jueves, 30 de abril de 2020

Revolucionario de tiempo completo fallece en Ibagué

Por Nelson Lombana Silva

El Camarada José Santos Salinas Novoa, falleció ayer, hacia la madrugada, en la ciudad de Ibagué (Tolima), a la edad de 81 años de edad. El cáncer puso fin a un revolucionario de toda la vida, que con su abnegación y decisión contribuyó decididamente al proceso que se viene desarrollando en Colombia con avances y retrocesos, pero siempre siguiendo la dinámica dialéctica de las manecillas del reloj.


Era natural del municipio de Anolaima (Cundinamarca), siendo sus padres: Santos Salinas y Evidalia Novoa. Desde su infancia mostró un espíritu rebelde y crítico contra el modelo gubernamental. Leía a su manera la existencia de pudientes y dominantes y de abnegados campesinos humildes como él, sumergidos en la miseria y la constante explotación del régimen capitalista. Al lado de esta injusta e inaceptable división de clases antagónicas, la violencia bipartidista llenaba de sangre los campos, luctuoso suceso que no le era indiferente al niño y al joven que con todas las vicisitudes del mundo, iba forjando su personalidad a la intemperie, unas veces bajo la lluvia y en otras bajo el sol canicular.

En ese trajinar silencioso y dramático del pueblo que no ha roto sus cadenas, el camarada José Santos tuvo contacto con el Partido Comunista, asimilando poco a poco los principios, el programa y el sentido de la lucha de masas. Pudo darse cuenta que otro sistema sí es posible, el cual se construye con abnegación, sacrificio y compromiso con su clase social. Asistía puntual a las conferencias de los camaradas del central, hacía parte de los debates y desde luego, las tareas del momento.

Con el apoyo del Partido Comunista y la solidaridad internacionalista de la entonces Unión Soviética, José Santos Salinas Novoa, visitó el primer estado socialista en el mundo, ampliando los conocimientos teóricos filosóficos y económicos que inspiran el marxismo y el leninismo. De igual manera, templó la conciencia social y de clase.

Al regreso al país, henchido de espíritu revolucionario y de conocimientos filosóficos, económicos y políticos, decide marchar a la montaña a engrosar la lucha revolucionaria de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (FARC – EP). Se mueve por el departamento de Tolima, enarbolando la bandera de la paz y la esperanza, añorando un país al alcance de todos y todas, sin privilegios de ninguna naturaleza.

La vejez lo agobia. También las enfermedades y las limitaciones económicas. Afortunadamente, encuentra en su hermano de sangre e ideas, la solidaridad, viviendo sus últimos años bajo su techo. La muerte lo sorprende a la madrugada, cumpliendo de esta manera su ciclo biológico. 

Su legado es inmenso, empezando por su sencillez, firmeza y carácter para no rendirse ante las dificultades, ni dejarse amilanar o sobornar del poderoso enemigo de clase. No traicionó sus ideales, que son los ideales del pueblo. No ocupó grandes cargos de dirección. Fue un combatiente de base que lo hizo con donaire, firmeza y compromiso revolucionario.

A la familia, expresamos nuestra solidaridad y al camarada nuestra gratitud por lo que hizo en su largo y adverso trajinar por las tierras ubérrimas del Tolima y de Colombia. Y así como fue silenciosa su existencia, también fueron silenciosas sus honras fúnebres. Como dijo su hermano: “De la casa al crematorio, sin acompañamiento”. Aquí, cabe la célebre frase de José Martí: “Toda la gloria del mundo cabe perfectamente en un grano de maíz”.

Gracias camarada José Santos Salinas Novoa, su sacrificio no será estéril, ni su obra perderá brillo. Vivirá en los corazones jóvenes de los revolucionarios y revolucionarias de hoy que continúan sin miedo, forjando el sistema socialista. ¡Hasta la victoria Siempre!

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