sábado, 14 de julio de 2018

“El mejor truco para estimular la lectura es leer”

Por Nelson Lombana Silva

Entrevista con Alexander Carreño, promotor nacional de lectura del ministerio de cultura. 

Uno de los conferencistas que participó del primer encuentro municipal de bibliotecarios de Ibagué (Tolima), realizado los días 11, 12 y 13 de julio, fue Alexander Carreño, promotor de lectura del ministerio de cultura.


Su disertación giró en torno a las bibliotecas para la paz, tema que generó especial interés entre los bibliotecarios y las bibliotecarias por la importancia que la paz implica para todos y todas, históricamente, pero sobre todo en estos momentos cuando hay un acuerdo de paz suscrito en la Habana, entre la entonces guerrilla de las Farc – Ep y el Estado Colombiano.

Está Colombia en la gran utopía de transitar caminos de paz y reconciliación, reconstruyendo el tejido social, después de 60 años de crudo terrorismo de estado, cuyo saldo trágico supera las 8 millones de víctimas.


¿Qué papel pueden jugar las bibliotecas públicas en esta tenue esperanza de poder pescar de noche sin el miedo de ser asesinado como diría el político tolimense, Darío Echandía? Es más: ¿Qué papel puede jugar la lectura en este sueño quijotesco de reconciliación y de convivencia nacional comenzando prácticamente el siglo XXI?

La página web: www.pacocol.org, entrevistó al doctor Alexander Carreño, promotor de lectura del ministerio de cultura, quien amablemente respondió estas y otras inquietudes relacionadas con la cultura, la red de bibliotecas públicas y el arte de leer.

La utopía de la lectura “es una forma de comenzar a generar conciencia”, señaló. Dijo que la vocación de la lectura se adquiere ante todo leyendo.

La lectura sirve para elevar el nivel cognitivo, intelectual y académico. Sin embargo, “tiene bastante responsabilidad con la construcción del tejido social y en la consolidación de la cultura de todo nuestro país”, subraya. Es decir, la lectura nos ayuda a interpretar el momento histórico y, lo más importante, a transformarlo.

Así las cosas, Alexander Carreño considera sin ambages, que el mejor truco para estimular la lectura es leyendo. No está equivocado, por cuanto la lectura nos permite ampliar el horizonte para comprender la dinámica de la guerra y de la paz, a quien sirve una y a quien sirve la otra, pero sobre todo, cuál es el origen de la violencia y como llegar a la paz diciéndole adiós a la guerra.

Dice: “Creo que el mejor truco es leer, leer mucho y compartir genuinamente esos hallazgos que hay en los libros con el Otro”. Aquí, plantea otro elemento importante: No es suficiente con leer y leer, hay que compartir esas lecturas tratando de materializarlas en la práctica. Es quizás, lo que dice el filósofo Platón con otras palabras, cuando afirma: “El que lee y lee, pero no practica, es como el que ara y ara, pero nunca siembra”.

Es decir, una lectura nos compromete a decir y a hacer como lo sostenía el héroe cubano José Martí.

En ese proceso heroico y a veces quijotesco de fomentar la lectura, la biblioteca pública se convierte en el principal motor. Alexander lo corrobora al decir: “No hay otra institución que por objeto tenga la promoción del libro y la cultura escrita como la biblioteca”.

De acuerdo a la definición que da Carreño sobre la biblioteca para la paz, todas las bibliotecas que cumplan con sus funciones, objetivos y metas son para la paz. En palabras suyas: “Cuando una biblioteca cumple a carta cabal con sus objetivos y con sus funciones, está garantizando procesos de encuentro  en torno a la palabra, que son los que nosotros necesitamos para que en este país empiece a cambiar esas formas de ver, entender el conflicto y la violencia como tal”.

Analiza el papel mediático en el proceso de la lectura y de la consolidación de la paz. No lo sataniza, pero sí lo critica al decir: “Creo que es más la tendencia de este tipo de medios a manipular o tergiversar la información”.

Dice que se fortalece la lectura en Colombia, fortaleciendo la red nacional de bibliotecas públicas, dotando las bibliotecas y garantizando la continuidad de los bibliotecarios y los procesos.

La entrevista completa es la siguiente:  

-      ¿Cómo definir la utopía de leer en un país que poco se lee?

El tema de la utopía es bien interesante en la medida en que, efectivamente, es un camino que hay que recorrer bastante difícil, bastante pedregoso, si quisiéramos nombrarlo de alguna manera, pero considero que es una de las mejores vías para generar transformaciones reales desde el escenario de lo cultural. Es la posibilidad, que efectivamente, la gente puede acceder a esos bienes culturales, palabras de Federico García Lorca, esos bienes del espíritu, esos dones del espíritu.

Es una forma de comenzar a generar otro tipo de conciencia, empezar a conocer qué es lo que históricamente nos tiene todavía un tanto amarrado a este tipo de prácticas, en donde la única opción posible o visible, o la que nos quieren vender, es la de agredirnos unos a otros.

Creo que la sensibilidad que transmite el arte, en este caso la literatura, es un buen camino para empezar a mover otro tipo de pensamiento en nuestra sociedad.

-      ¿Cómo ayudar a generar vocación por la lectura en el pueblo colombiano?

Al leer como en cualquier otra disciplina. Se aprende leyendo. No hay ninguna otra opción. Creo que quienes tenemos las banderas de los libros, de la cultura escrita en general, de los espacios de formación, de los espacios académicos, estamos llamados a promoverla en cualquiera de sus formatos.

El tema es comenzar a conocer que, efectivamente, más que un ejercicio que está fortaleciendo el escenario de lo cognitivo, de lo intelectual y de lo académico, tiene bastante responsabilidad en la reconstrucción del tejido social y en la consolidación de la cultura de todo nuestro país.

-      ¿Hay trucos mágicos para estimular la lectura?

Creo que el mejor truco es leer, leer mucho y compartir genuinamente esos hallazgos que hay en los libros con el otro. Ese es el mejor truco, es lo que nosotros consideramos.

Compartir con el otro esas alegrías, esas tristezas, esas añoranzas, todos esos sentimientos que le generan a uno las historias, los poemas, las crónicas, las notas de prensa. Absolutamente, todo lo que sea susceptible de comunicar con el otro. Ese es el mejor truco.

No nos quedemos con esas cosas bellas que encontramos, que hallamos, hay que compartirlas, hay que socializarlas, hay que generar espacios en donde el libro sea el protagonista, en nuestras casas, en las escuelas; fortalecer todos los procesos que se vienen adelantando en las bibliotecas y apoyar todas estas iniciativas de muchos líderes en todo el país que se están movilizando y que de verdad, más allá de la institucionalidad, le apuestan con convicción a un cambio a través de estas prácticas.

-      En este empeño de estimular la lectura, ¿Qué rol juega y debe jugar la biblioteca pública?

La biblioteca pública tiene que ser como institución, la líder de estos procesos; no hay otra institución que por objeto tenga la promoción del libro y la cultura escrita como la biblioteca.

En ese orden de ideas, tiene que ser ella la abanderada, la que convoque, no solamente a las comunidades, sino a todos los líderes. Lamentablemente para el caso de nuestro país, a los mismos administradores que, considero yo, necesitan empaparse más del asunto, necesitan saber realmente por qué las bibliotecas son unos espacios vitales y empiecen a ponerles un poco más de atención a esto.

-      ¿Qué interpretación le da usted a esa iniciativa de bibliotecas para la paz?

El tema de las bibliotecas y la paz, es un tema bien interesante. Evidentemente, es bastante coyuntural. Nosotros no pretendemos ponerle más cargas a la lectura, no queremos volver a la lectura algo “mesiánico”, como suele suceder en algunos escenarios; lo único que queremos señalar cuando hablamos de bibliotecas como escenarios de paz, es que cuando una biblioteca cumple a carta cabal con sus objetivos y con sus funciones, está garantizando procesos de encuentro en torno a la palabra, que son los que finalmente necesitamos nosotros para que en este país empiece a cambiar esas formas de ver y entender el conflicto y la violencia como tal.

-      ¿Cómo se ha venido posicionando esta iniciativa en el ámbito nacional?

La hemos venido posicionando y socializando a partir de los diferentes espacios académicos que tenemos con bibliotecarios, con lectores voluntarios, con líderes comunitarios que tienen la posibilidad de vincularse en las regiones cuando estos se agenda.

Es la mejor manera, poniendo sobre la mesa el tema, discutiéndolo, no dando por sentado prácticas, ni metodologías, sino reflexionando en torno a la importancia de que nosotros seamos agentes activos en este proceso de construcción de paz a partir de lo que nos convoca que es la palabra y la cultura escrita.

-      Según su criterio, ¿Se han “rajado” los medios masivos de comunicación en esta tarea de estimular la lectura en Colombia?

Yo siento que en algunas ocasiones es un tema que se toma muy a la ligera. Creo que en términos generales, los medios de comunicación tienen una tendencia a simplemente ir comunicando sin mayor detalle, sin mayor profundidad, sin generar análisis profundos, reales.

Quienes nos movemos en el escenario del libro y la lectura, sabemos que todas estas campañas sí motivan y estimulan, pero de fondo no están transmitiendo con claridad los mensajes que se tienen que transmitir, que tienen que ver con un ejercicio mucho más riguroso y dedicado a la hora de formar lectores en este país.

-      ¿Cómo analiza usted la propuesta de medios alternativos, propuesta que se comienza a desarrollar en Colombia en la década de los 60s?

Me gustaría que me precisara más lo de alternativo, a qué hace referencia, porque yo podría interpretar no sé, otra cosa.

-      Son medios de comunicación que han venido saliendo como respuesta a la homogenización de los grandes medios. ¿Algo le dice esto?

Las redes sociales, por ejemplo. Me parece que es una buena herramienta. Personalmente me encuentro un poco distante. Creo que podrían llegar a ser unos buenos mecanismos movilizadores, los cuales no podemos satanizar, pues siempre, absolutamente todo, está ligado es al uso que les demos, pero creo que es más la tendencia de este tipo de medios a manipular o tergiversar la información.

Creo que hay que ser muy selectivos a la hora de acceder a este tipo de plataformas para saber qué es lo que realmente nos quieren comunicar o quiénes son los que realmente están comunicando con transparencia, porque, evidentemente, también hay un gran artilugio con la palabra a la hora de   transmitir información.

Creo que son muy buenas y la podemos capitalizar. Pero, también hemos visto grandes ejemplos de cómo han sido decisivas en situaciones como los presidentes que gobiernan a los países.

-      ¿Cree usted que la lectura contribuye a aclimatar la paz estable y duradera en Colombia?

No me atrevería a decir que aquí matar, pero sí creo que en la medida en que se van fortaleciendo estos espacios de discusión en torno a la lectura, se van dando más herramientas para hacer unos ejercicios muchos más críticos a la hora de tomar decisiones.

-      ¿Se avanzaría utilizando qué mecanismos?

Yo creo que hay que seguir trabajando fuerte en el fortalecimiento de las redes de bibliotecas, de las dotaciones de las bibliotecas. Hay que ponerle especial atención al tema de la legislación nacional en términos de las garantías que deben existir para que esto no sea una decisión del gobernante de turno en cada municipalidad y los procesos se vean estropeados simplemente porque estos cargos están considerados como un comodín.

Creo que uno de esos primeros pasos grandes que debemos dar, es esperar a mirar cómo hacemos para que de verdad, se le dé continuidad a estos espacios y tengamos que estar volviendo cada tanto a iniciar procesos con bibliotecarios que duran tres meses, cuatro meses, seis meses, en el mejor de los casos uno año o toda una administración.

Como lo hemos mencionado, el tema de formar lectores, de consolidar espacios de lectura en las comunidades, es un trabajo que necesita un poco más de prolongación en el tiempo y personas lo suficientemente capacitadas y con la convicción para que de verdad puedan trascender.

-      Rius, escritor mejicano aconsejaba apagar el televisor y abrir un libro. ¿Está de acuerdo con Rius?

Miraba en estos días una especie de “meme” que decía: “No sé qué le ven a la televisión, si es tan plana”.

Vuelvo al mismo ejemplo de cómo finalmente el tema de las herramientas está en el uso; creo que efectivamente, hay unas muy malas programaciones que no favorecen en nada la formación de los ciudadanos en términos de lo individual, de lo colectivo.

Pero, creo que sí hay unas muy buenas iniciativas que podrían funcionar si a mí me lo preguntan, evidentemente, yo abogaría por un ejercicio mucho más ligado al tema del libro, pero no dejaría pasar tampoco todas estas buenas posibilidades de grandes producciones televisadas que están también en el mercado, grande series que nos ofrecen también, otros tipos de experiencia desde lo estético, que si bien no son las mismas que las literarias, también generan reflexiones y experiencias bien interesantes.

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