jueves, 16 de febrero de 2017

Solidaridad con la revolución venezolana

Por Nelson Lombana Silva

Los Estados Unidos arremeten contra el proceso revolucionario que se viene desarrollando en la hermana república bolivariana de Venezuela. Donald Trump, acelera la agresión aprovechando los apátridas oligarcas de este país.



La comunidad internacional no se puede quedar cruzada de brazos ante las agresiones que se vienen sucediendo unas tras de otras sin control alguno. Sin la más elemental norma de respeto a la libre autodeterminación de los pueblos como reza el derecho internacional.


Al lado de la postura imperialista de los Estados Unidos, hay que dimensionar también la postura rastrera del gobierno colombiano, que no ha dudado en prestar el territorio para agredir a la hermana república venezolana. Hay siete bases gringas en Colombia, aunque algunas hablan hasta de 14 y muchas más.


Uribe dijo que le faltó tiempo para haber invadido la patria del libertador Simón Bolívar. Santos era el ministro de defensa y por supuesto acolitaba todas estas bellaquerías. Uribe es directo, Santos es traicionero. En síntesis, es la misma cosa.


Resulta diciente las recientes declaraciones de Donald Trump y altos funcionarios estadounidenses cuando afirman que el presidente colombiano viene contribuyendo a aclimatar la democracia en Venezuela. Para un entendedor pocas palabras. Dice mucho ese concepto del imperialismo, sobre la postura de Juan Manuel Santos en relación con la hermana república.


La afirmación grosera de Trump, contra el vicepresidente venezolano, Tareck El Aissami, de relacionarlo con el narcotráfico, constituye una agresión más al pueblo bolivariano de Venezuela, que la comunidad internacional debe rechazar sin vacilaciones de ninguna naturaleza.


El tesoro del departamento estadounidense lo ha acusado de facilitar, proteger y supervisar cargamentos de droga desde Venezuela con destino a Méjico y Estados Unidos.


Hace caso omiso el señor Trump de los antecedentes de lucha contra el narcotráfico adelantada por Tareck El Aissami, cuando era ministro del interior durante el período 2008 – 2012 e incluso, siendo gobernador del estado Aragua 2012 – 2017, recibiendo felicitaciones por los mismos Estados Unidos, pues siendo ministro capturó a 102 capos  de la droga y 21 fueron extraditados a los Estados Unidos.


Tiene razón el presidente Nicolás Maduro al decir que todo esto es como una especie de venganza del narcotráfico, sumado a la política imperialista de los Estados Unidos y la ultraderecha venezolana. “Es como una venganza del narcotráfico sumado a la ultraderecha venezolana que se fue a Washington a pedir estas medidas”, indicó.


El vicepresidente ha respondido esta agresión con dignidad y patriotismo. “Ante la infamia  y la agresión imperialista: Moral intacta, mayor firmeza, convicción antiimperialista y mayor conciencia chavista”.


Ha agregado: “La verdad es invencible y veremos cómo se desvanecerá esta infame agresión. Ahora con más fuerza haremos irreversible nuestra revolución”. ¡Qué hermosas palabras!


El otro ataque bestial proviene desde los medios de comunicación. La guerra mediática de cuarta generación, liderada por varios medios entre ellos RCN, Caracol y la CNN.


CNN al parecer perdió toda decencia y equilibrio informativo. Convirtió sus ondas hertzianas en publicidad negra contra el proceso revolucionario, violando las más elementales normas periodísticas, al extremo que el gobierno revolucionario se vio precisado a sacarlo del aire.


Esa medida es como torear un avispero. Sin embargo, es una medida ajustada a las normas constitucionales vigentes allí. Es decir, no es una medida arbitraria, ni tampoco una simple decisión del compañero presidente Nicolás Maduro.


La decisión está sustentada no solo en la Constitución Nacional, sino también en dos leyes más: La ley de responsabilidad social en radio, televisión y medios electrónicos y la ley orgánica para la protección de niños, niñas y adolescentes. Es decir, no se estaría violando la libertad de información y menos se estaría aplicando la censura.


El imperio ataca por todos lados. Por eso, se debe globalizar la solidaridad con Venezuela y promover una gran movilización continental por la defensa de la libre autodeterminación de los pueblos y en solidaridad con la república bolivariana de Venezuela. No basta con decir, hay que hacer.

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