Gustavo Francisco Petro Urrego.- Foto: Mauricio Alvarado - El Espectador |
Como dijera el emperador romano Julio Cesar, la suerte está echada. Colombia está abocada a otros cuatro años de lo mismo: Corrupción, violencia, terrorismo de estado, mafia, ventajismo, explotación, desempleo, depredación del medio ambiente, violencia con los países vecinos, especialmente con la hermana república bolivariana de Venezuela, etc.
Vuelve a la presidencia de la república el narcoparamilitar número 82, Álvaro Uribe Vélez, según la CIA, en esta oportunidad en cuerpo ajeno. Sin embargo, no todo es tragedia, se acorta la distancia entre la derecha y la izquierda, pues resulta histórica la votación del jefe de la Colombia Humana Gustavo Petro. Según el boletín número 14, constituye el 41.83 por ciento, es decir, 8.016.403, mientras que Álvaro Uribe Vélez III, obtuvo el 53.55 por ciento, o sea, 10.340.313.
Así las cosas, la izquierda no puede sentirse derrotada, derrotado el pueblo que ingenuamente se dejó dominar del miedo, el analfabetismo político y la incomunicación, votando por el verdugo. Seguramente, se recrudecerán los paseos de la muerte, los niños muriendo de hambre porque sus presupuestos son robados, ancianos sin futuro, hospitales cerrados, desempleo y asesinatos a granel.
Los que votaron por Uribe III no ganaron, ganaron la mafia, las multinacionales y transnacionales, los Popeye, las gatas, pero sobre todo el mismo Uribe, por cuanto el señor Duque será su esparrin para que no responda ante los tribunales por sus diversos crímenes de le humanidad. Ya anunció la eliminación de estas cortes. El fascismo está a la vuelta de la esquina.
Desarrollo de la izquierda
La izquierda debe continuar desarrollándose en el marco de la unidad, profundizando la formación política, la organización y la convicción de que el único camino de triunfo es la unidad. No hay otro camino. Desde este punto de vista resulta repugnante la postura de Jorge Enrique Robledo, del Moir. Vergonzosa. Claudicante. Miserable. Desde un principio se puso al lado del uribismo y a fe que jugó papel importante, lo mismo Sergio Fajardo, quien los nexos familiares con la mujer de Uribe, pesó más que el país nacional. ¿Recibirán burocracia?
El presidente electo será sumiso a los dictámenes de los Estados Unidos. Colombia sería plataforma para agredir militarmente a la hermana república bolivariana de Venezuela, ya Uribe II permitió instalar nueve bases militares gringas, seguramente Uribe III permitirá la acción bélica. Debemos prepararnos para rechazar la violencia de tal magnitud contra los pueblos liberados por Simón Bolívar. El internacionalismo proletario debe brillar sin mancha en la gran patria latinoamericana, desde Méjico hasta Cabo de Hornos.
Se aplazó la victoria. Se perdió una batalla, pero no la guerra. Abracémonos y fortalezcamos la unidad. Gracias compañero Gustavo Petro por hacernos soñar. La esperanza sigue latente. No se pierde en el horizonte brumoso de Colombia.
“No me siento derrotado”: Petro
Al reconocer el triunfo de la extrema derecha, el ex candidato presidencial de la Colombia Humana, Gustavo Francisco Petro Urrego, señaló que no se siente derrotado. Al destacar la altísima votación de la izquierda, indicó: “Ocho millones de colombianas y colombianos, libres, orgullosamente libres, ciudadanas y ciudadanos a carta cabal; el ciudadano y la ciudadana, es aquella que se siente dueña de su país, que sabe que tiene todo el derecho de participar en sus decisiones y que no va a permitir que su propio país tome las sendas que puedan destruir a sus hijos, a su familia, a su sociedad, a su juventud”.
Agradeció al pueblo digno que creyó en él y votó con decisión. “Agradezco a las personas que me han acompañado a esta inmensa coalición de fuerzas diversas, desde los progresistas, el Polo Democrático, el partido Verde, la lista de Decentes que configuramos con la Unión Patriótica, con el movimiento Mais, fuerzas ambientalistas, feministas, animalistas, a los grupos liberales rebeldes (Que son los liberales de verdad, hay que decirlo), el verdadero liberalismo aquí presente, a Fuerza Ciudadana que compitió con nosotros en la consulta. Una fuerza aquí nueva, que hoy tiene un mandato, el mandato de los ocho millones de habitantes que votaron por nosotros”.
Agregó: “La verdad, yo no me siento derrotado. Tan acostumbrados estamos a no estar en el poder que tampoco es que nos muramos porque esta vez no fue. No estamos quejumbrosos, lloriqueando por uuyyy quería dormir en el Palacio presidencial, ser ministro, embajador. Eso no es para nosotros. Esta es una lucha de ideas, donde tanta gente se ha sacrificado. Por lo tanto, no es por unas canonjías por las cuales estamos aquí. Claro que hay tristeza. Claro que tocábamos la posibilidad, claro que desde jóvenes algunos maestros míos de la política, me enseñaron que teníamos que ser alternativos de poder y no simplemente una oposición. Y desde ese entonces, hace cuarenta años, no hemos dejado de pensar una y otra vez, no como se ejerce una oposición, sino como se ejerce un gobierno, cuales son los caminos reales para conducir a la sociedad colombiana. No nos hemos preparado para ser oposición, nos hemos preparado para ser gobierno. Pero un gobierno que no sea más de lo mismo. Que no puede significarle a la sociedad colombiana la continuidad de las cosas que siempre han ocurrido en Colombia”.
Subrayó: “Sabíamos un poco de la carga pesada que podría significar en la decisión de cada ciudadano y ciudadana la apuesta a un cambio. Un cambio da miedo alrededor de la apuesta a un cambio, cuántas mentiras no construyeron. Nos ganaron diciendo que éramos ateos, que habíamos matado gente, que íbamos a volver a Colombia como Venezuela, que íbamos a cerrar 1500 iglesias. Todo eso es mentira, tras mentira, tras mentira. Tenemos las manos limpias. No nos hemos robado un peso en Colombia”.
“Fue un cuento truculento. No concebimos el poder como un instrumento para destruir a otros. Simplemente considerábamos esta posibilidad de acceso al poder, como la posibilidad de transformar a Colombia para bien, para nuestros niños, para nuestros nietos, para la gente que trabaja. Levantamos la voz de los excluidos. Me enorgullezco de eso”.
Fueron apartes de la vibrante intervención de Gustavo Petro Urrego, quien, de acuerdo a la normatividad, queda automáticamente investido de senador de la república y vocero principal de la verdadera oposición en Colombia. Dejó entrever que no será una oposición por la oposición, será una oposición dialéctica, argumentada, pensada siempre en la dinámica del poder.
Así las cosas, se aplazó la gran victoria, pero la posibilidad de cristalizarla sigue latente. Por ahora, ganó la mentira, el miedo, el analfabetismo político, la promesa fatua, el militarismo, el paramilitarismo, la violencia y la dependencia de los Estados Unidos. Ganaron los apátridas, indudablemente.
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