Presidente Juan M Santos, delegados del Gobierno, las FARC y los expresidentes Felipe González y José Mujica. Foto: Presidencia de la República de Colombia |
No se puede mirar como un simple suceso el encuentro de Cartagena de Indias, con la presencia de las Farc, los ex presidentes Mujica y Felipe Pérez y el presidente saliente Juan Manuel Santos Calderón.
En primer lugar, por el objeto del encuentro y, en segundo lugar, por la forma tan clara, directa y contundente como el Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc), planteó sus inquietudes.
Este documento es de obligatorio estudio y análisis en la actual coyuntura histórica que vive el país, por cuanto hace énfasis en el ideario de paz que hace más de 60 años el estado ha abortado con su intransigencia, su sectarismo y su personalismo avasallante.
Estamos acostumbrados a la diplomacia y esta no es más que hipocresía. Por lo tanto, hay que destacar la postura de las Farc al plantear la realidad tal como viene sucediendo sin rodeos y sin hipocresía. Al grano, como se suele decir coloquialmente en Colombia.
En el primer párrafo está la almendra de la preocupación que genera la forma ambigua como el estado viene asumiendo lo pactado en la Habana (Cuba), las artimañas con el único propósito de incumplir lo pactado para que todo siga igual y la paz sea entendida simplemente como el silenciamiento de los fusiles por parte del movimiento insurgente, no haya cambios sustanciales y el rico siga teniendo todo el espacio para hacerse más millonario y el pobre tenga que resignarse a vivir dramáticamente en la sobrevivencia y el rebusque.
La Jurisdicción Especial de Paz (JEP), fue totalmente desnaturalizada, la reforma política no pasó en el pútrido Congreso, las circunscripciones territoriales especiales naufragaron, más de 600 combatientes siguen en las mazmorras del régimen, el fiscal general de la nación se ha dedicado a sabotear lo acordado para erradicar los denominados cultivos ilícitos, no se ha reformado la ley 152, lo que indica que no hay plan marco de implementación, no hay dinero para los proyectos productivos, no avanza la titulación de tierras, pero en cambio sí se denota el asesinato de ex guerrilleros, líderes populares y comunitarios en Colombia. Y como si esto fuera poco, el comandante Simón Trinidad continúa pudriéndose en cárcel de los Estados Unidos.
Todo esto sucede con la vergonzosa incomunicación mediática. Es increíble la forma como estos medios de comunicación manipulan la información quitándole toda importancia y simplemente presentando los hechos como algo anecdótico de poca trascendencia e importancia para la república colombiana.
Ni siquiera los pronunciamientos de altas personalidades del orden internacional han tenido resonancia en estos medios. Tal el caso de lo dicho por Jeffrey Feltman, secretario general adjunto para los asuntos políticos de las Naciones Unidas.
Este funcionario una vez escuchó las dos partes, es decir, las Farc y el gobierno Santos en la hermosa y heroica ciudad de Cartagena de indias, señaló sin rodeos: “Nos preocupa la falta de estrategia de reintegración acompañada de planes y recursos concretos que permitan su éxito”. Agregó: “Creemos que se necesitan esfuerzos a mayor escala, incluso proporcionando tierras para proyectos productivos”.
De igual manera, expresó su preocupación sobre la forma como el paramilitarismo viene copando las zonas en las cuales la guerrilla se movía, la ola de asesinatos a diestra y siniestra y la incertidumbre que hoy ronda en el movimiento ex guerrillero. En cualquier momento un comandante ex guerrillero puede anochecer en Colombia y amanecer en las cárceles de los Estados Unidos. El fantasma de la extradición ronda este proceso de paz, se mueve a hurtadillas.
Por eso este funcionario de las Naciones Unidas, subraya: “Existe una evaluación común de que se debe hacer más para garantizar que se mantengan los logros notables de la primera fase del proceso de paz”.
Será muy difícil. Tenemos a un presidente débil, desprestigiado y prácticamente quemando los últimos cartuchos de su pobre y mediocre administración.
Una extrema derecha liderada por el Centro Democrático envalentonada, con dineros calientes del narcotráfico y la publicidad a todo dar de los medios masivos de comunicación. Además, avalada por los Estados Unidos.
Un año electoral. Un pueblo forjado en el miedo, la mentira y la corrupción, analfabeta político y sumergido en la pobreza y la extrema pobreza. Hambriento. Sin capacidad de discernir, sin espíritu crítico y analítico. De espalda a la realidad.
Este es el terreno propicio para el uribismo seguir con su sarta de mentiras y cuentos reforzados que repetidos mil veces en los medios terminan siendo ciertos, como el embeleco estúpido del “castrochavismo”.
¿Cómo es posible que todavía el pueblo común y corriente dude entre la paz y la guerra? El uribismo significa muerte, violencia, terrorismo de estado, subdesarrollo, atraso político, corrupción, etc. Sin embargo, un sector pobre del pueblo colombiano lo sigue considerando hombre de bien. Es un sector alienado, atemorizado y engañado fatalmente, que siente no tener ni pulmones, ni cerebro propio. Eso lo aprovecha este forajido para seguir eludiendo los estrados judiciales. La hipótesis nuestra es que Uribe seguirá libremente mientras los Estados Unidos lo permita, una vez lo use al máximo él mismo se encargará de ponerlo a buen recaudo, pues este país sabe perfectamente quién es este narcoparamilitar.
¿Quién puede desconocer que Álvaro Uribe Vélez es hijo de narcotraficante, que él es narcotraficante al igual que sus hermanos y amigos más cercanos? ¿Quién puede desconocer que Uribe es el fundador de las convivir, del paramilitarismo en Colombia?
Al lado de este siniestro personaje, se encuentra el señor Germán Vargas Lleras. Ni siquiera la clase oligárquica a la cual pertenece da buenas referencias de este resentido personaje que por su simple linaje se abroga el derecho de llegar a la presidencia de la república.
Podría decirse, sin exagerarse, que este personaje de marras, potencialmente resultaría más peligroso que el mismo narcotraficante número 82. Al parecer es la ficha secreta de Estados Unidos para que gobierne a Colombia en los próximos años.
Este también es un conspirador contra el proceso de paz. Así es que no hay nada fácil en el futuro próximo para el proceso de paz. Los nubarrones son inmensos. Solo la unidad de las izquierdas y del pueblo, podrían detener los pasos pesados del fascismo en Colombia. Solo el pueblo movilizado y organizado. Las comunidades del Urabá antioqueño nos han acabado de dar un ejemplo de que los poderosos no son invencibles. Se pueden derrotar. Como diría Gaitán: “¡A la carga!”. No podemos dejar malograr esta oportunidad de paz, simplemente porque no satisface los apetitos personales de esta rancia y criminal oligarquía.
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