lunes, 30 de julio de 2018

En busca de la dignificación del escritor tolimense

Por Nelson Lombana Silva

Entrevista con Gustavo Prada Fernández.- Gustavo Prada Fernández es un soñador, quizás un utópico que al frente de la Corporación Escritores del Tolima (CORPOESTOL), sueña contribuir a dignificar la labor de los escritores y escritoras del departamento de Tolima.


Un mundo de iniciativas fluye en su cabeza. No le teme a la adversidad. Considera que es un reto que hay que asimilar con decisión y coraje. El escritor debe superar la mendicidad, la literatura debe estar a la altura y jugar un rol preponderante en la paz y en los cambios que necesita el país.

La directiva que preside se reunió con el alcalde Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez. Las noticias son promisorias. Así lo manifiesta. Dos actividades: Una un taller dirigido a 25 colegios con igual número de escritores. La otra actividad: La tercera feria departamental del libro.

La página web: www.pacocol.org participó de la reunión de escritores tolimenses anoche y habló brevemente con su presidente, Gustavo Prada Fernández, para conocer su versión sobre la realidad concreta de los escritores y escritoras tolimenses y sus perspectivas a corto, mediano y largo plazo:


-         ¿Cómo se ha venido desarrollando esta corporación de escritores tolimenses?

Hay algo muy importante: Tan pronto nace y abre los ojos, da los primeros pasos y comienza a avanzar en edad, encuentra en ese recorrido aficiones. Una de ellas para mí, fue la literatura, la comunidad, la gente, el mundo en el que vivía, la naturaleza. Eso fue mi parámetro para desarrollar en mí la literatura.

-         ¿Cómo define, precisamente, esta palabra: ¿Literatura?

Defino la palabra literatura, en el caso de nosotros los escritores, como la manera de manifestar, bien sea riéndose o bien sea llorando, lo que hace el niño. Es decir, cuando la persona a través de las palabras, puede expresar, no con la mano, sino con el corazón, sus sentimientos, sus situaciones, sus vivencias. Eso me parece trascendental.

-         En Colombia no se valora mucho el valor del escritor. ¿Cuál es su percepción?

Sobre todo, en el departamento de Tolima, tenemos una particularidad que considero que no existe tanto en otros departamentos. Es típico decir que los antioqueños son muy unidos, que tienen sentido de pertenencia. Pero, en realidad no son solamente los antioqueños, son los demás departamentos. Uno se da cuenta en sus recorridos. El llanero quiere su territorio, lo ama profundamente. Tienen sus expresiones folclóricas de cada municipio.

Pero, en el Tolima, lo doloroso es que existe como rezago de una batalla muy cruenta, en la cual nosotros pagamos con nuestras vidas, nuestros ancestros pagaron el hecho de enfrentarse a un enemigo poderoso que vino a saquear, a aculturizar, a destruir, a imponer. Incluso, destruyeron nuestras originales creencias religiosas. Quitaron la vida a millones de nativos mal llamados indios.

-         ¿Qué viene haciendo la corporación?

Viendo el estado de postración que tenemos a nivel departamental, la poca valía que tienen los escritores, su literatura, sus expresiones culturales. Pienso que esto mismo les sucede a los pintores, los hemos visto literalmente dibujando el hambre. Conozco personas que tienen que salir prácticamente a almorzar con un tinto y un cigarrillo, porque no tienen para el almuerzo.

Desafortunadamente, Ibagué ha sido campeona en desempleo durante varias oportunidades en el contexto nacional. Nuestras administraciones les han apostado a otras cosas, menos a su gente.

-         Los escritores tolimenses parecen metidos en una torre de babel. Es decir, cada uno por su lado. ¿Cómo organizarlos y cómo crear conciencia sobre su papel trascendental en la construcción de una sociedad humana y en paz?

Si muchas veces es difícil entenderse uno mismo sobre qué es lo que uno piensa y qué es lo que uno quiere, porque a veces suele entrar uno mismo en contradicciones, y la ve uno en el aspecto político, diría mejor, politiquero, porque no hay política en Colombia, con más veras a una persona que tenga miles y miles de problemas, impotentes de resolver.

¿Cómo puedo decirle yo a una persona: ¿Perdonémonos, amémonos, tengamos confianza, si a ese señor su estómago le está chirriando de hambre? ¿Cómo le podemos decir: ¿Tenga paciencia, si tiene unos hijos que hay que llevarles de comer, algo para su sostenimiento?

Hay cosas que son primordiales y esas cosas primordiales hay que tenerlas claras para contribuir a su bienestar y, sobre todo, su función tan vital.

Esto es deprimente. Es una cruda realidad que no podemos ni eludir, ni ocultar, quijotescamente queremos enfrentar.

He visto escritores en el centro de Ibagué, ofreciendo su libro con súplica. Una forma de limosnear para llevar algo para su casa. Hasta ese punto ha llegado ese escritor, lo cual es inconcebible. No es posible truncar todos sus anhelos después de noches enteras puliendo su obra. No es posible que no pueda publicarla y mucho menos venderla dignamente. Un mil de libros hay que tener entre cinco y seis millones de pesos. Y si no tiene para comer, muchos menos para publicar. ¿Eso es justo? ¡Qué tal que Gabriel García Márquez hubiera nacido en Ibagué!

Este grupo de escritores de esta corporación, más que tener un machete, tenemos un alma afilada para abrir la trocha en busca de la dignidad y respeto de esta bella profesión u oficio de escritor.







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