miércoles, 3 de julio de 2013

Colombia: ¡País de colas!

Inmensas filas para reclamar la limosna que da el gobierno con el rótulo de familia en acción
Por Nelson Lombana Silva

Posiblemente haga parte de nuestra idiosincrasia hacer cola para todo. Hasta para las cosas más triviales hay que hacer fila, generalmente inmensa y en situaciones complejas: Unas veces a la intemperie bajo la lluvia hirsuta o el sol canicular, en otras oportunidades en estrecho recinto cerrado, donde la persona difícilmente tiene espacio para avanzar sofocada.


Resultan indignantes esas inmensas filas para reclamar la limosna que da el gobierno con el rótulo de familia en acción, por ejemplo. Muchas veces desde el día anterior se forman esas filas o colas interminables, las cuales duran doce y más horas. Muchos duermen en pie o habilitan el pavimento para pasar la noche y poder “descansar” un par de horas.

“El síndrome de la colitis” es una realidad colombiana que merecería un estudio profundo, analítico, crítico y propositivo. Eso pasaría por superar la sumisión que tanto daño nos causa y asumir una postura decente para exigir respeto al gran capital. Hacemos cola para pagar impuesto, los servicios públicos domiciliarios, cobrar la paupérrima pensión, asistir al espectáculo público, tragar la hostia, visitar a las personas detenidas en las cárceles, etc.

Este fenómeno es clasista. Claro, hacer cola es paternidad exclusiva del pueblo, la burguesía nunca hace cola. Si es mucho el problema paga con la plusvalía que les roba a los obreros y campesinos colombianos.

Alrededor de las colas ha surgido un comercio bastante promisorio. Se vende de todo, hasta la “maracachafa” para el relaje y aguantar de buen humor la prolongada espera. El artista callejero monta su show y recolecta dinero, lo mismo el mendigo, el pasajero víctima del atraco, el enfermo, el lisiado, etc.

Quien lo creyera: Este fenómeno genera empleo. “Cada que voy a cobrar la pensión pago para que alguien me haga cola. No estoy en condiciones de madrugar a las cuatro de la mañana para esperar hasta las ocho”, dice mi hermana.

Se encuentran en las colas opiniones encontradas: “¡Cuántos quisieran estar haciendo cola!”, dicen unos dándose ánimos. “Tanto problema para entregar la platica”, dicen otros. “Esto es una burla del gobierno”, piensan otros.  “Duro más recibiéndola que entregándola”, opinan otros.

Por supuesto, que no todo es trágico. ¡Cuántos amores han surgido en estos escenarios! ¡Cuántos encuentros furtivos se han concretado durante las largas estadías en estas  colas de padre y señor mío!

Tantas manifestaciones de corrupción y de amiguismo se aprecian en estas colas interminables con bastante frecuencia. Algunos son directos: “Es que es mi vecino”, “es mi familiar”, “es mi pana”, etc.

También tantos gestos de solidaridad y fraternidad: “Siga usted, es mayor de edad”, “tiene problemas físicos”, “es mujer”, etc. Claro, que al decir verdad, estas manifestaciones que eran tan comunes en otros tiempos, hoy prácticamente están en vía de extinción. Ahora es: ¡Sálvese quien pueda! Sin embargo, hay excepciones todavía.

¿Qué dice el diccionario sobre el término cola? Consignamos las distintas acepciones de nuestro modesto diccionario ilustrado Atenea: “Apéndice posterior de algunos animales. //Sustancia para pegar. // Hilera de gente que esperan”.

A diario soy víctima de las interminables colas. Eso me desesperaba y me hacía maldecir y lanzar todo tipo de improperios contra los  funcionarios y gobernantes por ineptos, por no inventar fórmulas encaminadas a acabar con este flagelo. Ahora, diría que las “disfruto”. Va conmigo siempre un buen libro, el cual lo “devoro” con entusiasmo mientras sereno espero mí turno; a veces “lamento” que la cola sea tan corta. He descubierto que el libro es el antídoto a toda expresión de estrés y angustia. En otras oportunidades llevo conmigo el semanario VOZ La verdad del pueblo. Las experiencias son múltiples de todos los calados posibles.

Mientras se destruye el régimen capitalista y se construyen las bases del sistema socialista, hay que combatir el estrés por las colas y la mejor forma son llevando consigo un libro o la prensa revolucionaria.  Es el mejor analgésico.


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