jueves, 16 de marzo de 2017

“Carlos Lozano es un personaje de verdad, verdad”: José Antonio Vergel Alarcón

 José Antonio Vergel Alarcón. Foto Nelosi
Por Nelson Lombana Silva

Carlos Arturo Lozano Guillén, director del semanario VOZ La verdad del pueblo, hacedor de paz, dirigente nacional del Partido Comunista y vocero nacional de Marcha Patriótica, será homenajeado hoy en las instalaciones de la asamblea del Tolima, Ibagué, a partir de las 2:30 de la tarde.


Dialogamos con el maestro José Antonio Vergel Alarcón, toda una autoridad en la cultura y en las letras. Poeta y escritor de varios libros. Duró más de 20 años en la Unión Soviética, además cofundador del colegio San Carlos en Bogotá. Militante de izquierda, es toda una autoridad en el Tolima. Hace parte de la academia de la lengua en este departamento.

El maestro Vergel Alarcón fue profesor de español y literatura del camarada Lozano Guillén cuando cursaba segundo de bachillerato en el famoso colegio Tolimense. Lo recuerda con nitidez por el grado de concentración de Carlos como de su amigo de banca, el doctor Jesús Antonio Bejarano. Guarda los mejores recuerdos de estos dos estudiantes. No duda en decir que “Lozano Guillén es toda una personalidad de verdad, verdad”.

La página web: www.pacocol.org lo entrevistó y esto dijo: 

-         Maestro José Antonio Vergel Alarcón: Usted fue profesor del camarada Carlos Arturo Lozano Guillén que será homenajeado hoy en Ibagué, asamblea del Tolima, a partir de las 2:30 de la tarde. ¿Qué recuerda de él?

Tengo un gran recuerdo de Carlitos porque fue alumno mío con Jesús Antonio Bejarano en el colegio Tolimense cuando estaban haciendo segundo año de bachillerato. Siempre estaban en la misma banca y siempre que yo hablaba o explicaba la clase, eran muy atentos. Cuando a veces los otros estaban distraídos ellos sí estaban atentos increíblemente.

Fui profesor de ellos un año. Era un grupo muy grande, creo que 60 estudiantes. Se graduó como abogado y terminó siendo un gran periodista, un hombre culto, un gran escritor, un hombre muy aceptado. Hijo de un gran jurista del Tolima. No es cualquier persona del cual estamos hablando.

Sé que estuvo enfermo algunos días, pero afortunadamente está en recuperación, le van a hacer un homenaje y eso sí es muy merecido, sobre todo para la gente pensante, la gente que es capaz de cuestionar las cosas que están ocurriendo diariamente. Él no es un personaje que se queda en el hoy, él está pensando siempre en el futuro. Es un futurista crítico. Eso a mi juicio es Carlitos Lozano. Lo que escribe lo hace con una claridad absoluta para que todo el mundo entienda. En eso se parecía a Teodosio Varela, gran economista hijo de un gran dirigente campesino revolucionario, que era Juan de la Cruz Varela. Podemos hablar muchas cosas de Carlitos.

-         ¿Por qué recuerda con tanta precisión al camarada Lozano Guillén en su época de estudiante, habida cuenta que un profesor enseña a tantos y tantos estudiantes?

Lo recuerdo porque yo nunca lo vi distraído, siempre estaba atento. Es bastante complicado que en un conglomerado de estudiantes de esa etapa, de esa edad, estén todos atentos escuchando al profesor.

Claro, yo trataba de hacer la cosa clara. Pero aun así, por mucho carácter que uno tenga, capacidad pedagógica para hacerse entender, no deja de haber personas que son súper sanguíneas, que son inconstantes, que se están moviendo a toda hora. Eso es natural en las personas.

Pero ellos eran sumamente atentos y muy participantes de la clase. Nunca hacían preguntas inadecuadas a lo que se estaba diciendo, sino preguntas atinentes a lo que se estaba diciendo en la clase.

Y sobre todo, cuando comenzábamos a leer algunos cuentos. Le cuento una cuestión: Creo que él hizo parte del primer experimento que hicimos en el colegio tolimense. Lograr que unos estudiantes escribieran un libro de pensamientos a esa edad. Eso se hizo en el colegio.

Les voy a decir cómo se hizo: Yo soy miembro del Instituto Caro y Cuervo de la universidad Javeriana y luego, un postgrado en el instituto de Caro y Cuervo, entonces uno aprende las partes de la oración, el sustantivo que es fundamental y luego, el verbo. El objeto y el movimiento. Luego, las otras partes de la oración.

Entonces yo les dije a los muchachos, no sé por qué se me ocurrió: Hagamos un ensayo. No les voy a pedir que hagan un cuento, ni una novela, ni un ensayo, ni una cuestión crítica, ni una entrevista. Nada de eso porque eso es muy complicado.

Les voy a dar un sustantivo: Amor y ustedes escriben una frase bien hecha, una oración que tenga sentido completo como es la oración gramatical y que no pase de quince palabras. Ellos ya sabían que era una palabra, una sílaba, todo eso lo sabían.

Entonces los muchachos comenzaron a escribir sobre el amor. Qué hice yo: Saqué los 20 mejores con algunos “errositos”. Con ese ejemplo, con esa experiencia, dije vamos a hacer otro experimento en el mismo sentido. Corregimos los textos. Les dije: Ahora un poema sobre la vida que es anterior al amor. Hagan el mismo trabajo. Quedaba así la vida y el amor y como nos tenemos que morir, entonces escribamos un texto sobre la muerte, en el mismo sentido: Quince palabritas.

Se hizo todo eso. Yo me leí eso con mucho cuidado. Qué maravilla de pensamientos que ellos ni se daban cuenta. Montaba unas palabras y salían unos textos muy buenos, otros regulares. Luego, los puso a que los escribieran con su propia letra clarita, bien hechecita. Varios me hicieron el ejercicio en una página con una dimensión determinada de altura, abajo, a los lados. Eso lo hicimos varias veces. Luego, les dije: Cada uno me hace eso mismo unas diez veces, pero bien hechecito, pero como somos 30, pues a cada uno les va a tocar hacer el ejercicio 30 veces pero bien hechecito, que no sea la letra del papá, ni del abuelo, ni del padrino, ni de nadie, sino suya. Así lo hicieron. Eso se empastó. Ellos hicieron las carátulas y todo lo demás. Eso fue un experimento único en el Tolima.

Cuando hicimos la presentación de eso, estuvo el obispo presente, estuvo el grupo que maneja la conciliatura del colegio Tolimense. Eso lo aplaudieron. Yo tuve mucha fama aquí en Ibagué por eso. Después me fui para otra parte. Más tarde, para la Unión Soviética, me contrataron por un año, me fui con la familia porque me pagaron todo, pero me quedé dos años. Volví a vacaciones pero ya tenía contrato otra vez y volví y duré allá 20 años. Me vine porque quise y porque ya mi familia se había venido para acá. Eso más o menos en síntesis.

-         Tenía entendido que todo el bachillerato Lozano Guillén lo había hecho en el colegio San Simón. ¿Qué pasó?

De ahí sí me perdí de Carlitos porque como yo me fui para Bogotá a trabajar. Yo fui de los cofundadores del colegio San Carlos de Bogotá. Ese es un capítulo aparte muy interesante donde se educó si no estoy mal el actual presidente de la República, que fue el peor estudiante que yo he tenido. Era niño tenía unos doce, trece años.

Me fui para Europa y me perdí de Carlitos. Después me enteré que era el director de VOZ. Alguna vez nos encontramos y eso fue una fiesta de amistad. No sé dónde hizo la primaria. Lo qué es que él estuvo en el segundo año de bachillerato en el Tolimense. Ese tiempo era hasta sexto no más. No había once ni nada de esas cosas.

Después he leído los libros de él. Muy rara vez me encuentro con él en Bogotá, porque vive muy ocupado. Cuando no está en un país enviado por el Partido Comunista, está en cualquier región de Colombia. Ese es Carlitos. Es un personaje de verdad, verdad.

El otro fue su gran amigo cuya obra de economía fue traducía en la Unión Soviética, hablo de Jesús Antonio Bejarano, compañero de él en el Tolimense. Esa pobra fue traducía al ruso. Cómo será que le sirvió de bibliografía para la mamá de mis hijos, mi ex señora, pero es la mamá de la médica y de la ingeniera, ella escribió una tesis de grado laureada también y cita a Bejarano.

Bejarano fue profesor de la universidad nacional, era una eminencia. Fue asesinado. Personaje como intelectual excelente. La única falla a mi juicio que tuvo fue que fue director de la SAC.



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