jueves, 5 de mayo de 2016

El fundamento de la crítica y la autocrítica

Por Nelson Lombana Silva


La crítica y la autocrítica es otro de los principios leninistas de organización que identifica al Partido Comunista Colombiano. Es la relación entre el examen argumentado y analítico del Partido como colectivo, de sus integrantes y de sí mismo.



Hace referencia al comportamiento individual y colectivo al interior de la organización política con la mayor sinceridad y compromiso revolucionario. Quien esté interesado en materializar este principio, debe llenar unos requisitos básicos y a su vez, fundamentales: Ética revolucionaria, honradez, sinceridad, conciencia social y de clase, conocimiento científico, por ejemplo.


La razón es elemental: Tanto la crítica como la autocrítica deben estar fundamentadas en estas categorías. No se trata de criticar por criticar o de autocriticarse y mañana seguir por las mismas andanzas para luego volverse a autocriticar de lo mismo. Estas deben ser científicas y conscientes. Solo así tendrá los efectos deseados, que no es otra cosa que la construcción del hombre nuevo, como lo afirmara el guerrillero heroico Ernesto Che Guevara.


Se trata entonces de criticar con argumentos reales con la mentalidad de ayudar al mejoramiento ya sea de la persona o del Partido. Autocriticarse – es más duro y exigente – implica asumir su condición humana con nobleza y espíritu de superación. No es fácil reconocer el error. Hay compañeros y compañeras que inventan toda clase de argumentos ficticios y mentirosos para intentar negar su error o justificarlo. Se olvidan que son humanos y tratan de aparentar ser seres extraterrestres.


El maestro Lenin al elaborar este principio, presumimos que partió de la condición antropológica del ser humano. Supuso que el hombre no era infalible. Por el contrario. Era humano y como tal expuesto a la equivocación. Por lo tanto, el problema no era equivocarse, sino tener la capacidad de reconocer el error y estar dispuesto a superarlo. Esa es la esencia de este principio que hay que dimensionar creativamente.


El Partido Comunista Colombiano no está conformado ni por genios, ni por súper hombres dotados. Está conformado por hombres y mujeres sencillos, sencillas, con muchos defectos y también muchas cualidades.


De alguna manera, el maestro Lenin nos está diciendo que es “normal” que nos equivoquemos, pues no somos perfectos. Lo importante es tener la capacidad de superar esas equivocaciones. ¿Y cómo empezamos a superar esas equivocaciones? Primero, reconociéndola y segundo, estar dispuesto o dispuesta a corregirla consciente y revolucionariamente.


Por eso el Partido Comunista Colombiano determina que toda actividad, por pequeña que sea, debe ser evaluada críticamente. No tanto para enjuiciar al camarada que se equivocó, sino para entre todos, encontrar el error y corregirlo creativamente. La crítica debe ser sincera, fraternal y franca. Tener como eje central la intención de construir, alimentar el conocimiento y la superación de los yerros, erradicando la estigmatización y la persecución. La crítica con odio, sectarismo o cargadilla no sirve, es nefasta para el proyecto revolucionario que encarga el Partido Comunista Colombiano.


La tesis 9 que vienen estudiando los Comunistas de Ibagué en el marco del Seminario – Taller, dice: “La crítica y la autocrítica: Es la relación entre el examen argumentado y analítico del Partido como colectivo, de sus integrantes y de sí mismo. Permite conocer a fondo, de la manera más objetiva posible, las causas y motivaciones de los fenómenos que afectan el desarrollo de las políticas del Partido y su aplicación, y tomar los correctivos a que hubiere lugar. La crítica busca conocer los contextos, las realidades materiales y subjetivas y las complejas relaciones de las fuerzas e intereses que actúan sobre el tema tratado para orientar la acción del Partido. La autocrítica – por su parte – sugiere un escrutinio, desde cada militante y desde cada organismo, de las condiciones en que se desarrollan sus opiniones y acciones, de sus intereses y compromisos con las decisiones del Partido, de su papel y responsabilidad en la dirección, del desarrollo y orientación de la línea política partidaria y de la acción organizada de las estructuras básicas y de la dirección. El ejercicio crítico y autocrítico debe ser consciente, unitario y revolucionario, encaminado a cambiar y mejorar la dinámica sincronizada del Partido”.  



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