domingo, 12 de febrero de 2017

La postura anti obrera de Jaramillo no es de ahora

Dirigente nacional de ANTHOC, Ricardo Varón .-Foto: Archivo Nelosi
Por Nelson Lombana Silva

El médico Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez, actual alcalde municipal de la ciudad de Ibagué (Tolima), siempre ha asumido una postura anti obrera, pues al parecer toda la vida ha considerado a los obreros directos responsables de las crisis cíclicas del capitalismo.



Su pensamiento es que los obreros son la causa de las dificultades y la única solución es echarlos a la calle. Lo hizo en el hospital de su pueblo natal Líbano, siendo gobernador del Tolima. Igualmente, en el Federico Lleras Acosta. Al parecer, para él los trabajadores solo tienen valor e importancia durante el período electoral.


En reportaje concedido al semanario VOZ La verdad del pueblo en enero de 2012[i], el entonces dirigente sindical de Anthoc, Ricardo Varón, lo denunciaba con pelos y señales.


A la gerencia del hospital regional Federico Lleras Acosta, llegó Gilberto Barragán Ávila, al parecer ficha clave de Jaramillo. Dice Ricardo Varón: “Llega a manejarlo con otros criterios de minimizar los derechos de los trabajadores, utilizar la recarga laboral de manera extenuante para supuestamente mostrar resultados”.


En los meses de septiembre y octubre, se produjo la infeliz masacre laboral orientada por el médico Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez. Fueron más de 300 trabajadores que quedaron cesantes. Más adelante se disparó la posibilidad de otra masacre laboral.


Pero, sucedía un fenómeno, curioso, para no decir monstruoso. Ricardo lo dice en el reportaje: “Por un lado está echando y por el otro está recibiendo para ocupar los mismos cargos”. ¿Cuál era la jugada? Echar a los trabajadores con cierta estabilidad laboral, para hacer politiquería infame utilizando la necesidad de un miserable empleo. ¿Eso es digno? ¿Eso es práctica de un socialista?


Agrega el entonces sindicalista Varón: “Echaron a la gente, incluso, una compañera que le hacía falta quince días para dar a luz, llevaba diez años de trabajo”.


Jaramillo Martínez no es persona grata en el sector salud. Menos ahora que ha acariciado la idea de privatizar el hospital San Francisco y la Unidad de Salud de Ibagué (USI), dejando cesante otro contingente de trabajadores. No hay cuña que más apreté que no sea la del mismo palo, dice el adagio popular. Y eso lo está sufriendo en carne propia los trabajadores de la salud en el Tolima y en Ibagué.


Los trabajadores no son los responsables de la crisis generalizada que estamos viviendo en la ciudad de Ibagué, los verdaderos responsables son los gobernantes con sus políticas neoliberales, pero sobre todo con el océano de corrupción latente y permanente.


Por estos días, algunos medios de comunicación daban a conocer la inmensa cantidad de contratos entregados por esta administración a dedo, eludiendo la ley 80, la ley de contratación. El escándalo del proyecto entregado sobre el alumbrado navideño.


La izquierda tendrá que seguir buscando gobernantes democráticos, decentes, tolerantes no neurasténicos, con verdadera grandeza y humanismo para iniciar el proceso transformador que necesita la ciudad de 600 mil habitantes. Se debe notar la diferencia entre la izquierda y la derecha. Se esperaba que con Jaramillo comenzara esa metamorfosis. Se esperaba que administración no fuera un fin sino un medio para enfilar la ciudad hacia una verdadera democracia y participación popular. Hasta ahora no se ha visto. Todo sigue igual o por lo menos, muy parecido. Quizá la diferencia es que ahora el palacio municipal está convertido en una perrera bajo la supuesta filantropía hacía los animales. Ibagué debe seguir buscando otra oportunidad, porque la actual hace agua, está marchita. Muere sin pena y sin gloria.



[i] VOZ La verdad del pueblo, edición 2622 semana del 18 al 24 de enero de 2012. Página consultada 4.





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