No es fácil encontrar una persona que sea a su vez agrónomo, pintor, tallador de madera, escultor, auxiliar de la justicia, escritor y humano demasiado humano como diría Federico Nietzsche, sobre todo en este régimen capitalista donde predominan el facilismo y los antivalores.
Transitando por calles y avenidas de la ciudad musical de Colombia, también considerada la ciudad andina de los derechos humanos, nos encontramos con una persona que cumple todos esos requisitos y quizás muchos más, porque saca tiempo para darle de comer a un conjunto de palomas y animalitos de la calle.
Es una persona que camina por estos andurriales sin hacer ruido estridente. Camina siempre mirando a su alrededor el diario discurrir, el devenir de una ciudad carcomida por la corrupción que trata de sacar avante el alcalde con todo su denso temperamento.
Además de ser persona, es crítico del sistema capitalista, rechaza sin rodeos al uribismo y a Uribe a quien califica de “basura” que no merece ser nombrado más.
Sus ojos se le aguan y su voz se ahoga por la emoción al hablar del comandante Fidel Castro Ruz, pero también del legendario comandante Manuel Marulanda Vélez. No ahorra epítetos al referirse a ellos.
Estuvo 20 años en la hermana república bolivariana de Venezuela. Tiene claro cuando este país estaba en manos de la oligarquía como Carlos Andrés Pérez. Además, sabe perfectamente el proceso revolucionario que se viene dando, primero con Hugo Chávez Frías y ahora con Nicolás Maduro.
No oculta su indignación hacia los expresidentes de la república: Álvaro Uribe Vélez y Andrés Pastrana Arango, personajes que no hicieron nada por los derechos humanos en Colombia, pero que ahora hipócritamente se rasgan las vestiduras opinando contra este proceso venezolano señalando cínicamente de violar los derechos humanos. ¿Será que estos “personajes” tienen autoridad moral y política para hablar de derechos humanos y de democracia?
Nació el 17 de julio de 1942, en la ciudad de Ibagué, siendo sus progenitores: Carlos Arturo Acosta, de Purificación y Dora Franco, de Santafé de Antioquia.
Siendo adolescente y docente a los 16 años, fue perseguido por el director porque lo halló leyendo un texto de Carlos Marx. A partir de allí le inició una persecución de padre y señor mío.
Estudió agronomía en la universidad del Tolima. Admiraba profundamente la lucha del padre Camilo Torres Restrepo. Hoy, admira la lucha política del Partido Comunista. Se declara amigo del proceso de paz y considera importante que el pueblo lo asuma como suyo.
Ama la cultura y piensa que desde allí se puede crear un gran movimiento unitario para alcanzar los cambios urgentes que necesita el país. Se trata de Carlos Henry Acosta Franco.
Este reportaje nos permite dimensionar de lo que es capaz el pueblo cuando quiere romper las cadenas de la opresión y construir una sociedad humana e igualitaria, sin ricos exageradamente ricos y pobres exageradamente pobres.
Da muchas luces en momento estelar que vive el país de superar la crónica violencia inventada por la clase dominante y transitar los caminos venturosos de paz con justicia social. Vale la pena leer este reportaje:
- Doctor Carlos Henry Acosta Franco ¿Cómo fue su infancia?
La infancia mía fue pobre. Mi padre era campesino y mi mamá víctima de la violencia de 1935, salió desplazada del municipio Santafé de Antioquia, yendo a vivir a los páramos del municipio de Murillo (Tolima).
La educación de ella fue pesada y la educación nuestra lo mismo. Mi padre era de izquierda, era gaitanista. Yo leía el suplemento literario a todos los campesinos que llegaban del municipio de Rovira (Tolima), en la calle 15 de Ibagué, para que ellos se enteraran y mi papá daba las explicaciones del caso.
Él siempre fue un inconforme con el Estado y peleó siempre para que los derechos adquiridos de la gente se materializaran. Una de esas luchas que emprendió mi padre tiene que ver con los ejidos del municipio. Recuerdo que peleó contra la ambición oportunista de un señor de apellido Galeano.
- ¿Cómo evoca el territorio tolimense siendo un niño que le tocaba ir de un sitio a otro?
Siempre ha existido la dureza del capitalista frente a la gente que no tiene nada, que no tiene posesión y siempre ha sido relegada a tercero y cuarto orden.
Por lo menos en la primaria había que estudiar el quinto de primaria, había que hacerlo en el colegio San José, porque si había que pasar al San Luis, al Tolimense o a otro, no lo recibían a los niños de primaria porque tenían que haber arrancado en este colegio. O sea, desde muy pequeño veía que la educación no era para todos, no había equidad para la educación.
Fuera de eso, desde el púlpito los sacerdotes enseñaban a echarle piedra a la famosa iglesia protestante que queda en la calle 13, porque era evangélica. Yo participé de eso y me gané una fuetera.
- ¿Cómo eran las relaciones familiares con sus hermanitos de niño?
Las relaciones fueron muy buenas. Hay conmigo cinco. Hay tres hombres y dos mujeres. Uno es profesor en educación física, el otro es ingeniero agrónomo, una profesora de primaria y la otra hizo hasta quinto de primaria, era muy nerviosa y no pudo continuar sus estudios.
- En tan precarias situación económica de sus padres, ¿Cómo fue posible hacer la primaria?
Vivíamos en la calle 20 en Ibagué; había una escuela llamada La Boyacá, estaba a una cuadra de donde vivíamos. El director había sido desplazado del departamento de Huila también, por las huestes conservadoras. Gracias a su influencia pude entrar a estudiar. Lo mismo mis hermanos.
Al pasar al bachillerato no había fondos. Mi papá era sastre y peluquero, entonces había que ir a estudiar a la normal y educarse uno como profesor. Era muy barata la educación en esta institución. Eso fue lo que hice.
Siendo maestro de escuela cuatro años, me cogió el director un libro de Carlos Marx que estaba leyendo y me persiguió, botó por todas las escuelas la mala imagen de revoltoso y de “comunista”. Me tocó salirme del magisterio e inscribirme en el Instituto de Ibagué para hacer el bachillerato y así irme a la universidad. Al director le cayó mal que un niño a los 16 años leyera a Carlos Marx, cuando no tenía ni idea qué era lo que estaba leyendo, ni el que castigaba, ni el que leía.
- ¿Qué anécdotas recuerda usted de estudiante de primaria?
Yo tenía la vena de mi mamá que era antioqueña. Vendía maíz pira en la escuela, era negociante de este producto. La gente era de clase media y baja del sector de la 19 hasta la 25 con primera a la séptima en Ibagué. Era una zona de gente pobre y desprotegía. Era gente víctima de la violencia.
En la calle 20 había unos 25 campesinos que se radicaron allí. Yo tuve la ocasión de compartir con William Aranguren, el “famoso” Desquite durante la violencia bipartidista. Los chulavitas (conservadores) le mataron el papá en Rovira. Él dormía en el piso y le pusieron un fusil y lo mataron. Y de agradecimiento como eran pobres y además huérfano, se lo llevaron para el ejército. Allí, aprendió a manejar las armas. Al salir de pagar el servicio militar, teniendo la inquina con el Estado por el asesinato de su padre, se convirtió en representante de los pobres. Eran llamados “Chusmeros”, eran los que no dejaban matar a los liberales en las veredas. Donde no existía esta organización armada, los conservadores con el aval del gobierno, asesinaban a los campesinos por ser liberales.
Estos conservadores se quedan con las fincas de los liberales. Aprendieron la práctica de los judíos: Sacar a la gente a los golpes para quedarse con la tierra. Práctica que no ha pasado de moda. El señor Álvaro Uribe Vélez se quedó con 2.400.000 hectáreas con el visto bueno de los paramilitares, vendieron esas tierras a los antioqueños y ahora sale una ley que dice que el que haya comprado por segunda vez una tierra, es de su propiedad así tenga un origen oscuro y delictivo.
- Llama la atención el docente que lo estigmatizó porque lo encontró leyendo textos de Carlos Marx. ¿Cómo es la historia completa?
Él vivía cerca de la casa donde vivía yo. Me gustaba quedarme leyendo. Alguna vez miró qué era lo que yo leía dándose cuenta que era Carlos Marx. Para quitarse ese problema habló con el supervisor y entonces como represalia el supervisor me mandó de la calle 20, que era La Boyacá, me mandó a la Francia, que era la calle 28, después para los lados del batallón y después en las Centrales. Y como el recorrido de los buses era muy complicado, me tocaba a pie. Eso me aburrió, decidiendo estudiar para ser profesional del campo. Fue lo que hice al estudiar agronomía.
- ¿Cómo se llamaba ese docente que persiguió por estar leyendo textos de Carlos Marx?
No me acuerdo su nombre, pero era un profesor conservador, nos hacía ir mucho a la iglesia, rezaba mucho. Era ejemplar en darse golpes de pecho, pero a renglón seguido hacía cosas injustas con la gente. Si el estudiante llegaba descalzo él colocaba el grito en el cielo, lo mismo ocurría si se dejaba el estudiante el pelo muy largo. Era un tipo hosco. De baja estatura. No recuerdo su apellido, realmente no vale la pena recordar eso.
- ¿Qué le representó todas esas series de experiencias siendo usted un adolescente?
Bueno, que siempre hemos vivido en un país en el cual quien tiene el poder es el que pone las normas, el que hace y deshace y cambia las normas de la ética, del sentido común y hace que la gente sea más perversa, menos estudio, más televisión, eso es lo que le interesa a la gente capitalista para que la gente pobre no piense, no le diga nada y sigan bajo la férula del país grande que es Estados Unidos.
- ¿Se considera un gran lector?
Sí, leo mucho. La línea mía es la parte técnica y la parte política de los grandes hombres. El último libro que precisamente estoy leyendo es: “Guerrillero del Tiempo”, Fidel Castro Ruz, libro escrito por Katiuska Blanco Castiñeira. Es un texto extraordinario sobre la vida y obra del comandante Fidel Castro Ruz. Igualmente, en honor a él, estoy haciendo un cuadro.
- ¿Cómo fue posible su ingreso a la universidad del Tolima?
Me tocó ir a estudiar un año en el Forero y Escandón para validar el bachillerato porque en Ibagué no existía eso. Estudié un año. Dejé de ser maestro y con lo que pude ahorrar me fui a estudiar.
Volví otra vez y el padre Hidrobo montó un instituto de validación para la gente que había salido de la Normal. Tuvimos, entonces, la oportunidad de estudiar allí, saliendo como bachiller, teniendo la oportunidad de presentarme a la universidad del Tolima para seguir mi carrera.
- ¿Cómo era la universidad de esa época?
La universidad era una institución de investigación muy seria, gente de afuera, mucho extranjero, la universidad se dio la oportunidad de tener magister, los únicos que tenían esa categoría eran los trabajadores del ICA (Instituto Colombiano Agropecuario) que lo daba el Estado, pero a partir del gobierno de Pastrana eso lo acabó. Siempre los gobiernos han acabado con la educación. Quitaron toda esa riqueza técnica, que tenía un gran valor, para llegar a esta instancia tenía que tener el cuarto puesto de su promoción para poder entrar al ICA y ser investigador y trabajar con el campo.
Ahora no es así. El dedo de un ignorante es el que nombra que debe estar en ese cargo, que es igual lo que está pasando en educación. Una profesora de sociales tiene que dar religión, un profesor de matemáticas está dando educación física. Eso lo impone el gobierno que realmente no está interesado que el pueblo se eduque y tenga capacidad propia de análisis y de crítica para no tragar entero.
El objetivo es que el pueblo siga sumiso en el pensamiento, no piense, ni tenga iniciativa propia. Esa es la ideología del capitalismo que nos tiene muertos.
- ¿Fue estudiante revoltoso o fue exclusivamente dedicado al estudio de agronomía?
Había que estudiar todos los días hasta las doce de la noche en el parque Simón Bolívar. Tenía compañeros de derecha y socialistas que queríamos mucho a Camilo Torres Restrepo. La bandera nuestra fue la unión que propuso el cura Camilo. También tengo un cuadro pintado de él, en que el Partido Conservador dice que no intervino, pero desgraciadamente se coincide con el presidente del Cauca, que era Guillermo León Valencia. En su época fue que mataron al cura guerrillero en 1966 y ayudó el otro dijo que nunca tuvo velas en ese entierro, pero fue muerto en Santander. Le tocó que empuñar las armas al curita por la cruda persecución contra él, tal como se persiguieron a las más de 3500 personas de la Unión Patriótica. Sin embargo, se dice cínicamente que en Colombia nunca pasada nada.
En Venezuela han matato a seis o siete personas y todos los días sale en los medios masivos de comunicación, pero no dicen nada esos medios hipócritas que en el paro campesino de 2013, el régimen asesinó a 23 campesinos porque salieron a la carretera y los fumigaron con aviones, helicópteros artillados y fuerzas militares y paramilitares. Eso sí no dicen nada estos medios masivos de comunicación.
Tampoco dicen nada de los 8000 presos políticos que hay en Colombia, tampoco de los asesinados en el presente año. En cambio no es difícil ver a los gobiernos yendo a pelear por los politiqueros y “gusanos” venezolanos, quienes son presentados en esos medios como perseguidos políticos cuando en realidad son ratas de alcantarilla al servicio de los Estados Unidos.
Recordemos que hace más de 20 años el galón de gasolina de los venezolanos costaba $400 pesos y los “pimpineros” de la costa, los compran para poder subsistir de eso. Pero resulta que el presidente Juan Manuel Santos, creyó poder resolver el problema fronterizo, entonces quedaron los trabajadores del petróleo de la frontera sin trabajo.
Todo lo malo supuestamente es culpa de los venezolanos, pero no dicen nada sobre que la UNESCO y la FAO ha hecho importantes reconocimientos a la república bolivariana de Venezuela por lo que ha hecho en todas las áreas del conocimiento a favor del pueblo. En este país hace rato se erradicó el analfabetismo, la salud es gratuita, lo mismo que la educación en todos los niveles. Se ha ido erradicando el hambre.
Estos malditos medios presentan a través de fotomontajes la verdad al revés, como por ejemplo, dizque niños sacando comida en descomposición de los basureros. Eso es una infame mentira que montan la oligarquía venezolana y los Estados Unidos.
Dígame a mí que llevo dos años acompañando en Ibagué a los “aguapaneleros”, sobre cuántas personas duermen en la calle. El único que hasta ahora ha hecho una encuesta es el médico Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez.
Al parecer a la gente no le gusta saber que de la calle 10 a la 15 hay más de 150 hombres que viven en la calle. Eso no le interesa a esta rancia oligarquía colombiana. Esta clase dominante se imagina que quien vive recibiendo limosna y metido en la drogadicción es solo problema de él. Sabemos que es un problema del Estado Capitalista. No hay instituciones para desintoxicar a esas personas y darles una vida digna y humana.
Preguntémosle a Cuba Socialista, cuántos marihuaneros hay allí, no hay uno solo, porque el que cojan con una papeleta de marihuana tiene que pagar 20 años y en la China lo matan. Además, hay centros de rehabilitación por cuenta del Estado. En Colombia cada quien tiene que luchar solitariamente por sobrevivir.
- Volvamos al campo histórico. ¿Cuál fue el primer empleo que tuvo como profesional?
Había entonces muchas oportunidades para trabajar. Iban tres y cuatro compañías a ofrecer trabajo. Como tenía un buen promedio de calificaciones, era 3.7, me incliné por entrar a trabajar en el INCORA, porque era el pensamiento libre de un presidente que nunca dijo lo que tenía que decir porque siempre estuvo después amangualado con los oligarcas.
Fui comprador de fincas del INCORA. En Anapoima (Cundinamarca) compré a $4500 pesos hectárea, hoy vale 3.300 millones una hectárea. Los campesinos, ante la incapacidad del gobierno de impedir la venta porque era para ellos, pero ocurrió que los campesinos una vez la trabajaron pasaron a manos de los mismos dueños y los campesinos quedaron viendo un chispero.
Es decir, la Reforma Agraria no la han hecho para mejorar la situación de los campesinos pobres, sino para hacer un espectáculo de compra para después entregarla nuevamente a los grandes terratenientes.
- Usted es agrónomo, pero también es pintor, tallador de madera, escultor. ¿Cómo combina todas estas actividades?
Eso es un don de mi Dios. Claro, que honradamente no creo mucho en él, pero tengo este don de poder pintar, tallar y escribir. Yo me levanto a las cinco de la mañana y trabajo hasta las ocho. Llevo 25 años siendo auxiliar de la justicia. Me gusta este trabajo porque tengo la oportunidad de hacer las cosas dentro de la ley, poder definir quién tiene realmente la razón ante un litigio o disputa, pero también hago análisis de suelo, hago estudios de impacto ambiental, hago estudio de las lagunas de oxidación de los daños ecológicos.
Eso me agrada. Estoy en mi senectud trabajando como auxiliar de la justicia durante este tiempo, repito: 25 años.
- También ha sido coautor de algunos libros. ¿Cómo es esta experiencia?
Es una experiencia que la lideró el Estado. El Estado hace cosas interesantes. Obligaba a las Contralorías a escribir libros sobre medio ambiente. Entré gracias al doctor Gonzalo Gómez Jaramillo, hombre de izquierda, que conocía de mis capacidades. En esas condiciones, tuve la oportunidad de escribir siempre sobre ecosistemas, escribí más o menos unos ocho capítulos sobre esto, gracias al apoyo de Gonzalo Gómez Jaramillo.
Pero al llegar al poder el mafioso presidente Álvaro Uribe Vélez acabó con todo esto para que no haya investigación, ni mucho menos memoria. Cerró la Contraloría y cerró esta área relacionada con el medio ambiente. Había conmigo doce y solo quedaron dos: El secretario y un escribiente. Esa es la política mafiosa de este ex presidente y de la clase dominante en Colombia.
Borrar todo, no dejar rastro son posturas propias de los mafiosos. Eso hizo Uribe en este campo. Uribe además, es un guerrista de la ultraderecha, no es un político decente. Visita a gente muy rica en los Estados Unidos.
- Precisamente, usted va a participar de una presentación de cuadros. ¿En qué consiste esta actividad?
Voy a presentar dos secciones: La sección política, tengo el Che, en distintas formas, la parte social, la gente desplazada. Esa es la parte política.
La otra parte es la parte pictórica de lo que uno ve y conoce de la naturaleza. Además, dentro de la misma connotación voy a presentar la colección de autores que tengo en mí poder, que son más o menos unos 30 o 40. Entre los más importantes tengo al maestro Manuel León que es de Ibagué, tengo a Lafón, tengo a Edgar Varón, tengo gente que está en el exterior. Cuando estuve en Cuba compré también cuadros del pueblo cubano que son grandes artistas también.
- Preguntas muy puntuales y de actualidad. Según usted, ¿Qué significó para América Latina y para el mundo la obra de Fidel Castro Ruz?
Sinceramente digo de todo corazón que no puede haber un hombre líder del tamaño y las características del comandante Fidel Castro Ruz. Un hombre inmenso que dedicó toda su vida a luchar por el pueblo y por la justicia social en todo el planeta.
Fidel fue el alma y nervio de la revolución cubana que tuvo la virtud de morir siendo amado por su pueblo. Supo manejar la gloria del poder y el poder y la gloria. No se embriagó con el poder, no perdió su condición de clase, su carácter revolucionario. ¡Viva Fidel eternamente!
- ¿Qué opinión le merece la obra del comandante Manuel Marulanda Vélez?
Creo que este tipo es incomparable, ese tipo no gritaba a la gente, para él todo mundo era igual, sabía hacer las cosas. Con coraje y sentido de clase comenzó su lucha revolucionaria en fincas al sur del Tolima y norte del Valle. Ojalá cada individuo tuviera algo de sensibilidad de la que tuvo este gran hombre que seguramente ha pasado a la historia como uno de los más grandes estrategas militar y desde luego, político.
Estamos perdiendo la sensibilidad. Fingimos sentir. Solo decimos y poco hacemos. Nos interesa es la plata, la sociedad de consumo, aparentar y estar bien con poco esfuerzo. Manuel fue un héroe de verdad.
Este capitalismo es tan deshumanizante que los grandes capitalistas prefieren botar la comida para que ésta no baje de precio. Manuel es la antítesis a esa forma de actuar la clase dominante en Colombia. ¡Gloria eterna al comandante Manuel Marulanda Vélez!
- ¿Cómo analiza el proceso de paz Farc – Ep vs. Gobierno Nacional?
Este suceso es una de las cosas más grande que se ha dado últimamente en Colombia que tal vez no hemos todavía dimensionado en su verdadera magnitud. La consigna de la guerrilla es clara y diciente: “Ser revolucionario es querer la paz”.
No hay que olvidar esta frase de la guerrilla: “Somos revolucionarios, pero queremos la paz, vamos para la paz”. Hay que preguntarle a Álvaro Uribe Vélez, por qué se empecina en rechazar la paz y llamar a la guerra. Uribe es un asesino, está demostrado. Además, está debiendo 7500 millones a los derechos humanos por haber matado ese líder abogado en Medellín por los paramilitares, sus muchachos como cínicamente lo decía, mientras era gobernador de Antioquia.
Uribe tiene muchas cosas que contestar y muchos prisioneros en el analfabetismo político y en el terrorismo de Estado se niegan a creer. Alguna gente sigue pensando que es una persona decente y de quilates, pero realmente hay que decirlo: Uribe es un vulgar rufián de la peor calaña. Realmente no merece ni nombrarlo. Es basura y basura de la mala.
- ¿Cómo puede el pueblo sacarle provecho a los acuerdos de la Habana?
Primero creyendo y entendiendo el acuerdo. Es lo más grandioso. Caminar en paz tiene implicaciones humanísticas profundas. En ese sentido, el pueblo debe salir a la calle a exigir el cumplimiento del acuerdo en su totalidad. Exigir igualmente no ser asesinado ni por el Estado ni por el paraestado.
Recordemos lo que pasó en el 2013. Salieron los campesinos a las carreteras a pedir lo más elemental y fueron asesinados 23, crímenes que prácticamente no fueron registrados por los grandes medios. En Venezuela la misma reacción ha matado a cuatro y eso sale por la mañana, al mediodía y por la noche por todos los canales de la burguesía.
El pueblo también debe entender que el acuerdo es básicamente para el pueblo, es la lucha heroica de la guerrilla durante más de 50 años. Hay que hacer este sueño realidad, para volver a pescar de noche como diría Darío Echandía.
- ¿Cómo analiza el momento que está viviendo la hermana república bolivariana de Venezuela?
Yo hace 20 años estuve en Venezuela. Sé que el gobierno de ese entonces de Carlos Andrés Pérez, por ejemplo, se prestaba para que los oligarcas les robaran el trabajo a los colombianos que iban allá a trabajar, los sacaban a la fuerza a la frontera y lo despedían sin un bolívar. Les robaban a los trabajadores colombianos la quincena. La PJ con mal trato expulsaba a estos trabajadores. Nunca un presidente colombiano habló en favor de esos pobres colombianos robados y vilipendiados, de esos 5 millones 600 mil que hay allá.
Causa risa e indignación a la vez que el señor Andrés Pastrana y otras yerbas salgan a hablar dizque a favor de esos bandidos al estilo Capriles y a exigir supuestamente el respeto a los derechos humanos. Qué cinismo.
- Finalmente, ¿Qué mensaje le enviaría usted desde Ibagué a la comunidad internacional?
Solidaridad con los procesos democráticos que se vienen dando en América Latina, rechazo a la postura de Luis Almagro de la OEA y apoyo a la implementación del proceso de paz en marcha con las Farc y próximamente con ELN. Unidad, unidad y unidad. Es el mejor llamado que puedo hace en estos momentos cruciales que estamos viviendo.
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