Racionamiento de agua en Ibagué. Foto: Noticiero 37 |
Ibagué, es una ciudad intermedia en Colombia, ubicada prácticamente en el corazón de Colombia, a escasos kilómetros de Bogotá. Tiene 600 mil habitantes y ha sido considerada “ciudad musical de Colombia”, incluso, “ciudad andina de los derechos humanos”.
Sus habitantes deambulan entre la mediocridad de la clase dirigente. Una clase dirigente que solo piensa en el interés personal, se arropa con lo que sea con el único propósito de alcanzar un cargo para su usufructo individual. Algunos posan de socialistas y hablan con qué elocuencia de justicia social y de paz, mientras sus acciones son de guerra contra el inocente pueblo que va de frustración en frustración.
La delincuencia toma por asalto la ciudad. El transporte es un caos. El agua se va todas las noches. Y a veces regresa después de la cinco de la mañana. Es un racionamiento “disimulado” hace rato. En su momento se denunció corrupción porque un funcionario dejó perder una tubería millonaria. Allí, arrancó la campaña. Ríase. Ese supuesto personaje inepto y hasta supuestamente corrupto hoy sigue en la administración. Los mismos con las mismas.
¿Soluciones? Vaya qué soluciones. Colocar un polizonte en transporte y un candidato para la secretaría de gobierno, nada más y nada menos que un policía investigado por la Corte Suprema de Justicia por las tenebrosas chuzadas cuando fungía como director del desprestigiado DAS en Santander. Y eso que se nos había dicho que los funcionarios serían por meritocracia.
Hay muchos males y pocas soluciones. La ciudad musical de Colombia o la ciudad andina de los derechos humanos, sigue como el general en su laberinto.
De un lado, se viene tergiversando el contenido real de lo que significa ser de izquierda, lo cual es supremamente grave. No lo decimos nosotros, lo dice el pueblo común y corriente: “Se fija – me dijo un líder de la ciudad – Izquierda y Derecha es la misma mierda. Ejemplo actual administración”. ¿Qué podía contestarle a ese ciudadano? Simplemente que la izquierda es de conciencia y de cambio y que lo que había allí era una grotesca caricatura, mejor un embuste.
De otro lado, lo que se viene cocinando a pasos agigantados es la retoma de la derecha de la ciudad sin ningún esfuerzo. El terreno no puede ser más frondoso para ello. Muchos seudo izquierdosos rabiosos están listos para meterse en ese bus de la pachanga, la promesa y el oportunismo. Son izquierdosos soberbios pero de estómago, oportunistas de la peor calaña.
Sin embargo, somos optimistas. El comunista es optimista por excelencia. Fidel Castro libró su batalla en la Sierra Maestra en Cuba con 300 hombres contra 10 mil del régimen de Fulgencio Batista. Y venció. Los procesos no se detienen. La izquierda se va depurando y los embusteros van saliendo a flote. El momento no es para términos medios, ni mucho menos ambiguos. El momento es para asumir una postura clara, política y concreta.
En esta lucha muchos han quedado rezagados, se han quedado adulando, mendigando una borona que caiga de la mesa del rico Epulón. El comunista no asume esa postura. Claro el comunista de verdad. El último guerrillero que acompañó a Ernesto Che Guevara, gritó antes de ser asesinado a sangre fría: “Me siento orgulloso de morir al lado del Che”. Qué hermoso. No pidió clemencia. Era un comunista de verdad. No era blandengue y temeroso. Era un revolucionario integral.
Por eso, ante desolador escenario que vive la ciudad de Ibagué el comunista real levanta la bandera de la esperanza y llama a la unidad, pero no a la unidad alrededor de un cargo burocrático o un simple contrato, unidad alrededor de propósitos colectivos. La izquierda es vigente y es lo contrario a la derecha. La diada que bien dimensionó Norberto Bobio, sigue vigente. La izquierda es cambio, la derecha continuidad de lo mismo. Eso es lo que estamos viviendo.
En medio de esa angustia que da oír los rumores de que la ciudad debe estar condenada eternamente a ser gobernada por los privados, dizque porque lo público no sirve, podemos preocupados preguntar nuevamente: ¿Hasta cuándo seguirá el racionamiento del preciado líquido en Ibagué en horas nocturnas, cuando aparentemente todos duermen?
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