martes, 30 de julio de 2013

“Lo mejor que le puede pasar al país es la paz”

Doctor Humberto Peñuela Varila, filósofo, escritor y terapeuta. Foto Nelosi
Por Nelson Lombana Silva 

Humberto Peñuela Varila, es filósofo, escritor y terapeuta, natural del municipio de Anzoátegui, Tolima, que con miles de sacrificios y perseverancia no solamente ha estudiado, sino que ha recorrido una gran extensión del continente sudamericano, conociendo la idiosincrasia de un continente que lucha contra la dependencia imperialista de los Estados Unidos, sus regímenes y sus perspectivas de construcción de una nueva sociedad basada en los valores humanos éticos y consecuente con la mayoría.



Es un itinerante. Un hombre que siempre le asiste conocer algo más en los distintos escenarios de este bello continente. Ama la libertad. Siente la justicia social. Va como Quijote despertando conciencias. En cada puerto deja una lucecita, una esperanza de vida. Su humanismo va con él. Siente la necesidad de recuperar la capacidad de asombro para sentir de verdad el dolor del Otro.


Critica las estructuras caducas del Estado y levanta como prioridad para el país la consigna de la paz. Por eso, frente a los diálogos entre las fuerzas armadas revolucionarias de colombia, ejército del pueblo, FARC – EP y el gobierno Santos, no duda al decir: “Todas las personas tienen que manifestarse, tienen que participar, tienen que opinar, tienen que salir a la calle”.


Es consciente que la guerra contra el pueblo hay que pararla. Sabe que el destino de la humanidad no es la guerra, la tragedia y la muerte, sino la vida, la esperanza y la felicidad. Señala: No podemos seguir pasando generaciones y generaciones viendo un conflicto que no tiene solución, solamente por la mezquindad de los poderosos”.


Insiste con énfasis: “Lo mejor que le puede pasar al país  es eso: La Paz”. Esta afirmación la argumenta diciendo: “Un estudio reciente hablaba que en los últimos tiempos esta guerra le ha dado al país  más de 200 mil muertos”.


Destaca la crisis del capitalismo, el sistema de los antivalores. El pueblo anónimo esta inverso en el submundo de la dependencia, la pobreza y la incertidumbre. Afirma sin ambages: “Hoy, a la gente le cuesta disfrutar un paisaje, una conversación con un amigo, de mirarse cara a cara, de sentirse con la otra persona”.


En exclusiva, la página web: www.pacocol.org entrevistó al filósofo, escritor y terapeuta, Humberto Peñuela Varila. Así respondió los interrogantes formulados:


-         Desde la perspectiva del conocimiento científico, ¿Cómo analiza el comportamiento humano del colombiano?


Hay dos cosas que yo quiero mirar inicialmente: Una parte individual y una parte colectiva. En la parte individual, soy una persona que sigo creyendo en el ser humano como una promesa. Donde quiera que haya un ser humano, creo que haya una posibilidad, una expresión de justicia, de bondad, de generosidad, de bienestar. Se puede esperar algo bueno. Pero, desafortunadamente, las circunstancias, los procesos de crianza, la educación que nos han dado, el mismo sistema político en que vivimos, distorsiona todo ese sentir, toda esa generosidad y todas esas cosas positivas que tiene la gente y las buenas intenciones. Todo se debe a los sistemas económicos y religiosos en los cuales nos estamos moviendo.


-         Estamos viviendo en el sistema de los antivalores. ¿Cómo analiza usted esta situación?


Desde luego que sí, porque  vivimos en un país como Colombia y es una línea casi general, donde las cosas tienen un valor, un precio no dependiendo de la verdad misma, sino dependiendo de quien lo dice. Aquí, un político de renombre, un religioso de renombre dice alguna cosa y el sólo hecho que lo diga él tiene valor, tiene significado y tiene connotación de verdad. Pero, la misma apreciación o la misma percepción la da cualquier persona y no tiene sentido, no tiene importancia. Entonces, la verdad vale aquí, dependiendo de quien la diga y los valores están en esa misma medida y desgraciadamente vivimos en una sociedad hipócrita y mentirosa, que en público exalta los valores, tales los políticos, los dirigentes gremiales, los dirigentes religiosos…en público exaltan la verdad, la justicia, el amor, el perdón, exaltan al ser humano, hablan de prosperidad, hablan de todo ese tipo de cosas, pero en privado hacen todas las triquiñuelas posibles para que eso no sea realidad y por el contrario, crear todas las condiciones para oprimir más a la gente, no solamente a nivel individual, sino también colectivo.


-         ¿Por qué en Colombia vive mejor muchas veces la mascota que el mismo ser humano?


Por una cosa sencilla y elemental: Se ha perdido el respeto por la dignidad humana. No hay ese sentido de reconocimiento del Otro como un ser valioso, como un ser importante, como un ser, en términos generales, digno, que merece ser respetado y que merece ser valorado por el solo hecho de ser persona. En ese sentido, en Colombia se ha perdido esos valores, el valor por el respeto hacia la persona por su dignidad, el reconocimiento de los valores de la otra persona. En esa medida en que se han perdido todo ese tipo de valores y se han incrementado otros valores falsos como la prevención, la desconfianza, la misma deshumanización, entonces la gente se tiene que refugiar en tonterías, en estupideces, diría yo, que es poder expresarle el cariño a una mascota, a un perro, a un loro, lo que sea, porque a veces resulta más fácil decirle a un loro cosas, porque a la larga ese loro no le entiende o el perro no le entiende, pero la gente en su misma disfuncionalidad personal y en su misma paranoia de vida, se siente más interpretado por un perro que por un ser humano, porque es más fácil congeniar con ellos que hacer el esfuerzo de comprometerse, entenderse y comprometerse con los seres humanos.


-         ¿Cómo caracterizar la dependencia del pueblo colombiano?


La dependencia es un problema estructural, es un problema de la estructura mental del individuo, es un problema de formación, es un problema de educación del sistema educativo, es un problema de la estructura de la familia, una estructura enquistada en un sociedad capitalista, globalizada, una sociedad que como decía atrás, difunde unos valores públicamente, pero que en privado hace todo lo contrario.


A nosotros nos han educado, precisamente, para la dependencia, no para asumir el reto de la autonomía, de la libertad, del compromiso consigo mismo y por supuesto, tener una proyección de ese compromiso con los demás en lo humano, en lo político, en lo social; nos han enseñado a pensar en términos de individualidad y no en términos de solidaridad, de fraternidad, de comunión con los otros que son los espacios y los valores que necesitamos construir y fortalecer en las personas y al nivel colectivo para construir una sociedad más justa, equitativa, en paz, donde podamos aprender a convivir, a pesar de las diferencias que tengamos, pero aprender a vivir en armonía y de concordia, entendiendo que aún siendo diferentes, podemos vivir como si fuéramos iguales.


-         ¿Cómo contrarrestar la cosificación del ser humano en el sistema capitalista? ¿Es posible?


Yo creo que es posible. Es posible cuando se rompa un poquito los paradigmas de esta sociedad idólatra. Esta es una sociedad idólatra, que le rinde culto al dinero, que le rinde culto a la guerra, que le rinde culto a la mentira, a la opresión, al odio, al rencor…a todos esos antivalores. Que le rinde culto a la deshumanización del ser humano. Romper eso es posible en la medida en la medida en que el hombre comience a romperlo desde el comienzo, es decir, desde la educación. O sea, esto se rompe con formación, con educación. Pero, con una educación para la vida, una educación para el amor, una educación para el goce de la vida, para el disfrute de la vida, una educación que nos inserte en las posibilidades de que la gente crea en sí misma y que crea en la posibilidad de una vida distinta, mejor; que crea en la posibilidad de crear un mundo diferente, que crea en la posibilidad de crear un mundo donde nosotros nos convenzamos de ejercer ese derecho, por ejemplo, a ser felices.


Desde esa perspectiva, creando (no sé si sea la palabra adecuada) creando o empezando a tener la posibilidad de crear un hombre nuevo, un hombre distinto, con unos paradigmas, una percepción de la vida distinta, un hombre que sea capaz de vislumbrarse en una conexión con el Otro. Yo no puedo ser sin el Otro. Yo no puedo ser sin estar conectado con la vida, con el universo. Pienso que todo lo que pasa es eso, tenemos muchos problemas hoy, por ejemplo, los problemas del medio ambiente y esto es precisamente una falta de formación, de la falta de conciencia, de la falta de conexión del ser humano con la tierra, con el universo que nos rodea y por supuesto, con la misma humanidad.


-         Hemos perdido la capacidad de asombro. Ya no nos conmueve el niño de la calle que espera quien deja algo en el basurero para saciar el hambre. ¿Cómo contrarrestar esta realidad?


Ese es un problema de sensibilidad. Esto es bien complicado. Venimos hablando de los valores y de los antivalores, en los cuales nos venimos edificando. En esa dinámica hemos perdido la capacidad de asombro, la capacidad de admiración por el Otro. Hoy, a la gente le cuesta disfrutar de un paisaje, le cuesta la posibilidad de disfrutar de una conversación con el amigo, de mirarse cara a cara, de sentirse con la otra persona.


Eso es falta de sensibilidad. Creo que lo que hay que empezar a hacer es un proceso, precisamente, de sensibilización de eso, de que el hombre empiece a tener una especie de encuentro consigo mismo, de que se valore, de que se respete, indistintamente donde esté ubicado. O sea, esa persona tiene que empezar a construir esa perspectiva y el ser humano tiene que empezar hoy el ser humano a reinventarse desde donde esta, en lo político, en lo social, en lo económico, en lo religioso.


Por ejemplo, en la parte religiosa hay cosas que son geniales. Y creo que desde ahí hay que empezar a hablarle a la gente, porque es lo que la gente vive. Colombia es un país religioso, profundamente religioso, profundamente católico en términos generales, pero en teoría, porque en la práctica eso no se ve. Un ejemplo sencillo: En teoría la gente dice que todos somos hijos de dios. Si la gente entendiera eso, que somos hijos de dios o creados a imagen y semejanza de él y si dios representa la bondad y todo lo bueno, pues, cuando la gente aprenda a mirarse así y aprenda a mirar al otro así, pienso que en esa dimensión van a cambiar sus paradigmas y vamos a entender la necesidad de respetar al otro y como consecuencia de ese respeto y el valor por el otro y por su dignidad, posiblemente nos preguntaríamos si vale la pena explotar al otro, si vale la pena manipularlo, si vale la pena seguir utilizando la mujer como un objeto, como una cosa, si vale la pena seguir utilizando los niños y las niñas en la explotación sexual, si vale la pena seguir mirando al otro simplemente como un medio para yo obtener mis cosas.


-         Finalmente, sería importante conocer su opinión sobre los diálogos de la Habana (Cuba) entre la guerrilla de las FARC – EP y el Gobierno Santos. ¿Qué hacer para que estos se desarrollen y tengan un desenlace feliz para el pueblo colombiano, principalmente?


Lo mejor que le puede pasar a este país es eso: La paz. Este es un país históricamente cargado de violencia. Recientemente hubo un estudio de una organización en donde hablaba que en los últimos tiempos esta guerra le ha dado al país más de 200 mil muertos.


El costo humano, el costo político y social que esto ha generado, ha sido muy grande. Hablan los informes de más de 200 mil víctimas, seguramente son muchas más, pero detrás están los niños que se han levantado sin papá, sin mamá, de los saqueos que han hecho los grupos armados y el mismo Estado para sostener esa guerra, porque entre todos, la han sostenido. Miremos la tragedia de los campesinos, de los indígenas, a quienes les ha desplazado para robarles sus tierras, porque básicamente eso es lo que se ha hecho, un robo, un saqueo de tierras.


Hay muchas cosas más. Yo diría que lo más importante en estos momentos en el país es pensarse el tema de la paz, que la gente se concentre en la paz, en la perspectiva de construir un país nuevo. Ese es el sentido de construir este proceso de paz de la Habana; un proceso de paz que tiene darse de manera incondicional, porque es muy complicado hablar de paz o hablar de diálogos, pero decir: Yo no hablo de este, aquel o tal cual tema, o condiciono los diálogos. No, sentemos a hablar de lo que sea. Ese es el punto fundamental y de partida. De ese diálogo, se deben abordar todos los temas habidos y por haber en este país.


Tenemos muchos temas, tenemos por ejemplo, el tema de la tierra, tenemos el problema de los banqueros, eso le genera pobreza y miseria a la inmensa mayoría del pueblo colombiano y riqueza a un pool de tres o cuatro “personajes” que manipulan este país con el poder económico.


La delincuencia. Todo ese tipo de cosas hay que trabajarlas porque solo desde la paz y desde la reconciliación, podemos encontrar el camino para construir un nuevo país y tenemos que darnos la pela en muchas cosas.


Ahora, ¿Qué tiene que hacer la sociedad civil? La sociedad civil, yo pienso que todos las personas tienen que manifestarse, tienen que participar, tienen que opinar, tienen que salir a la calle, tienen que dar de alguna manera un sí, desde su perspectiva. Todos tenemos que decir sí, porque no podemos seguir pasando generaciones y generaciones viendo un conflicto que no tiene solución, solamente por la mezquindad de los poderosos. Solamente por eso.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario