Por Nelson Lombana Silva
El maestro de maestros de la música colombiana, Rodrigo Silva Ramos, murió el ocho de enero, a la una de la tarde en la ciudad musical de Colombia, Ibagué (Tolima), a la edad de 73 años de edad, pues había nacido el 14 de noviembre de 1944 en Neiva (Huila), al parecer un cáncer en el paladar puso fin a un verdadero defensor de la música colombiana, aquella que se expresa fundamentalmente con tiple, guitarra y maracas.
Murió esperando la pensión. Toda su vida la dedicó a los aires municipales recorriendo a Colombia y distintos países del mundo, recibiendo aplausos y múltiples reconocimientos. Un gran hacedor de paz y defensor a ultranza del folclor colombiano.
Durante largas décadas conformó el dúo Silva y Villalba, dúo que logró universalizar los aires de la música autóctona, especialmente del llamado Tolima grande (Tolima y Huila, dos departamentos hermanos) al igual que el dueto de Garzón y Collazos.
Álvaro Villalba, su compañero insigne de duras batallas musicales (Foto silla de ruedas), lo acompañó en la velación, evento realizado en el salón Alberto Castilla del conservatorio de música del Tolima en esta ciudad de 600 mil habitantes.
Personas de todas las condiciones sociales, políticas y económicas, acudieron a decirle adiós al maestro de tantas canciones creadas por él e interpretadas de famosísimos compositores como el maestro Jorge Villamil Cordobés, entre muchos otros.
Seguir impulsando música colombiana
Hablamos con el hijo mayor que lleva el nombre de su padre. No queremos darle el sentido pésame – le dijimos – queremos felicitarlo por haber tenido un padre tan defensor de la música colombiana, el folclor nuestro, la soberanía nacional y las raíces de un pueblo que sueña con un país más justo y humano…
Rodrigo Silva, hijo contestó: “Muchas gracias. De verdad que es muy bonito que el pueblo colombiano, muchas personas que conocieron a mi papá personalmente y también lo conocieron por su música, nos estén acompañando en su despedida. Pero, es una despedida física, porque su corazón, su alma y su música siguen latiendo en el corazón de cada colombiano”.
¿Cómo lo recuerda usted? Le preguntamos en el inmenso salón Alberto Castilla. “Espectacular. Creo que no hay palabras para describir la gran persona que era: El gran padre, el gran amigo, el gran artista, el gran compositor, el gran interprete. Siempre con una sonrisa por delante con todo lo más bonito que puede tener una persona”.
Llevó la música no solo por toda Colombia sino por muchas regiones del mundo. “Sí, claro. Él estuvo por todo el mundo. Estuvo por Europa, Estados Unidos, Canadá. El dúo fue nombrado Mariscal de la Hispanidad y múltiples reconocimientos a nivel nacional. Y no solamente eso, él como persona, como hombre, como ser humano, es una persona sin descripción”.
Exageradamente sencillo, trataba con el público, con la gente. “Exacto. Una persona muy humilde, muy sencilla, amigo del pueblo”.
Una de sus hermosas composiciones se refiere al desastre y desaparición de Armero… “Esa composición tiene muchos años con motivo de la catástrofe de Armero. Se llama: “Reclamo a Dios”, es la canción que se hizo, en honor a Armero. De ahí, para acá, ha habido cualquier cantidad de temas compuestos por Rodrigo Silva Ramos, mi papá”.
Precisamente, ¿Tiene usted un registro aproximado de cuántas canciones compuso? “Es complicado porque podemos tener más o menos un promedio de unas 400, 500 canciones que están sin salir al mercado, fuera de las que compuso, interpretó y grabó”.
También interpretó composiciones de diversos compositores famosísimos en Colombia… “Sí señor, Jorge Villamil Cordobés, fue su principal amigo, al igual que Pedro J. Ramos y muchos compositores, más sus propios temas”.
¿Qué espera usted de los tolimenses, colombianos y amigos del folclor nacional, una vez muerto su señor padre? “Que no olviden la música colombiana, que no olviden a Silva y Villalba, que no olviden a Rodrigo Silva como compositor y que sigan impulsando la música colombiana, porque son nuestras raíces”.
Las honras fúnebres se realizan en la catedral a partir de las once de la mañana hoy 10 de enero de 2018, luego su cuerpo será transportado al cementerio los Olivos donde descansará para siempre.
Honor y gloria al gran compositor de la música colombiana Rodrigo Silva Ramos, quien escribió con sumo realismo:
Cuando yo me muera
Que suenen mil guitarras
Que canten las cigarras
Y que no haya lamentos
No quiero que me llores
Cuando ya esté muerto
Que piensen que me fui
Y que no he vuelto…
Su voluntad se ha venido cumpliendo, porque solistas, dúos, tríos, cuartetos y conjuntos no paran de rasgar sus tiples, guitarras y maracas, testimoniando el afecto oceánico a este gigante del folclor colombiano que parte a la eternidad, sin las debidas atenciones del sistema de salud.
Compañero Rodrigo, ¡Hasta la victoria siempre!
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