sábado, 19 de mayo de 2018

La miseria humana que carcome a Colombia

Por Nelson Lombana Silva

Leo con alguna frecuencia lo que la gente escribe en las redes sociales, es una forma de saber qué y cómo está pensando la humanidad. La abundancia de conceptos y opiniones a diario casi que rebasan la imaginación. De alguna manera, las redes sociales se han convertido en escape ante la incomunicación de los más medios de la clase dominante, pues por estos, solo fluye la ideología de ésta.


Especial atención merece lo que la gente escribe acerca de la campaña electoral para elegir presidente en Colombia, las opiniones de los candidatos y sus “argumentos” para defender la respectiva candidatura.

En términos generales no nos puede sorprender la forma y el contenido de los mensajes que fluyen ubérrimos, por cuanto por allí se expresa por primera vez el pueblo común y corriente con todos sus emocionantes horrores y errores ortográficos, pero también su forma de pensar. Se habla para pensar y no se piensa para hablar en la mayoría de veces.

Sin embargo, identifica uno fácilmente dos grandes bloques o grupos de personas. Un grupo que a nuestro modo de pensar no tiene identidad propia para fijar conceptos y opiniones. Desconoce la historia. Simplemente menudea maquinalmente la ideología de la clase dominante. Recicla. Traga enterito y repite y repite esa ideología como dogma.

En la forma bárbara de expresarse pensaría uno que son miembros de la gran oligarquía que con patas y manos defienden su clase. Pero, no es así. Es pueblo acorralado por el analfabetismo político, la falta de empleo, de techo, de salud y educación, que sale a la defensa del patrón gobierno, gobierno que todos los días lo está maltratando, golpeando con impuestos y múltiples medidas nocivas a sus intereses de clase. Sin embargo, sigue ahí, temiéndole a la libertad y a la justicia social.

Da de todo al oírlos hablar de Venezuela, del Castrochavismo, de la guerrilla, de la expropiación sin tener qué expropiarle. Escriben con mala ortografía y redacción que Maduro es un dictador, que Petro fue amigo de Chávez, etc. Etc.

Otros dicen que hay que votar por Duque porque es joven, apuesto, gallardo. Esos pensamientos son históricos, porque si se tuviera en cuenta la historia, recordaríamos que con ese mismo cuento llegó a la presidencia Andrés Pastrana Arango, el hijo de Misael Pastrana Borrero, el que le robó las elecciones al general Gustavo Rojas Pinilla en el 70. Era tan joven, que los asesores aconsejaron pintarle algunas canas para darle pinta de estadista. Fue un gobierno magnífico para Estados Unidos y para su clase social, en cambio, una tragedia para el pueblo colombiano en su conjunto.

Lo mismo ocurrió con Cesar Gaviria Trujillo, el hombre de la voz aflautada; era joven. ¿Qué hizo? Abrir las fronteras a las multinacionales y transnacionales, abrirle la puerta al nefasto neoliberalismo que todo lo convirtió en mercancía, hasta las ilusiones de vivir.

Atacan a Petro porque fue guerrillero. Dicen de él bestialidades. Todas calumnias, sin nada de originalidad, simplemente repitiendo los libretos de la clase dominante. Ni si quiera han indagado sobre qué es la guerrilla, simplemente repiten la definición que da la burguesía a través de Caracol, RCN, El Tiempo, El Espectador, Semana, etc.

Cuando la escandalosa marcha del secuestro que orientó el narcotraficante número 82, según la CIA, Álvaro Uribe Vélez, me le acerqué a un grupo de campesinos descamisados que rasgaba sus cuerdas vocales gritando: “¡Abajo el secuestro! ¡Abajo el secuestro!” “¿Temen ustedes ser secuestrados por la guerrilla?”, les pregunté. Uno de ellos suspendió sus alaridos estridentes y mirándome me dijo: “El secuestro para el pobre sería una bendición, porque tendría uno asegurado alimentación, dormida, medicina y seguridad”. Los que lo oyeron rieron y siguieron gritando.

Valga decir con toda franqueza, que la persona más humana, más consciente y más heroica es el guerrillero. Frei Beto, sacerdote de la teología de la liberación, comparó al Che Guevara con Jesús y encontró que ambos tuvieron el valor sublime de morir por la humanidad. Dar la vida por los demás, es el gesto más sublime de humanismo y eso lo suele hacer a diario el guerrillero.

Así que juzgar al próximo presidente Gustavo Petro porque fue guerrillero, es toda una estupidez que no resiste el menor análisis. Es más: Varios presidentes latinoamericanos y del mundo, fueron guerrilleros: Mojica, Lula Da Silva, Daniel Ortega, Nelson Mandela, Lenin, Mao, etc, etc.

Realmente casi que el ciento por ciento de lo que aparece en las redes sociales carece de cientificidad, predomina la virtualidad, la mentira, la calumnia, la intriga. Hace carrera la noticia falsa. Se le rinde culto. Se dimensiona. Se impone. Con razón dice Eduardo Galeano que esta era en realidad se caracteriza por la incomunicación mediática, pues se imponen la palabra única y la imagen única. Uribe, el narcoparamilitar, se le ocurrió decir Castrochavismo y hay que ver cómo la gente repite maquinalmente sin saber qué quiere decir, máxime que estos dos genios del pueblo mundial ya están muertos. Un mínimo de análisis nos llevaría a comprender que esto no significa realmente nada, pero nada es nada.

A la miseria humana se le suma la miseria histórica, social, política e ideológica, por eso todavía hay pueblo que ama las cadenas de la opresión, que se solaza repitiendo la ideología de la clase dominante. Conozco hermanos de clase que dicen con qué aspaviento: “Con Duque vamos a ganar”.

Es pueblo engañado. Mancillado. Explotado secularmente, que teme a la esperanza que encarna Gustavo Petro Urrego. No cree en los cuadros de su clase social y prefiere “codearse” con los cuadros de la oligarquía. Este pueblo está condenado a ser esclavo y a otros cien años de soledad, según Gabriel García Márquez. Afortunadamente, la mayoría se identifica con el candidato de la Colombia Humana, con la propuesta progresista de Gustavo Petro.

En esta dura lucha ideológica y política, hay que hacer una lectura crítica de las redes sociales, para tomar lo cierto y descartar lo falso. Debatir sin ofender, persuadir no imponer, educar no alienar. Ese es el gran desafío del pueblo colombiano a escasos días de las elecciones presidenciales. Hay que asumir el reto con grandeza, votando copiosamente muy temprano el 27 de mayo, por Gustavo Petro Urrego. Además, defender su voto con alma vida y sombrero. Las redes sociales deben servir para eso y no para hablar lo que el régimen quiere que hablemos.   

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