sandeces. Se mantuvo en la línea uribista de la guerra y la tierra arrasada. Poco y nada hizo contra el paramilitarismo, tampoco contra la corrupción. Por el contrario. Fue exageradamente complaciente. El caso del gobernador del Tolima es apenas un ejemplo.


Dicen los orientales: El mal solo es ficción, lo eterno es el bien. Tuvo todo el poder en sus manos, pudo hacer mucho por el país nacional, pero no hizo nada, se puso al lado de clase dominante, la más atrasada, perversa y criminal. Se va sin pena y sin gloria. Se va con la cola entre las piernas. Se va directo al basurero de la historia. Seguramente mañana nadie lo recordará y si lo hace será por una maldita y terrible pesadilla.



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