Algunos afirman que el Partido Comunista es un Partido de masas. Otros por el contrario, señalan que es un Partido inmerso en las masas. Teóricos se devanan los sesos analizando estos temas expresando argumentos agudos y diáfanos sobre el particular, que por supuesto hay que estudiar concienzudamente para tener clara la película sobre el particular.
Una y otra tesis tienen en común la relación Partido – Masas, pueblo en su más amplio concepto. No es cualquier tipo de relación, es una la relación dialéctica, lo cual indica varias cosas: No es una relación simple y mucho menos estática o dada de una vez y para siempre. A diario se está construyendo, elaborando y reelaborando, alimentando, actualizando y actuando. Es decir, la complejidad es evidente. Por eso se necesita un Partido estructurado, organizado, claro ideológicamente y con firme vocación de poder. Se necesita un Partido marxista – leninista en su más profunda connotación. Un Partido fuerte, claro y audaz, metido en las entrañas de las masas compartiendo de tú a tú los avatares del momento, las contradicciones, los logros, los avances, los retrocesos, los errores, las crisis, etc. Un Partido ni por encima, ni por debajo, ni muy adelante, ni muy atrás de las masas, un Partido al lado de ellas, creando, recreando, proponiendo y enfrentando al enemigo de clase. En eso tenemos que afinar, tomar conciencia. El Partido no es un club de amigos o club de individualidades que actúan como piensan individualmente, el Partido es colectividad ante todo. Colectividad consciente, entendida como fortaleza y no como debilidad.
La labor política del Partido se sintoniza con el movimiento de masas, se gana su respetabilidad, confianza y esperanza, ante todo en la acción sistematizada, consciente y permanente. Está al frente enseñando con el ejemplo, con la praxis. Álvaro Cunhal habla de un Partido con paredes de cristal. Podría decirse que el cristal es la ética revolucionaria. El ejemplo de lealtad y compromiso a unos ideales a veces utópicos, a veces consecuentes. No es correcto sentarnos en una oficina a estudiar el comportamiento del movimiento de masas. Sería un análisis metafísico. Hay que estar inmerso en las masas, sentir el calor, los sueños, los triunfos y los fracasos del movimiento de masas. No es lo mismo decir: “Les pasó esto” a decir: “Nos pasó esto”. Ese es el gran desafío del Partido Comunista en el siglo XXI. Para no ser tan abstracta la propuesta, diríamos que podríamos comprender esto en la junta de acción de comunal. Una junta de acción comunal es como una especie de “república pequeñita”, donde están todos los poderes, las contradicciones, las clases sociales, etc. ¿Por qué no apearnos de ese orgullo de ser como Aristóteles y hacer un estudio del barrio o la vereda en la cual se vive? Librar allí la gran batalla política en vez de vivir creando y creando organizaciones que generalmente terminan siendo escaparates vacíos. Es de problematizar cuando el camarada se destaca por teorizar y teorizar, pero resulta que el vecino ni siquiera sabe que existe. Eso es preocupante y digno de mirar, desde la perspectiva que tenemos de ser Poder.
El Partido Comunista no es una masa gaseosa o gelatinosa, es una estructura dinámica que se debe ir desarrollando cuantitativa y cualitativamente. Superar el analfabetismo político y los vicios propios del capitalismo como la mentira, la deshonestidad, el desconocimiento de los principios leninistas de organización, etc. La megalomanía es una enfermedad que afecta naturalmente la dinámica del Partido. “Quien tenga la verdad revelada que la ponga sobre la mesa”, suele decir el antropólogo Santiago Cabrera, para significar la complejidad y la necesidad de producir, trabajar y luchar colectivamente.
El Seminario – Taller sobre organización del Partido Comunista se realizará por estos días en Ibagué, el documento de discusión presentado a manera de tesis trata de aportar elementos teóricos y prácticos de discusión y concreción. Precisamente la tesis 12 dice: “La relación del Partido con las masas es dialéctica. Por tal razón el trabajo del Partido se desarrolla en estrecha relación con el movimiento de masas, ganándose el respeto y autoridad ante ellas, aprendiendo y sistematizando las experiencias, aportando a su organización y elevación de la conciencia de clase, contribuyendo a la construcción de la vanguardia revolucionaria y colectiva. El papel dirigente del Partido se gana en la práctica revolucionaria, diciendo y haciendo, enseñando más con el ejemplo que con la palabra. Para ser conductor de masas, el Partido debe tener clara, concisa y concreta su espíritu unitario y orgánico. Un Partido desorganizado jamás podrá contribuir realmente a la organización de la lucha de masas. Su presencia será maquinal e inane. ¿Cómo pretender organizar si no estamos organizados?”.
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