Los sangrientos golpes de Estado implementados y desarrollados por los Estados Unidos, han sido reemplazados por los denominados “golpes de Estado blandos”. Eso es lo que ha sucedido en la república de Brasil al tomar la decisión el parlamento de deponer a la presidenta Dilma Rousseff inicialmente por 180 días.
La decisión final fue tomada a altas horas de la noche, mientras el pueblo brasileño dormía plácidamente. Votaron afirmativamente 55 senadores y 22 negativamente. La mano negra de los Estados Unidos a través de las multinacionales y transnacionales, se impuso una vez más por el momento, lo que indica la aguda polarización de la lucha de clases que se vive en este país gigante sudamericano.
Los 22 senadores que se mantuvieron firmes apoyando el proceso democrático y la administración de Rousseff, explicaron ampliamente la inconsistencia de los supuestos errores cometidos que obligaron a este amañado juicio y por el contrario, algunos plantearon los verdaderos propósitos que se busca con este golpe de Estado, el cual no es otro que desestabilizar la democracia y abrirle espacio de nuevo a la dictadura imperialista del gran capital en su totalidad. En otras palabras: Quitarle el poder a la candidata del pueblo para devolverlo a la burguesía imperialista. Este mismo plan se viene desarrollando también en la República Bolivariana de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y seguramente en otros procesos democráticos y revolucionarios que se han dado en este continente. Por lo tanto, no es un plan aislado, es un plan sistematizado y coordinado por los Estados Unidos.
Una medida de esta naturaleza tiene graves repercusiones no solamente a nivel continental, sino a nivel mundial por cuanto constituye un revés de la izquierda y un zarpazo imperialista de las multinacionales y transnacionales. Hay que recordar que los senadores – en su inmensa mayoría – son financiados por las multinacionales y transnacionales y navegan en el mar hirsuto de la corrupción.
Se perfila en este país la polarización de la lucha de clases. Los pueblos del mundo no podrán ser indiferentes a este golpe de Estado alimentado también por los medios de comunicación adictos al imperialismo norteamericano. ¿Se desgrana el proceso democrático y retorna América a ser el patio trasero de los Estados Unidos? ¿Qué ha fallado? ¿Cómo salirle al paso a esta brutal arremetida de los Estados Unidos y la putrefacta oligarquía? Los pueblos no pueden quedarse petrificados y resignados, deben asimilar la situación política internacional con espíritu crítico y autocrítico y rediseñar la utopía de ser libres y soberanos. Se da un paso atrás, pero no se regresa a cero para comenzar de nuevo. La lucha callejera, la lucha política, la movilización se impone a nivel planetario en solidaridad con el pueblo brasileño ahora más que nunca.
El Partido Comunista de Ibagué (Tolima) y la Unión Patriótica municipal, se solidarizan con la compañera Dilma Rousseff y el pueblo brasileño y llaman a denunciar la patraña imperialista presentada allí y que ciertamente constituye un golpe de Estado.
Se le imputa una supuesta alteración de cuentas públicas, “maquillaje”. Esa es supuestamente la prueba reina, su mayor pecado. Los 55 senadores sin argumentación probatoria, suspende por 180 días a la carismática presidenta. Según el periodista de la EFE, Manuel Pérez, su destitución podría ocurrir antes de los 180 días. “Al cabo del proceso que como máximo lleva 180 días, podría resolverse en menos tiempo, podría durar dos o tres meses, en este tiempo el análisis de los supuestos “crímenes” o delitos que ha cometido Dilma, será más profundo, al cabo de ese tiempo el parlamento vuelve a pronunciarse a favor de la destitución de Rousseff, en este caso será destituida, será despojada de su cargo”, indicó.
El golpe de Estado contra la presidenta brasileña es supremamente grave para los pueblos latinoamericanos y del planeta, en general. Que nadie se llame a engaños.
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