El proceso democrático y revolucionario que se viene desarrollando en la hermana república bolivariana de Venezuela no tendrá marcha atrás. Se consolidará a pesar de la brutal y virulenta arremetida de los Estados Unidos y la apátrida burguesía nacional, con la complicidad desalmada y vergonzosa de los medios masivos de comunicación.
También hay que denunciar la actitud y aptitud traicionera del presidente colombiano Juan Manuel Santos Calderón (Premio Nobel de Paz), como también el proceder rastrero de los ex presidentes colombianos, Álvaro Uribe Vélez y Andrés Pastrana Arango. ¡Qué vergüenza!
Mientras el comandante Hugo Chávez Frías y el actual presidente de este país sudamericano, Nicolás Maduro Moros, se entregaron en cuerpo y alma a la paz colombiana, la respuesta del presidente Santos a esa generosidad internacionalista, paga recibiendo en su despacho a los “gusanos” contrarrevolucionarios venezolanos que buscan por todos los medios que este país vuelva a manos del imperialismo norteamericano.
Ese es Juan Manuel Santos, clásico representante de la oligarquía colombiana, esa es la postura de la burguesía, no maneja relaciones humanas sino intereses económicos. Recibir al diputado Luis Florido es dar una bofetada a un presidente que se ha jugado todo su prestigio político a favor de la paz colombiana. Así paga el diablo a quien bien le sirve.
Juan Manuel Santos Calderón no es de fiar. En el caso colombiano resulta muy preocupante su comportamiento en torno al proceso de paz que se viene desarrollando en su fase de implementación. Realmente, no es para dormir tranquilos. Además de traicionero, es todo un tahúr vacilante, dubitativo e inseguro. Eso sin tener en cuenta que no tiene pulmones propios, depende de lo que le digan los Estados Unidos, las multinacionales y transnacionales.
Lo que dijo el presidente de la hermana república bolivariana de Venezuela, prende las alarmas, sobre todo porque parte de hechos reales e innegables. El proceso de paz se firmó, pero se sigue asesinando a líderes populares, periodistas, indígenas, miembros de organizaciones de izquierda, común y silvestremente. Sigue el paramilitarismo campante y sigue el miedo recorriendo calles y veredas de Colombia.
Según el mandatario, se estaría fraguando un plan siniestro para asesinar a los comandantes guerrilleros. Son palabras mayores. Por supuesto que estas aseveraciones son tomadas de los canales de la burguesía, donde habría que dudar de la legitimidad y autenticidad, teniendo en cuenta el negro papel que vienen jugando estos medios. Sea por lo uno o por lo otro, hay que estar alerta, pues la reedición del genocidio de la Unión Patriótica sería catastrófico a estas alturas del proceso y del siglo XXI.
La única salida a esta incertidumbre estaría en la acción de masas. Venezuela nos ha dado una lección maravillosa. Más de tres millones de patriotas salieron a la calle a defender su revolución, a rodear al presidente Maduro y a exaltar tanto el pensamiento chavista como el bolivariano. El pueblo colombiano no puede asumir una simple postura contemplativa que equivaldría a esperar cómodamente en sus casitas que las conquistas adquiridas en franca lid en la mesa de la Habana, lleguen allí certificadas y depuradas. Hay que salir a defender las conquistas y a exigirle a la plutocracia que cumpla cabalmente con lo pactado.
Desde esa perspectiva, hay que destacar el anuncio del alcalde de Ibagué (Tolima), Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez, de estar dispuesto a liderar un evento nacional de paz desde la ciudad musical de Colombia. Según planteó el comunista Danilo López Carrero, el mandatario municipal se proyecta convertir a este municipio en modelo nacional en la fase de implementación de los acuerdos de este proceso de paz. A eso hay que apostarle con alma, vida y sombrero. Hay que comenzar a organizar “combos” en esta dirección en los casi 900 barrios y 144 veredas que tiene Ibagué. La fórmula correcta es diciendo y haciendo. Como están las cosas, que nadie se duerma en los laureles. Recordemos que luchar por la paz, es luchar por la vida, la esperanza y la justicia social.
En esa dinámica de lucha por la paz en Colombia, hay que fortalecer la solidaridad con el proceso revolucionario de la hermana república bolivariana de Venezuela. Hay que revivir el sueño del libertador Simón Bolívar, la patria grande, libre y soberana. También hay que revivir el pensamiento antiimperialista del comandante Hugo Chávez Frías.
Hay que hacer campañas sencillas pero reales en nuestro barrio, en nuestra vereda como esta de estar con el proceso venezolano y rechazar las bases militares de los Estados Unidos instaladas en nuestra patria con el aval del triste célebre ex presidente Álvaro Uribe Vélez. No hay tiempo que perder, pues el enemigo de clase arrecia, no deja de ser preocupante el encuentro de Donald Trump con Uribe y Pastrana, por ejemplo. Estos rufianes no se reunieron a nada bueno para el país nacional, del cual hablara Gaitán.
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