Tulio Ernesto Tola. Foto Nelosi. |
Al decir de algunos, los ibaguereños constituyen un “volcán apagado”, que en cualquier momento puede hacer erupción con resultados imprevisibles.
Todas las lacras del capitalismo hacen presencia en la ciudad musical de Colombia hoy, arrojando como consecuencia una ciudad sin futuro con hambre, inseguridad, represión, corrupción, descomposición social, desempleo, personalismo y arrogancia.
“La actual alcaldía – dice Tulio Ernesto Tola – parece un cementerio”. ¿Porqué? Porque la gente sabe que no hay respuesta alguna a sus anhelos, prácticamente ha perdido la esperanza en tantas ilusiones suscitadas en la pasada campaña electoral.
Tulio Ernesto Tola, tecnólogo en construcción egresado del Sena, es ibaguereño, nació en el entonces hospital San Rafael, donde todo era gratuito, hoy clínica Tolima, el 29 de diciembre de 1957.
Evoca con nostalgia la ciudad de antaño cuando niño, a pie limpio y pantalón corto, recorría las calles vendiendo periódicos y revistas, se divertía en la estación del tren viendo llegar y salir gente, lo mismo que ganado. Cruzaba el parquecito los burros con entusiasmo y se internaba por los vericuetos en busca de una oportunidad de sobrevivir.
Son tiempos pasados. Era una ciudad taciturna, silenciosa y apacible. Así la recuerda. La contrasta con la ciudad de hoy, afirmando con tristeza cómo lo comunitario ha desaparecido y lo privado carcome. Recuerda el territorio del hospital San Francisco, que según la escritura pública, subía hasta donde hoy es la Sexta Brigada. Un alcalde al parecer se prestó para quitárselo al hospital tuberculoso y entregárselo a la represión, a la bota militar.
Según Tola, esta historia la sabe el actual alcalde. En campaña se comprometió a recuperar dicho territorio para convertirlo en universidad pública, pero hasta ahora ha sido una de las tantas promesas incumplidas.
Sus ojos se le aguan al ver la situación por la cual atraviesa la ciudad musical de Colombia. “Hay una completa descomposición social en la administración pública de la ciudad”, señala.
Su rostro se contrae al afirmar sin ambages: “La gente de los barrios la gente de los barrios está aguantando física hambre”. Subraya: “Es triste la forma como las autoridades vienen administrando la administración pública de la ciudad de Ibagué”.
“Para mí – agrega – el alcalde lo que está haciendo es prepararse para unas próximas elecciones, está dedicado a perfilar sus pupilos y buscar más poder para él”.
Tulio Ernesto Tola, es un líder comunitario con ideas claras y principios definidos, que se atreve a pensar en voz alta con responsabilidad y amplio espíritu crítico.
La página web: www.pacocol.org en exclusiva logró con él el siguiente reportaje:
- ¿Cómo recuerda usted la ciudad de Ibagué (Tolima)?
Ibagué era una ciudad muy hermosa, libre, silenciosa. Se sentía el calor de los tamales, la lechona; se sentía la placita de los burros en la estación del tren, se sentía el tren, el ferrocarril, los pasajeros. Era una construcción inmensa.
Se veía bajar los vagones llenos de ganado por los lados de la estación del tren, por los lados del puesto de policía. Yo recorría las calles vendiendo el Cronista, periódico ibaguereño de la época, periódico que cuando había una gran noticia, se vendía hartísimo. Yo era un niño que vendía ese periódico descalzo, pantalón corto. Recorría todas las calles de Ibagué.
Pero también vendía El Espacio, La República, Buen Hogar. Una cantidad de revistas. Me hice vendiendo periódicos.
En medio de mi desconocimiento me preguntaba por qué destruyeron la estación del tren, semejante obra. Todavía me pregunto: ¿Era que no habían ni ingenieros ni arquitectos que defendieran semejante obra?
Hoy sé que los alcaldes han hecho lo que quieren con Ibagué. Por ejemplo, el hospital tuberculoso (Hospital San Francisco), era propietario de todos esos terrenos que abarcaba hasta la Sexta Brigada. Yo tuve conocimiento de esa escritura.
El alcalde de la época no tuvo inconvenientes en entregar esos terrenos a la nación para levantar la sexta brigada sabiendo que esos terrenos eran del municipio de Ibagué. Es decir, de todos los ibaguereños. Eso lo reclamo porque pertenece a la comuna número 2.
- ¿De esto tiene conocimiento el actual mandatario, médico Jaramillo Martínez?
El actual alcalde, yo lo llevé y le conté esta historia, y él dijo que iba a luchar por defender eso, porque según dijo, eso tenía que convertirse en la universidad para el pueblo, que tenía que convertirse en un viaducto para conectar la comuna 2 con el centro, que el Panóptico tenía que convertirse en emporio de turismo.
El alcalde está comprometido con una serie de cosas en Ibagué para desarrollar y recuperar también, pero todavía se sostiene en la simple ilusión que se va desvaneciendo paulatinamente y transformando en una frustración más, igual que las anteriores administraciones.
Ibagué sigue siendo una confusión total, llena de desempleo. En esta ciudad estamos muchas personas sobreviviendo en las peores condiciones, viviendo con 2 mil pesos comprando vísceras, comprando lo más barato que pueda haber para poder medio alimentarnos.
Hay familias que nos mantenemos diariamente con 3, 4, 5 mil pesos y comen cinco personas, entre esos estoy yo, mi persona, porque he luchado buscando trabajo en la construcción y eso ha sido muy difícil, porque hay manipulación y explotación extrema. Hay una competencia infame y el obrero prácticamente tiene que trabajar gratis y la autoridad no toma cartas en el asunto, de alguna manera es complaciente con esto.
Las curadurías no sirven para nada. Realmente no sé qué papel juegan, lo mismo que planeación. Hay una completa descomposición social en la administración pública de la ciudad.
Me da tristeza ver cómo está el Panóptico, cómo está el cerro de Pan de Azúcar, todos los días lo siguen invadiendo con más construcciones y planeación da el permiso para todo eso. Así sucede por toda la zona nororiental construyéndose casas con licencias de planeación sin ningún tipo de estética o verdadero criterio urbanístico, teniendo en cuenta que no son terrenos adecuados para la construcción, son terrenos sueltos, son depósito de arena. Recordemos que durante la administración de Carmen Inés, la comunidad le tiró huevos, harina, toda la comuna 2, para que no fuera certificada como zona roja, porque si esto sucedía, todas las viviendas tenían que ser reubicadas en el sector nororiental. Pero, le pusieron mitigación, como quien dice: “Vivan con el peligro”. Todo eso quedó finalmente en silencio, como en espera de la tragedia para auxiliar a los sobrevivientes.
Recuerdo muy bien que vino la ministra nacional dizque a dar unos recursos, pero nunca entregó nada a los directamente afectados. Los comunales de esta comuna nos inventamos la sobretasa de 1.5 para recoger plata porque al parecer la ministra nunca trajo un peso. La misma comunidad amortiguó el peligro de esta manera. Creo que fueron más de 25 mil millones de pesos, dinero que se le entregó a un señor Bonilla, director de CORTOLIMA y él administro estos dineros y se conjuró parcialmente la problemática de estos barrios.
Fueron recursos de la comunidad, no fueron recursos del municipio. Entonces es la comunidad la que tiene que resolver sus problemas porque en Ibagué, los señores administradores vienen y se embolsillan la plata, cobran los impuestos y se van.
Miremos lo que pasó con los cacareados juegos nacionales. El alcalde de la época que se había lanzado tres veces, tenía una “rosca” incluyendo al considera “mejor alcalde de Colombia”, el señor Chucho Botero, hoy al parecer propietario de clínicas por toda Colombia, resulta que desde Jorge Tulio Rodríguez, ¿Qué han hecho por Ibagué? No han hecho sino dejarlo en una miseria, con hambre. La gente de los barrios está aguantando física hambre, la gente está acostumbrada a aguantar hambre, le tiene miedo a la cárcel y por eso no protesta, no exige organizadamente sus derechos.
De todo esto me da tristeza. Fui un niño que disfruté el colegio San Simón, el barrio Gaitán, su cancha de fútbol, disfruté la cancha de San Jorge, recuerdo cuando iba y jugaba allí el Deportes Tolima, cuando jugaba Néstor San Juan, hasta Wellington Ortiz lo vi recochando allí los domingos. Había canchas donde ir a jugar, donde el pueblo podía ir a jugar. Hoy día hay que pagar un poco de plata para poder hacer deporte, hay que pagar 120 mil pesos en una cancha privada. Hoy no hay canchas para el pueblo practicar el fútbol, el deporte.
Hoy no hay libertad, la libertad es una mentira, la libertad es pagar, pagar y pagar por todo.
Me da la impresión de que la actual administración sigue en lo mismo. Es triste saber que todos los campos deportivos en Ibagué se privatizaron y se monopolizaron para unos pocos. Vea el parque deportivo, cómo quedo. Vea las piscinas olímpicas que tanto las disfrutábamos, hoy solo queda prácticamente el recuerdo. Mire como está las piscinas, y, ¿hasta cuándo?
Lo grave es que esto ya es una noticia internacional. El deporte es internacional. ¿Qué pasa con los gobernadores? Están callados, están en silencio, no se pronuncian. Es triste la forma como las autoridades vienen administrando la administración pública de la ciudad de Ibagué.
La gran cantidad de administradores públicos que hay en los municipios y departamentos de Colombia, no son ni siquiera administradores públicos, no saben nada de lo público.
- La gente ibaguereña veía en el doctor Jaramillo una esperanza, una especie de luz al final del túnel, pero rápidamente la comunidad se ha venido desencantando de esta administración. ¿Qué percepción tiene usted?
Yo pienso que el doctor Guillermo Alfonso Jaramillo como pensante esté tratando de mirar alguna estrategia para desarrollar algo. Pero, esta es una administración que ya va para dos años y no vemos resultados. La situación va muy lenta. Hay una especie de populismo aún en los barrios, pero nada en concreto.
Me da también mucha tristeza de ver los líderes comunales que no despiertan, están inmóviles esas juntas locales. Nadie dice nada. Cada uno se pronuncia de acuerdo a su interés personal. No hay formación política y la mayoría siguen ciegamente a los politiqueros de oficio, los cuales los utilizan a su modo y conveniencia.
Para mí, el alcalde lo que está haciendo es prepararse para unas próximas elecciones, está dedicado a perfilar sus pupilos y buscar más poder para él.
- Todo indicaría que los cargos de mando los entregó el alcalde a los que le hicieron oposición en campaña. Hay en su obra más politiquería que política. ¿Cómo lo entiende usted?
Mirábamos los líderes comunales que a veces hacemos corrillo en los pasillos de la alcaldía y llegamos a la conclusión de que la actual alcaldía parece un cementerio. No hay nada, no hay corrillos, todo es soledad.
Eso me parece en parte es bueno y en parte es malo. Las alcaldías se suponen están para resolver muchos problemas de la comunidad, muchas necesidades. El desempleo, el hambre, la alimentación, los enfermos por la drogadicción. En este campo no hay una política pública seria y creíble.
- ¿Cómo analiza la postura del actual concejo municipal?
El concejo municipal es otro aparato compuesto de varias personas que no dicen nada, nunca han dicho nada, son personas que no piensan en sentido comunidad, sino en sentido de su grupo político o simplemente en su estilo de vida personal.
Yo entiendo que el Concejo es un organismo de control público. No sé qué pasa con el concejo, pero el concejo no suena para nada, lo mismo pasa con la asamblea, no suena para nada.
Ante esto, la gente no se arrima ni a la alcaldía, ni al concejo, ni a la asamblea. ¿Para qué? El poder lo tomó Guillermo Alfonso Jaramillo y él es el que manda y el pueblo no es tenido en cuenta para nada. ¿Para qué ir a la alcaldía si no hay salidas a las sentidas problemáticas? Por eso digo que la actual administración parece un cementerio.
Ibagué no tiene empresas, polos de desarrollo. Es nada. No se sabe si Ibagué es ciudad industrial, o musical o comercial o turística. No sabemos. Lo que sí sabemos es que hay una cantidad de multinacionales con fachada de colombiana pero que cobran los impuestos y se los llevan para el extranjero. Los impuestos no son revertidos en la misma ciudad. Se llevan toda la plata de la ciudad de Ibagué.
La economía está en los impuestos. Se supone que estos son para ser revertidos en la misma ciudad. Las posibilidades son para los de afuera. Los de acá nos dejan viendo un chispero. Hay que hacer cosas para que esa plata se quede en Ibagué. Para eso, se necesitan alcaldes de verdad. Ibagué para los ibaguereños, debería ser la consigna.
Estamos en lo mismo. El que tenga más saliva más come. Hay empresarios de buena fe en Ibagué, pero también de mala fe. Estos llegan exclusivamente a llenarse los bolsillos al precio que sea. Esos empresarios manipulan al alcalde y lo ponen a su servicio. La plata de los juegos nacionales terminó en España. No conocían seguramente a Ibagué, pero hubo alguien que les mostró el camino, el cartel que se creó para tal fin.
El alcalde anterior me dijo descaradamente, ¿Y a Tola qué le damos? Me dijo: Para usted no hay sino pica y pala. ¿Qué hice yo viéndome con hambre? Aceptar. Pero dice cínicamente me dijo: Tiene que levantarse 1 millón 200 mil pesos para pagar la dotación. Le dije: Pero doctor, ¿De dónde voy a sacar esa suma para pagar eso?
No se pudo. Ese es el cuento que ha predominado. Hay que pagar. El cuento es que no tenemos capacitad para contratar, que no sabemos. Con ese cuento nos aíslan constantemente y nos toca que contentarnos con ver que los que supuestamente saben se llevan los contratos y la plata. Chucho Botero nunca nos puso cuidado, Álvaro Ramírez, lo mismo.
Yo vivo resentido porque yo jugué mucho fútbol en Ibagué, recorrí las calles vendiendo periódico, mucha gente haciendo deporte en el Centenario, el mismo Rubén Darío, el de la avenida fantasma, me lo encontré varias veces en el Centenario haciendo deporte.
Todos los alcaldes han hecho cosas que no deberían ser. Muchos se han prestado para que otros se lleven la plata, para que las multinacionales se lleven el producido de nuestros impuestos de todo Ibagué. Esa es la cruda realidad
No hay comentarios.:
Publicar un comentario