Envalentonado por los éxitos imperialistas en Paraguay, Argentina, Honduras y Brasil, los Estados Unidos acelera zarpazo contra la hermana república bolivariana de Venezuela. Utiliza al parecer los mismos libretos que utilizó en golpes de estado en distintos países del mundo, como el realizado en 1954 contra el presidente guatemalteco Juan Jacobo Arbenz, Juan Bosch en República Dominicana en 1965 y contra Salvador Allende en Chile 1973, 2003 a Irak, para solo colocar unos cuantos ejemplos aleccionadores de lo que ha sido y es capaz el imperialismo norteamericano en pleno siglo XXI. Seguramente varía la forma, pero el fondo sigue siendo el mismo.
Es un plan siniestro en el cual combina distintas formas. Usa los medios de comunicación para desinformar, desprestigiar y acusar al gobierno de Nicolás Maduro de incapaz, mentiroso e incluso, de deshonesto. Alimenta el odio contra el mandatario, presentándolo en la arena internacional como verdugo o simple dictador.
Al lado de esto, manipula hábilmente la crisis económica acaparando los alimentos de primera necesidad para que éstos no lleguen a la comunidad y esto genere en el pueblo desazón y zozobra. Estimula las guarimbas y la presencia de paramilitares colombianos en distintas regiones del territorio venezolano. Ordena atentados de personalidades democráticas y no es raro que ordene asesinatos de miembros de la corrupta oligarquía para justificar lo injustificable.
La agresividad del almirante, Kurt W. Tidd, jefe del Comando Sur de las fuerzas militares de los Estados Unidos, es evidente: “Nuestra intervención oportuna ha permitido delinear un camino para una salida rápida del régimen”. No hay duda, se conocida una invasión directa. La comunidad internacional debe reaccionar oportunamente e impedirlo.
Estados Unidos va tras el petróleo. Es el centro de su preocupación. Adicionalmente, desestabilizar procesos democráticos que se vienen dando en esta zona continental. Acabar con el ALBA, el Mercosur, la CELAC, etc.
Es deplorable que Colombia con la pusilanimidad del presidente Juan Manuel Santos Calderón, se venga prestando para estos pérfidos fines imperialistas. Se ha indicado que por lo menos cinco bases norteamericanas apuntan contra la patria de Bolívar, bases que se encuentran en suelo colombiano. El ex presidente colombiano Andrés Pastrana Arango, al parecer propietario de casas de cambio en la frontera, se empecina en hacer perder poder adquisitivo del Bolívar para de esta manera acelerar la crisis venezolana. Zapatero – en España – se presta de igual manera y otros ex presidentes del continente americano. Hay toda una trinca contra el proceso revolucionario bolivariano que se viene desarrollando con avances y retrocesos en este país.
Y, ¿Qué decir de la posición de la Organización de los Estados Americanos (OEA)? Resulta deplorable y censurable la postura de su secretario general, el señor Luis Almagro Lemes. Parece perro faldero de los Estados Unidos.
Ante esta arremetida virulenta del imperialismo, se hace necesario el internacionalismo proletario, la solidaridad de clase, la movilización y la denuncia permanente. Ángel Guerra Cabrera – por su parte – propone radicalizar el proceso revolucionario. En palabras suyas: “Radicalizar a fondo la revolución es el único camino para aplastar a la contrarrevolución”.
Que sepa Estados Unidos que la hermana República Bolivariana de Venezuela no está sola, por cuanto la espada de Bolívar cabalga hoy más que nunca por América Latina. La oligarquía es santanderista y el pueblo bolivariano. Venezuela vencerá.
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