lunes, 12 de septiembre de 2016

La última carta del uribismo: El Jurado

Por Nelson Lombana Silva


El viernes 9 de septiembre, visitó el municipio de Líbano (Tolima), el uribista Carlos Holmes Trujillo. Antecedido de una propaganda costosa, ruidosa y agresiva, seleccionó el hotel más costoso de esta municipalidad: El Pantágora. Diez personas tímidamente se acercaron a saludarlo. Su cuento terrorista, sensacionalista y falaz no caló en la comunidad libanense.



Así viene sucediendo en distintas regiones esta campaña por el No que para muchos es la “campaña por la muerte”. El pueblo tiene clara la película. Nadie más que él ha sufrido los rigores de la guerra, por eso, nadie más interesado en colocarle fin.


Uribe parece que tiene una carta final para jugarse e intentar así cambiar los resultados del plebiscito, cosa que no es nada nuevo en él si se tiene en cuenta los malabarismos que ha hecho para conseguir votación ficticia a punta de corrupción.


Estaría apuntando al jurado. Tampoco es práctica nueva. Hace parte de la corrupción campante que ha caracterizado históricamente al sistema capitalista. Sin descartar la responsabilidad de la Registraduría, quien realmente hace la elección son los jurados. Sobre ellos, cae la responsabilidad. La registraduría se encarga de recoger la obra de los jurados.


Hay por lo tanto muchos trucos para elegir el jurado que cierto candidato necesita. Por ejemplo, a una empresa nombrar los candidatos para las elecciones, hace llegar el dato colocándolos a todos como “profesionales”. De esta manera, tiene ventaja de otras empresas que coloca el rango de cada uno si mentir. Como es obvio la registraduría selecciona primero a los “profesionales”.


La utilización de un pequeño lápiz entre los dedos del jurado para marcar los tarjetones en blanco o quizás buscar la anulación, es otra treta muy utilizada.


La poca responsabilidad de los jurados. Hace carrera que de los seis jurados, tres trabajan por la mañana y tres por la tarde. Al cierre de las urnas aparecen nuevamente los seis.


De igual manera, el trabajo de los testigos electorales realmente no ha sido el ideal, porque generalmente se entretiene buscando las cifras por su candidato y poca o nula vigilancia ejerce para que el jurado actúe correctamente.


Todas estas triquiñuelas, propias del uribismo, hay que tenerla en cuenta en el plebiscito programado para el 2 de octubre donde el pueblo debe votar copiosamente por el Sí, pues al hacerlo está apoyando la paz con justicia social.


Solo la oligarquía votará No, por cuanto para ella la violencia es negocio, la hace en cuerpo ajeno y sus hijos no van al campo de batalla.   





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