La propuesta que está haciendo el candidato presidencial, Gustavo Petro Urrego, en el terreno de la salud, por ejemplo, es realmente revolucionaria y consecuente con el calvario que está viviendo el pueblo colombiano, máxime si se tiene en cuenta que las EPS han matado quizás más gente que el mismo conflicto social y armado que vive el país. No es una exageración, es una terrible realidad que a diario padece el pueblo anónimo y desamparado.
Por estos días solicité la cita médica con el diabetólogo y la respuesta que me da La Nueva EPS, es que no hay agenda. Espere. Es como si ir al médico fuera una “recocha” que se puede aplazar las veces que sea necesario. “Esto es urgente, es mi salud”. “No se ponga bravo, tengamos paciencia”, es la contestación de una pobre niña que colocan a atender con un salario de miseria.
Así se maneja la salud en Colombia. Los paseos de la muerte son fruto de esto, del grado de comercialización neoliberal salvaje. Mientras el pueblo muere inexorablemente de enfermedades curables, estas EPS engordan y la chequera de la mujer del narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez, según la CIA, engorda a diario. ¿Cuántos uribistas “pura sangre” han muerto por esta infeliz práctica? ¿Cuántos están por morir en Colombia por esta forma de manejar la salud a partir de la ley 100 de 1993, engendro de Uribe Vélez?
Ahora, no me vengan con el cuento que una cosa es Uribe y la otra Iván Duque. Primero, este personaje salido del anonimato burgués no tiene discurso propio, pues repite maquinalmente el oscuro y fascistoide pensamiento del Centro Democrático, que en realidad es Uribe. Segundo, pertenece al círculo cerrado de la clase dominante, la oligarquía, por lo tanto, su función es defender esa clase, explotando la clase social a la cual pertenece el pueblo, como usted y yo.
Esa clase dominante entiende la salud como un negocio, una mercancía. Y, ¿Quién compra la mercancía? La compra el que tiene plata, dinero. Eso lo vemos a diario en clínicas y hospitales. Sin embargo, ante el analfabetismo político, mucho pueblo considera que una cosa es la política y la otra la problemática de la salud o de la educación. Mucho pueblo considera que no hay una relación de una cosa con la otra. Se lamenta de la problemática de la salud, pero vota ciegamente por los responsables de la crisis. No ha podido entender, en otras palabras, que el drama de la salud o la educación en Colombia, por ejemplo, es fruto de una decisión política.
Como Gustavo Petro Urrego, es pueblo, es de provincia, tiene clara la película y el propósito diáfano de resolver el problema de fondo, no se ha ido por las ramas como los demás candidatos, sino que ha dicho claramente, que hay que eliminar estas EPS, es decir, derogar la maldita ley 100 que tantos muertos ha generado en este país sudamericano. “Salud para la vida, no para el negocio”, ha dicho sin ambages.
Sus propuestas son claras, coherentes y creíbles, generan esperanza y eso explica por qué durante su campaña movilizó tanta gente, algunos afirman que más de un millón de personas. No le ha temblado su voz para decir: “En la Colombia Humana se liquidarán las EPS”. Son palabras mayores, son palabras esperanzadoras.
Pero también ha dicho: “Habrá medicamentos y tecnologías clínicas de calidad para toda la población y a un costo justo”. Es más, ha dicho: “Fortaleceremos el uso de la medicina alternativa y tradicional”. Los trabajadores de la salud tendrán un trato y un salario humano, acorde con su hermosa misión de salvar vidas.
Tampoco habrá aumento de edad de pensión y habrá las condiciones para que el usurario la pueda conquistar y disfrutar.
Gustavo Petro Urrego, es producto de los que anteriormente lucharon por una Colombia Humana y en su empeño fueron asesinados como el general Rafael Uribe Uribe, Jorge Eliécer Gaitán, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Osa, Luis Carlos Galán Sarmiento, etc. Por eso ha dicho, con inmenso realismo: Podríamos caer en este anhelo. Eso es cierto. Esta oligarquía es criminal.
Sin embargo, hay una inmensa esperanza que se respira en calles y veredas de Colombia. “Estamos cerca”, me decía un campesino del hermoso Cañón del Combeima por estos días. “El solo hecho que los medios de comunicación de los ricos hablen mal, me da la sensación que ese “man” quiere de verdad hacer muchas cosas por nosotras”, me dijo una joven rapera. “Los niños repiten sin conciencia naturalmente, el estribillo: “A mí no me pagaron, yo vine porque quise”.
Hay un momento histórico que el pueblo seguramente sabrá definir este 27 de mayo, votando temprano y conscientemente por Gustavo Petro Urrego. Se siente caminar por calles y veredas la esperanza con esplendor y claridad meridiana. Su voto decide.
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