viernes, 22 de junio de 2018

El fútbol: Espectáculo de multitudes

Por Nelson Lombana Silva

El fútbol o balompié es considerado el mejor espectáculo del mundo, el espectáculo de multitudes. El gran invento de los ingleses se popularizó rápidamente, no solo en este país, sino en Europa y en el planeta. Una simple pelota de trapo era suficiente para ser practicado en obreros y habitantes de barrios humildes.


La hábil burguesía no demoró en descubrir su valor económico y alejándolo de la esencia deportiva, actividad sana y humana, lo convirtió en costosa mercancía. Ha montado toda una industria alrededor de esta bella actividad deportiva. Incluso, hoy gobierna la mafia en la máxima organización rectora mundial: La Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA).

Hoy se negocia futbolistas como otrora se negociaba con esclavos, con la diferencia que en la actualidad se habla de millones y millones de dólares o euros por la transferencia a otro club, pero con la similitud de que la mejor tajada son para los que no juegan, los empresarios e intermediarios que trafican “legalmente” con el sudor y la expectativa del deportista.

Antes, la preocupación era la estética del espectáculo, deleitar al público. Hoy se impone el resultado. No importa a qué precio. Domina la táctica, la cual es asfixiante al extremo de convertir al jugador en una miserable mercancía, en robot computarizado de resultados para a aumentar las arcas privadas.

Por eso el arte y la gracia de la gambeta de un Pele, un Garrincha, un Sócrates, un Diestéfano, un Wellington Ortiz, es simplemente pasado. Los jugadores son exprimidos literalmente no para que den espectáculo, sino para que den resultados.

De ser un deporte de pueblo, pasó a ser un deporte de la gran burguesía, el cual incluso, es utilizado con fines políticos y mezquinos por esta reducida clase dominante. Ella no juega, juega el pueblo, pero los réditos sí es de ella, casi en su totalidad.

Las principales estrellas del fútbol mundial, en su inmensa mayoría, son de barriada, de origen pobre, popular; en cambio, los empresarios y directivos son en su inmensa mayoría multimillonarios mafiosos.

Es criticable cuando esta bella actividad se utiliza sin pudor como sofisma de distracción. Mientras el militarismo calcinaba a los magistrados del palacio de justicia en Bogotá, en el estadio El Campin de esta ciudad se jugaba partido de fútbol. Gracias a la publicidad mediática del establecimiento los aficionados se comían las uñas de ansiedad, subvalorando el crimen de un poder público que estaba sucediendo en esos momentos aciagos a escasos metros de allí. 

Danza millonaria alrededor del balón

Las cifras económicas que maneja la FIFA son exageradas, estrambóticas, alucinantes; contrastan con el drama de millones y millones de seres humanos que caminan con hambre, sin empleo y sin amor por el mundo en busca de una segunda oportunidad sobre la tierra como la estirpe de la familia Buendía que describe mágicamente Gabriel García Márquez en Cien Años de Soledad.

“El balón de oro”, se convierte en una bofetada para esa sociedad anónima  que camina con estoicismo contra la tempestad huracanada de la adversidad y de la indiferencia de esa rancia oligarquía que amasa en cada encuentro futbolero miles y miles de dólares y euros.

El mundial 2018, se realiza en Rusia, la otrora considerada “cortina de hierro”. Una potencia mundial que lucha por rectificar los errores que la condujeron al retorno temporal al capitalismo. Lenin hablaba de un paso adelante y otro atrás, para significar que los cambios no son lineales, se suceden con avances y retrocesos.

Se disputan la vuelta olímpica, 32 selecciones de los cinco continentes. Una de ellas, es precisamente, la selección Colombia, la que cayó en su primera salida ante su similar de Japón por el marcador de 2 a 1. Salió inflada por los medios de comunicación y se estrelló con la cruda realidad que determina que no hay rival pequeño y el fútbol es una verdadera caja de sorpresas. Queda para supuestamente reivindicarse ante Polonia y Senegal, lo cual es poco probable, no por caer en pesimismo, sin en realismo. En su debut realmente Colombia no jugó fútbol, sino “futbolito”. Va esta competencia ecuménica por sexta oportunidad, lo cual resulta bastante meritorio en un país donde el gobierno no apoya el deporte.

Rusia ha tomado la competencia en serio. Calculó el presupuesto en la medio bobadita de 20 mil 900 millones de dólares (¿Cuántos pesos colombianos?), aunque el gasto real llegaría a los 51 mil millones, con inversión privada y pública, afirman analistas, sostiene el columnista Migue Camacho Quintero.[i]

La mascota se llama: Zabivaka, traduce: “Pequeño goleador”. Y dentro de la novedad podría decirse que por primera habría una jueza de línea de origen brasilero, se trata de la hermosa joven Fernanda Colombo.

El fútbol es un deporte que se debe practicar con entera libertad, sin la presión asfixiante de los resultados. Por lo tanto, se debe democratizar y limpiar de dineros sucios del narcotráfico. Debe dejar de ser esa maldita mercancía a la que solo tiene acceso los millonarios, pues los pobres se deben contentar con verlo en la televisión.

En este mundial están cayendo de entrada selecciones de caché, como Argentina, Brasil medio colgada de la brocha y así sucesivamente. Colombia sigue adquiriendo experiencia, mostrando “chispazos”. Los adinerados hinchas que pudieron asistir, al parecer muchos con dineros “calientes”, mostrando comportamiento vergonzante. No todos, por supuesto. “La mayoría – dijo alguien – son uribistas y uno que otro uribestia”.

De todas maneras, mundial es mundial y hay que disfrutarlo sanamente sin caer ni en el fanatismo, ni en la alienación de olvidar la difícil situación socio económico, político y ambiental que padece Colombia por obra y gracia del capitalismo y su clase oligárquica. Difícil situación que se ha agudizado con la llegada a la presidencia de la república del lugar teniente del narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez, según datos de la CIA, el señor Iván Duque Márquez. Recordemos que el deporte es vida, paz  y libertad. ¡Que viva el mundial de fútbol de Rusia 2018!

[i] Semanario VOZ La verdad del Pueblo. Edición 2936 semana del 13 al 19 de junio de 2018. Página  20.

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