domingo, 15 de julio de 2018

“No estamos ante un simple cambio de gobierno”

Por Nelson Lombana Silva

“Colombia es un estado mafioso”, dijo Gustavo Petro durante la campaña. Presentó argumentos a granel e incluso, señaló que Iván Duque Márquez era el fiel representante de ese estado.


Diez millones de colombianos y colombianas hicieron caso omiso. Ahondando en el analfabetismo político dijeron que era mentira, una falacia, que lo único cierto era que Petro era guerrillero y que, si ganaba, el ministro de defensa era Timochenko.

Esos diez millones de colombianos y colombianas “pensaron” y actuaron como si cada uno de ellos fuera Carlos Ardila Lule, el Grupo Santodomingo o los Cacaos de Medellín.

Ante el avance arrollador de la propuesta de la Colombia Humana, la burguesía se asustó. Por primera vez sintió el caminar de animal grande, produciéndose un hecho histórico: El país se polarizaba por fin entre Derecha e Izquierda.

Siguiendo la filosofía del capitalismo, la cual indica que no maneja relaciones humanas sino intereses económicos, no tuvo inconvenientes en unirse la derecha y la extrema derecha, no para defender los intereses del pueblo, sino para defender sus intereses de clase. Lo más sucio, ruin, corrupto y descompuesto se unió alrededor de Iván Duque Márquez. Una masa amorfa, ahistórica y analfabeta política, se dejó fácilmente seducir por la publicidad mediática de personajes siniestros como J.J. Rondón.

Con esta elección Colombia se encuentra hoy, una vez más, en el laberinto sin general, por cuanto una vez conocidos los resultados, el presidente electo ha venido mostrando su verdadero rostro, su verdadero propósito, el cual se podría resumir en pocas palabras, así: “Sacrificar la paz contenida en el histórico acuerdo de la Habana, sobre todo la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), con el único propósito que los militares, terratenientes, banqueros, no cuenten su verdad, quedando al descubierto el verdadero rostro, la verdadera personalidad del ex presidente y narcotraficante número 82, según la CIA, Álvaro Uribe Vélez”.

En otras palabras, todo indicaría que el presidente electo estaría dispuesto a sacrificar la esperanza de vida de 50 millones de colombianos para salvar una sola persona que tanto daño le ha hecho a esta nación sudamericana. Que el manto de la mentira y la impunidad sigan cubriendo los acontecimientos que han conmovido tanto a la comunidad nacional como internacional.

De igual manera, causa horror los demás anuncios: Más impuestos para el pueblo y menos para los grandes empresarios; más meses de cotización para la pensión, acabar con la Corte Constitucional, la Tutela, la JEP y convertir a Colombia en cabeza de playa para agredir países hermanos como la república bolivariana de Venezuela.

Su marcada sumisión a los Estados Unidos raya en la obsecuencia incondicional al Tío Sam. La soberanía nacional sigue herida de muerte con nueve bases militares gringas ubicadas estratégicamente en el territorio nacional.

Todo indicaría que el presupuesto para la guerra se incrementaría paulatinamente, mientras otros, como salud, educación, cultura y trabajo, menguarían sustancialmente.

Análisis Comunista

Los comunistas colombianos, reunidos por estos días en Bogotá, caracterizaron muy bien el dramático momento que vive el país con la elección de Uribe Vélez en cuerpo ajeno. Es una análisis realista y bien estructurado. Un acápite de la declaración política, señala:

“La fórmula del uribismo que ganó la contienda electoral, representa la continuidad de las políticas centrales del viejo bloque de poder, solo que ahora su conducción está nuevamente a cargo de la ultraderecha más conservadora y atrasada. Es claro que no estamos ante un simple cambio de gobierno. La fracción uribista de la burguesía logró recuperar el apoyo de los sectores más agresivos del gran capital transnacional que pretenden restaurar las bases de un modelo autoritario y represivo en el marco del postacuerdo, no desprovisto de ambiciones revanchistas, pero sobre todo de contrarreformas en concesión a las corrientes conservaduristas  y militaristas del ámbito social e institucional. Su objetivo confesado ha sido el de impedir una transición a una apertura democrática que consolide los avances y bloquee la participación de las nuevas fuerzas sociales y políticas en la opción de conducción del estado”.[i]

La respuesta es popular

Sin embargo, no todo lo tiene ganado la derecha y la extrema derecha. El resultado presentado el 17 de junio para la izquierda es contundente: 8 millones 34 mil votos por la Colombia Humana. Es un resultado histórico. Un resultado que demuestra de un lado la justeza del pensamiento de izquierda y la otra que hay un pueblo que sobreponiéndose heroicamente a la represión de los aparatos ideológicos y represivos avanza en la búsqueda de la democracia, la paz con justicia social y la humanización de la sociedad colombiana en su conjunto.

Hoy se presentan dos escenarios claros de lucha y resistencia: La acción parlamentaria y la acción extra parlamentaria, dos escenarios que se deben articular dialécticamente para resistir los embates de una oligarquía moribunda, pero que todavía tiene mucha capacidad de hacer daño al pueblo colombiano.

Y es que mirar a groso modo la historia de la izquierda colombiana resulta estimulante, por cuanto a pesar de la feroz incomunicación mediática y criminalidad de que ha sido objeto, históricamente, avanza. Con Jaime Pardo Leal la izquierda cosechó 300.000 votos. Vino el exterminio más salvaje del Partido Comunista y la Unión Patriótica (UP). Con el maestro Carlos Gaviria Díaz, la cifra aumentó a 2 millones 700 mil; ahora, con Gustavo Petro a 8 millones 34 mil. Es una proeza. Es un impulso moral y político para no desfallecer y seguir predicando la justicia social, la soberanía nacional, la defensa del medio ambiente, la lucha contra la corrupción.

Salto cualitativo

Ante la tozudez de los hechos y acontecimientos, que tratan todos los días los medios masivos de comunicación de minimizar, el gran desafío está en superar la etapa de la oposición para pasar a un escenario nuevo: El Poder. “Hace rato me he venido preparando para ser poder”, dijo el ex candidato presidencial de la Colombia Humana, Gustavo Francisco Petro Urrego.

En esa misma dirección se ha pronunciado el Partido Comunista: El Poder. Bueno resulta entender que la política ante todo es Poder. Por eso, la disputa es tan violenta y cargada de tantos artimañas y emociones. 

El poder no es algo abstracto, el poder es concreto. Hay que desarrollarlo y fortalecerlo en el pueblo. En la medida que eso ocurra, el proceso de cambio irá avanzando. El pueblo será invencible y asumirá el poder en Colombia.

Una herramienta fundamental es la lectura y el fortalecimiento de la cultura, pero también el conocimiento de la historia, sobre todo la historia como la forma de entender el presente y proyectar el futuro. Es decir, entrelazando dialécticamente pasado – presente – futuro. Historia no es solamente pasado, historia es presente y futuro.

Además, se comienza a ejercer poder con la responsabilidad y el compromiso ético. Siendo ejemplo de honradez, organización, puntualidad y vocación de trabajo. Enseñar más con el ejemplo que con la palabra como sugería José Martí.

En ese proceso estamos. Proceso complejo, pero emocionante. No digo que el poder popular está a la vuelta de la esquina, pero sí está cerca. Incluso, más cerca de lo que usted en un momento dado se pueda imaginar. Avancemos colectivamente, es la consigna.  

[i] Semanario VOZ La verdad del pueblo. Edición número 2940, semana del 11 al 17 de julio de 2018. Página consultada 10.

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