¿Por qué los tolimenses debemos votar por Gustavo Petro y Ángel María Robledo este domingo 17 de junio? Sería la misma pregunta para el ámbito nacional e internacional. Sin embargo, se hace necesario particularizar debido a la situación compleja e incierta por la cual atraviesa este departamento corazón de Colombia.
Tolima o Dulima, tierra firme de Colombia, fue territorio de la nación Pijao, comunidad aborigen, mal llamada india, por cuanto no somos de la India, somos de Colombia, se caracterizó por amar la libertad, su cultura, sus tradiciones, su religiosidad y su territorio.
Por eso se opuso a la profanación del bello territorio por malhadados españoles, liderados por Andrés López de Galarza, quien no tuvo inconvenientes en generar un auténtico etnocidio con el único propósito de generarle más riquezas al imperio español.
Armados de espada y crucifijo consumieron su propósito a un precio muy alto, porque el Pijao en masa resistió heroicamente, vendió cara su derrota.
Ellos trajeron la biblia – dice Eduardo Galeano – el aborigen tenía la tierra. Hábilmente obligaron a que el aborigen cerrara los ojos, y cuando los abrieron, los aborígenes tenían la biblia y los españoles la tierra y sus riquezas.
La particularidad es que el Pijao no se dejó seducir fácilmente. Prefirió morir antes que hacerle concesión al avaro español. ¿Qué nos trajeron los españoles? El idioma, la religión, las costumbres, las enfermedades infectocontagiosas como la sífilis, la gonorrea y la blenorragia, la violencia, la ambición. Gabriel García Márquez dice que los nativos cubrían sus vergüenzas con el oro y hacían aros para jugar. Esto deslumbró a esta horda hambrienta y sedienta de oro. La enloqueció.
El Tolima tiene ancestro de lucha y resistencia. De igual manera, vocación de paz.
Pasado el vendaval ibérico, vino el vendaval gringo. Más criminal aún, que se ha sostenido en el territorio, apoyado en personajes descompuestos y perversos, cuya inspiración principal es la avaricia, el apoderamiento de lo colectivo para usufructo personal.
Este departamento está en manos de la mafia, en manos de una clase dirigente intrascendente, tramposa y con poca visión de futuro. La ultraderecha uribista lo tiene acabado, apocado. Ya no brilla en la arena nacional.
La juventud está anquilosada, de espalda a la realidad, añorando solo una oportunidad. La universidad es cada día más distante del joven tolimense. Se amenaza con privatizar la universidad del Tolima, también el Federico Lleras Acosta. La indigencia pulula en pueblos y ciudades. Mueren niños y ancianos de física hambre en el Tolima. De eso no dicen nada RCN, Caracol, El Tiempo, guardan cómplice silencio.
Todo ello, y mucho más, producto de un régimen que nos lleva gobernando hace más de 200 años. Sin embargo, con nuestro analfabetismo político que da para irradiar sectarismo y división, seguimos pensando que con Iván Duque, fiel representante de la putrefacta clase dirigente liderada por el narcoparamilitar número 82, Álvaro Uribe Vélez, según la CIA, el pueblo tiene futuro. Imposible tener futuro el pueblo con Iván Duque, él representa los intereses de la clase oligárquica. En cambio, Gustavo Petro, que es pueblo por antonomasia, representa y encarna los intereses del pueblo. Es la esperanza concreta para sacar al Tolima de este laberinto. Como mínimo comenzar un proceso nuevo, democrático y participativo consecuente con los anhelos, secularmente ignorados por los que siempre han usufructuado el poder. Duque huele a perfume francés, Petro a pueblo. Es la gran diferencia. Por eso, hay que votar por Petro.
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