Foto: Semana.com |
Por Nelson Lombana Silva
El arma predilecta que ha utilizado la gran burguesía para sostenerse en el poder en contra del pueblo, ha sido la mentira.
En eso lleva más de 200 años, mintiéndole al pueblo. Así que no es nada nuevo, pero sí preocupante las constantes mentiras del Centro Democrático, del narcoparamilitar número 82, Álvaro Uribe Vélez y su mimado pupilo: Iván Duque, durante esta campaña que como en hípica entra en su recta final.
Foto: Juan José Rendón e Iván Duque / Fotos de Colprensa |
Esta fauna ha utilizado una y otra vez, al desvergonzado J.J. Rondón, publicista siniestro que monta toda clase de artilugios para justificar el pago seguramente de millonadas de dineros sucios, calientes o como se le quiera llamar.
Mentiras, verdades a medias, fotomontajes, etc. Se utilizan a diario para intentar captar ingenuos y desinformados. Es indudable que en esta campaña cunde el desconcierto ante el avance incontenible de la candidatura presidencial de la Colombia Humana que lidera Gustavo Petro Urrego.
Salir a decir que se rumora amenazas contra la candidatura de este y de Germán Vargas Lleras, me recuerda mucho a esos personajes que quieren sembrar el caos con expresiones vagas como “me contaron”, “me dijeron”, etc.
Recordemos que el narcotraficante número 82, según la CIA, llegó a la presidencia haciendo montajes de esta naturaleza. Por allá, en la costa hicieron sus cómplices explotar una bomba al paso de su caravana y qué “valentía” que, como actor de cine, se bajó del vehículo y en forma “temeraria”, fue al escenario a hacer protagonismo. ¡Qué víctima! Pero, sobre todo: ¡Qué mal actor!
No sería nada raro que en estos días ocurriera un show de esta naturaleza. ¿Cuál es el objetivo de estas infelices prácticas? Hacer que el elector llegue a la urna por un lado con odio y por el otro lado temeroso, con la decisión impuesta de votar por los mismos con las mismas.
Cuando en realidad el elector debería ir a la urna tranquilo, consciente y seguro de las distintas propuestas de campaña con el compromiso de votar por la mejor, que en esta oportunidad encarna Gustavo Petro. Si hubiera esta oportunidad en Colombia, me atrevería a decir que ni siquiera su propia clase social de la burguesía, votaría por sus candidatos, pues los consideraría cobardes, ladrones, corruptos e incapaces de dirigir con seriedad los destinos de Colombia.
El pueblo, que anda indefenso, tiene que organizarse y estar a la expectativa, porque cualquier montaje pueden hacer y matar un mundo de personas simplemente para impresionar. Hay ejemplos a granel.
Lo que hay que hacer es multiplicar el entusiasmo por la candidatura de Gustavo Petro, evitar un fraude que al parecer hace rato se viene cocinando y pensar que lo más importante para el país, es la defensa de los acuerdos de paz. La paz debe estar por encima de mezquinos intereses de los que han usufructuado el poder usando la guerra, la violencia en cuerpo ajeno.
No hay que creer en esas campañas publicitarias temerarias de amenazas con sabor de auto amenaza, entre otras cosas, porque en “boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso”.
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