Una de las preocupaciones centrales de la administración municipal de la ciudad de Ibagué (Tolima), que preside el médico Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez, es el estímulo a la lectura. Esta actividad la viene liderando la secretaría municipal de cultura, turismo y comercio, destacándose la labor de los bibliotecarios y las bibliotecarias.
Se ha puesto de moda en la ciudad musical de Colombia los “Picnic Literarios”, son espacios al aire libre para facilitar el encuentro del ser humano con el conocimiento científico que contienen los libros. En parques, calles, avenidas y veredas, no es raro hallar libros al alcance de todos y todas en esta ciudad de 600 mil habitantes.
Con esto se busca romper la distancia que existe entre el lector y el libro, un esfuerzo por enamorar a la ciudadanía del libro que siempre está abierto a iluminar a la humanidad, chica y grande, de conocimientos a granel.
No hay actividad más deliciosa que una buena lectura. Esta bella actividad tiene una cantidad de beneficios que vale la pena dimensionar: Es saludable, humaniza, libera y enseña a compartir y no a competir.
Una persona que lee tiene facilidad de expresión, facilidad de relacionarse con los demás, ama la paz y lucha por los cambios socioeconómicos que tanto necesita el país. No hay cosa más deliciosa que conversar con una persona que lee. Su charla no es monótona, ni esquemática; es amena, argumentada, precisa y formativa.
La mejor arma para erradicar la violencia, la miseria, la explotación, la corrupción, el sectarismo, la injusticia social, el ahistoricismo, es indudablemente la lectura. La biblia dice: No hay que dar el pez, hay que enseñar a pescar. ¿Eso qué quiere decir? Quiere decir no hay que darle todo menudito al otro, hay que enseñarlo a pensar, y se piensa, leyendo. El escritor, se hace leyendo dicen Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Ernest Hemingway, Fedor Dostoievski, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, etc.
La persona que no lee es como un ciego. La sociedad es amorfa, resignada, sin sentido de pertenencia, sin amor por su cultura, sin proyección. Sucede este porque no tiene conocimiento, el cual se encuentra condensado maravillosamente en los libros. Alguien dijo: “Temedle al hombre de un solo libro”. Una persona así es dogmática, crédula, es víctima del complejo de inferioridad, no le gusta mandar, le gusta que la manden, obedece ciegamente, es dogmática, huraña y mezquina.
En cambio, la comunidad que lee siempre está al tanto de los acontecimientos. No traga entero. Critica y propone. Lidera. Ama. Fiscaliza. Es dialéctica, alegre; siempre está dispuesta a entender al otro, sobre todo, no está dispuesta a competir, sino a compartir.
Todos los días hay algo nuevo, en las más diversas áreas del conocimiento. La razón es elemental: Todo está en movimiento, desarrollándose, cambiando, de lo inferior a lo superior, de lo simple a lo complejo.
Nuevos descubrimientos, nuevas conquistas del espacio, hechos en la cultura, en la política, en el arte, en el deporte. Mire usted, por ejemplo, cómo ha evolucionado el fútbol colombiano. Ya le jugamos de tú a tú a las mejores selecciones del mundo. No hace poco empatar un partido con cualquier selección nacional era considerado una proeza. Hoy, ya nos damos el lujo de llegar a los octavos de final en los mundiales, seguramente más adelante estaremos en los cuartos y más tarde en la final. Todo es un proceso. Pero, eso lo capta, lo entiende, lo comprende una persona que lee, estudia, compara, reflexiona, escribe, analiza.
Para una persona que no lee, todo es monótono, todo es igual, da lo mismo caer que quedar colgando, cualquier mentira la cree ciegamente. Álvaro Uribe Vélez, hombre de mentalidad enfermiza por el poder al precio que sea, como solía decir Nicolás Maquiavelo: “El fin justifica los medios”, se le ocurrió decir con toda su perversidad que le caracteriza: “Castrochavismo”. Pues con la ayuda de los medios de comunicación, medios de incomunicación perversos, logró que diez millones corrieran sumisos y temerosos a votar por su pupilo. “No importa que el nuevo gobierno baje los salarios, lo importante es que se salvó Colombia del “castrochavismo”, comentaba un campesino de la cordillera. Una modesta vendedora de chance, anotaba: “Voté por Duque, porque si lo hacía por Petro, corría el riesgo que me quitara mi moto o me pusiera a compartirla con otros”. ¿Será que una persona que lee de verdad, es lectora y no “lectorcilla”, como decía Federico Nietzsche, come cuento tan fácil de cosas tan estúpidas? Por supuesto que no. Una persona que practica con frecuencia la lectura, investiga, pregunta, lee, estudia y repasa (Fórmula IPLER), no se deja engañar fácilmente. No es ingenua. No es metafísica.
Por eso es que los gobiernos de derecha se empecinan en acabar con la educación pública, cerrando escuelas, colegios, universidades, bibliotecas, casas de la cultura, etc. Para que el pueblo siga sumiso, anarquizado, dividido y resignado.
No produce votos, produce vida
Así las cosas, una campaña por la promoción de la lectura como la viene implementando y estimulando la administración del médico Jaramillo Martínez, no produce votos para alimentar la politiquería y la sumisión. En cambio, sí produce vida, esperanza, necesidad histórica de unidad y de cambio hacia un sistema con verdadero rostro humano, que no es otro que el Socialismo.
Entiéndase el Socialismo como sistema contrario al capitalismo. Sistema en el cual lo más importante es el ser humano en función social, sistema que elimina la explotación del hombre por el hombre y la injusticia galopante en el capitalismo. No es el socialismo lo que explica la derecha, es socialismo lo que explica la izquierda. Eso porque la neutralidad no existe, es una engañifa, diría Pablo Neruda, el formidable autor de “Los 20 poemas de amor y una canción desesperada”, “Confieso que he vivido” y “Para nacer he nacido”, entre otras.
Siguiendo esta política trazada por el mandatario municipal y desarrollada por la secretaría, la biblioteca “El Cañón del Combeima”, desarrolló ayer el primer Picnic Literario 2018, en el corregimiento de Villa Restrepo. La actividad causó impacto entre los que se encontraban reunidos en el hermoso parque principal de este corregimiento. Ni chicos, ni grandes, fueron indiferentes. “¿Son libros para la venta?” “¿Cuánto cobra para que los niños lean?” “¿Esto es obra del alcalde o del gobernador?” Fueron interrogantes de las personas que cruzaban por allí. Al mirar el letrero: “La lectura es: ¡Dulce!”, unos se reían y otros preguntaban qué quería decir.
Fue una experiencia gratificante en un día espléndido, soleado, lleno el caserío de turistas y deportistas aficionados al ciclismo, enamorados y personas que buscan la naturaleza para desestresarse y continuar así la lucha por sobrevivir con fe y esperanza en un país donde aún no se han roto las cadenas de la sumisión, pero se avanza en esa dirección con paso firme con actividades como estas, donde la preocupación es porque la comunidad lea y rompa así con el analfabetismo político que tanto daño le ha hecho a esta república sudamericana: Colombia.
Dice Rius, escritor mejicano: “Apague la televisión y abra un libro”.
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