El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, es una verdadera bestia disfrazada de humana, que habita en la Casa Blanca, en Washington. En términos coloquiales nuestros, no es más que “un burro cargado de plata y bombas atómicas”.
Este animal irracional tiene amedrentado a más de medio mundo pues porta en su valija diplomática los controles del inmenso arsenal bélico atómico, capaz de borrar en pocos minutos el planeta tierra, con este demencial y sofisticado armamento de destrucción musiva. Un loco jugando con dinamita. Qué horror.
Aplicar leyes migratorias tan severas como secuestrar niños, solo se le puede ocurrir a dementes, fascistas e irracionales. Las escenas que estamos viendo en la televisión son dantescas, dramáticas y espeluznantes.
Sin embargo, no basta con repudiar criaturas inhumanas de esta naturaleza, tampoco centrar el rechazo en simples “personas”, hay que ser objetivos y mirar la escena desde una perspectiva sistémica.
Donald Trump es tan criminal como los demás presidentes que ha tenido los Estados Unidos hasta ahora. Lo que sucede es que los demás han sido sofisticados y cuidadosos al cometer los más absurdos crímenes de lesa humanidad.
El presidente Truman dejó caer la bomba atómica sobre Nagasaki e Hiroshima con el único interés de probar su capacidad destructiva. Miles y miles de seres humanos, entre niños, jóvenes, ancianos, mujeres, enfermos, lisiados, fueron víctimas de este colosal y espeluznante experimento.
George W. Bush con su temerosa política de guerra de las galaxias instaló armas en el espacio, invadió países y mató miles y miles de seres humanos en completo estado de indefensión.
Barack Obama, no tuvo inconvenientes en apoyar abiertamente el tenebroso plan contrainsurgente, mal llamado Plan Colombia. Atacar despiadadamente los pueblos del lejano oriente y matar a miles y miles de seres humanos sin contraer un solo músculo de su enjuto rostro.
Condenar el sistema capitalista
Más que condenar a un individuo, hay que condenar el régimen en el cual se mueve dicho siniestro personaje: El Capitalismo. Donald Trump es un producto del capitalismo, una criatura hecha a imagen y semejanza de la esencia de este sistema salvaje y ruin, que prima el dinero sobre la dignidad humana.
Es el vocero de las multinacionales y transnacionales, que sostiene a sangre y fuego un sistema inequitativo, pérfido y brutal. Dichas transnacionales prefieren – por ejemplo – arrojar miles de toneladas de comida al mar con el único propósito de que los precios no caigan, mientras más de mil millones de personas en el mundo se debaten en la más cruda miseria, mueren por inanición.
El capitalismo es el sistema de la corrupción, del ventajismo, del chantaje y de la mentira. “No ha habido un sistema más inhumano que el capitalismo”, dijo el comandante Fidel Castro Ruz.
Así, Donald Trump no es un accidente, un caso fortuito. Nada de eso. Lo que sucede es que es un vulgar truhan criado por este sistema capitalista neoliberal.
Muchos años atrás, el filósofo Carlos Marx caracterizó este sistema al decir que “vino al mundo chorreando sangre y lodo por todos sus poros, desde los pies hasta la cabeza”. Definición cuasi perfecta.
Colombia ha sido sacudida por la infamia de este sistema. Anualmente mueren en este país, más de 120 mil niños de física hambre. Decenas de niños mueren en varios departamentos porque el alimento que debe llegarles, no les llegue porque los padres de la patria se quedan con el dinero.
En la guerra infernal contra Villarrica (Tolima), durante la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, más de tres mil niños fueron separados violentamente de sus padres y regados por el país a su propia suerte, como nos lo cuenta el escritor poeta, Edison Peralta González en su reciente libro intitulado: “Torturas, lágrimas y sangre las guerras campesinas de Villarrica”.
Niños, siendo fetos aún, que fueron sacados de los vientres a punta de bayonetas, unas veces por cuenta del ejército nacional y en otras por obra del paramilitarismo, ejército criminal creado por el innombrable ex presidente, Álvaro Uribe Vélez. Muchos casos de estos presentados en diversas regiones del país, incluyendo el sur del Tolima.
Todos estos hechos, realmente han tenido poca trascendencia porque han sido violentamente silenciados e ignorados por los acuciosos medios masivos de comunicación. El pueblo común y corriente no sabe esto. Por lo tanto, apoya aún a las mafias y a los fundadores de estos ejércitos criminales que siguen llenando de terror los campos colombianos. El drama lo viven las víctimas en su más terrible soledad y abandono de un Estado capitalista inhumano y salvaje.
Esto indica que el cerdo de Donald Trump no es un hecho aislado, único y accidental. Durante las dictaduras de Laureano Gómez y Mariano Ospina Pérez, se desarrolló la más infame política del crimen, donde la misma iglesia católica predicaba desde los púlpitos que matar liberales y comunistas no era pecado.
Así las cosas, hay que condenar la postura de Donald Trump, pero más allá de eso, hay que condenar el capitalismo altamente transnacionalizado. Como dijera José Martí: “Hay que conocer el monstruo por dentro”, para condenarlo y destruirlo. Mientras el pueblo no conozca la vida y obra del capitalismo, seguirá apoyándolo incondicionalmente, sin saber que es el único responsable de todos sus males habidos y por haber.
Es más: No es suficiente con conocerlo, hay que destruirlo para construir un sistema con verdadero rostro humano. Porque como dice Platón: “El que lee y lee y no practica, es como el ara y ara, pero nunca siembra”. Hay que teorizar y practicar, de lo contrario, estamos condenados a sufrir eternamente, mientras una minoría disfruta las mieses sin remordimiento de ninguna naturaleza.
Ese monstruo de la Casa Blanca habla de derechos humanos con qué cinismo. Condena la postura patriótica de la hermana república bolivariana de Venezuela, Nicaragua, Cuba, Bolivia, entre otros países y disfrazado de filántropo siembra el terror en aras de dominar nuevamente a estas naciones como tiene sometida a Colombia. Tacará burro porque estos países no volverán al capitalismo. Hoy debemos solidarizarnos con todos los niños del mundo amenazados y criminalizados por el capitalismo que regenta Donald Trump. Debemos decirle unidos: No más. Basta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario