Hoy librará el pueblo patriota venezolano una batalla más contra el imperialismo norteamericano y la oligarquía mantuana, no solo de la república bolivariana de Venezuela, sino del continente americano y del mundo entero. Una batalla más por la democracia, la justicia social y la libre autodeterminación de los pueblos, que implica respetar y hacer respetar la soberanía nacional y el clamor popular de la inmensa mayoría que poco a poco construye una sociedad más humana alimentada con el pensamiento de los libertadores: Simón Bolívar y Hugo Chávez Frías.
A pesar del criminal asedio de los Estados Unidos y la incomunicación mediática, el proceso avanza y avanza por buen camino. Es la lucha del pequeño David contra el gigante Goliat, que forja historia heroica de libertad con la conciencia tranquila y la sentencia inexorable de que son los pueblos y no los hombres, los que hacen la historia.
Seguramente a esta hora inmensos contingentes de hombres y mujeres, campesinas y campesinos, indígenas, estudiantes, jóvenes y afrodescendientes, se movilizan con estoicismo, cruzando la inmensa llanura, ríos y descendiendo de las imponentes cumbres con la conciencia clara que hay que votar copiosamente por el compañero Nicolás Maduro Moros, para continuar con decisión el proceso revolucionario que implica acabar con el capitalismo, sistema criminal y de la muerte, para que florezca el sistema socialista, el sistema de la vida y de la esperanza de las muchedumbres, tradicionalmente marginadas, explotadas y engañadas, como lo denunciaba con vehemencia el comandante, Hugo Chávez Frías.
La esperanza de América Latina ser libre, soberana y humana, reside en grado sumo en los resultados que se produzcan hoy en la hermana república bolivariana de Venezuela. Un traspiés, significaría el regreso a la burda explotación del hombre por el hombre, al cierre de hospitales públicos, universidades y colegios. Volvería a ser Estados Unidos dueño absoluto de los recursos naturales y de la biodiversidad de esta nación. Volvería la dependencia del Tío Sam, donde ya el pueblo no volvería a pensar por sí mismo, ni a reír con holgura y libertad.
El papel mediático es horroroso
En desarrollo de la guerra de cuarta generación que alimenta el Pentágono con todo su aparataje, el poder mediático se ha colocado al servicio del imperialismo gringo, rompiendo las normas más elementales del periodismo como aquellas de la verdad, la objetividad y la neutralidad. Se ha impuesto la noticia falsa, la mentira, la calumnia y la desinformación a cambio de sucios dólares. No son medios de comunicación, son medios de incomunicación.
No han dudado en atrincherarse en la misma trinchera de la infamia, donde los Estados Unidos y los presidentes falderos del continente, entre ellos, el colombiano, se han ubicado para agredir la patria del libertador Simón Bolívar. Ignoran de una manera infame, los logros extraordinarios del proceso revolucionario y solo se dedican a sobredimensionar las dificultades o quizás los errores. Realmente es una vergüenza lo que vienen haciendo los medios de comunicación, especialmente los colombianos. Causa asco y repugnancia, la forma criminal y mentirosa como se refieren a este hermano país, que no solo ayudó a cristalizar el proceso de paz con la guerrilla de las Farc – Ep, sino que también le ha dado residencia digna a más de 5 millones de colombianos y colombianas. Es más: Ha liderado procesos de unidad en este continente. Ha erradicado el analfabetismo y ha triplicado el presupuesto para salud y educación.
El embeleco del castrochavismo
Aprovechando la desinformación mediática y el analfabetismo político del pueblo colombiano, el narcoparamilitar número 82, Álvaro Uribe Vélez, según la CIA, junto al Partido de la muerte, el Centro Democrático, han inventado una figura inexistente: El Castrochavismo.
Con ese cuento inverosímil, tiene a un grupo de colombianos engañado. Ni él mismo sabe qué es eso, mucho menos el pueblo desinformado, analfabeto e indefenso. Sin embargo, por obra y gracia de los medios de comunicación, la gente repite maquinalmente y cree ciegamente que el malo es Maduro Moros y el bueno Estados Unidos.
¿Cuándo se ha visto que un rico ayude a un pobre? Jamás. No obstante, para ese pueblo alienado y desinformado el bueno es Estados Unidos y el malo el presidente Nicolás Maduro Moros, cuando la realidad es exactamente al contrario.
Toda esa infamia será derrotada este domingo cuando el pueblo patriota vote copiosamente por el compañero Nicolás Maduro Moros, seguramente será una votación arrolladora e histórica; una votación esperanzadora no solo para los venezolanos, sino para los latinoamericanos que soñamos también con ser libres, soberanos y solidarios, en el marco de la no injerencia en los asuntos internos de los países, en el marco del internacionalismo proletario.
Venezolanos: ¡A la calle, a votar por Maduro Moros, el presente y el futuro les pertenece a los pueblos libres y soberanos. A la victoria. Viva el Socialismo, viva la unidad latinoamericana, viva la paz con justicia social. “Hasta la victoria siempre…Patria o muerte, venceremos”, dijo el comandante Fidel Castro.
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