domingo, 14 de enero de 2018

Artistas colombianos mueren abandonados por el Estado

Por Nelson Lombana Silva

Uno de los sectores más abandonados por el Estado Colombiano son los artistas, los hacedores de cultura. Grandes glorias del arte, la literatura, la música, el teatro, el cine, etc. Viven en precarias condiciones, totalmente abandonados por un estado infame e indolente. En su inmensa mayoría, mueren en la miseria.


La reciente muerte del gran exponente de la música colombiana, Rodrigo Silva Ramos, ha puesto a la orden del día esta terrible y dramática realidad. Sería escalofriante hacer un censo sobre artistas colombianos que están en el abandono total.

Lo curioso y a su vez preocupante es que el grueso del pueblo colombiano no logra hallar la causa o causas de esta constante en este país sudamericano de 47 millones de habitantes.

Algunos creen que es cuestión de suerte, no estar en la mermelada o en la “rosca” como se suele decir popularmente en este país. En Ibagué – por ejemplo – han muerto periodistas destacados alimentándose en los últimos años y meses de su vida con huesos porosos y los sobrantes de las plazas de mercado de esta ciudad.

Oscar Viña Calderón, destacado comunicador social en esta sección del país, puso el grito en el cielo con motivo de la muerte del maestro Rodrigo Silva Ramos, en relación con el acompañamiento. “Yo esperaba 5 mil personas por la carrera tercera y no fue así, solo un grupo pequeño acompañó el catafalco”, dijo.

Era como un regaño a los colombianos por el no acompañamiento masivo del funeral. Propuso como salida la innovación de la música colombiana, metiéndole nuevos instrumentos y nuevas temáticas. Comercializarla y banalizarla.

Respetable el punto de vista, pero con el cual no podemos estar de acuerdo porque no resuelve el problema de fondo y lo que se necesita en Colombia es una solución real y no virtual o efímera.

El problema de fondo reside en el modelo sistémico que encarna el neoliberalismo. Esa es la causa fundamental. Un modelo que impide que los medios de comunicación le den prioridad al folclor colombiano. Un modelo neoliberal que no ve al artista como un sujeto sino como objeto.

Mientras el artista Rodrigo Silva Ramos estuvo vivo los gobernantes al parecer no hicieron absolutamente nada para prolongarle la vida, tampoco las EPS, pero una vez muerto y en un año electoral los candidatos se atropellaban dando declaraciones y haciendo promesas de campaña. Decretos en papel de estilo, serenatas, etc. Eso se llama: Oportunismo.

“El capitalismo vino al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros desde los pies hasta la cabeza”, lo dijo hace rato el famosísimo filósofo Carlos Marx. ¿No es cierto? ¿Para qué homenajes hipócritas después de muerto? José Faxir Sánchez, destacadísimo cantante y compositor tolimense, también murió en la inopia, escribió una canción muy realista: “Quiere ahora que estoy vivo”.

Si bien es un tema sentimental, hermoso, por cierto, podría emplearse para decir que los homenajes se hacen en vida. Y el mejor homenaje que el estado le puede hacer a sus artistas es garantizándole: Alimento, salud, educación, techo y dignificación de su oficio. ¿Para qué un decreto póstumo en papel de estilo?

Olga Beatriz González, propuso una ley de la república que le garanticen a los hacedores de cultura la pensión, vivienda y salud.  ¿Será esta la solución de fondo? ¿No sería mejor pensar en unir al pueblo para que pase de gobernado a ser gobernante?

No habrá quien diga que son soluciones utópicas o extremistas. Por el momento podría serlo. Pero, ¿Para qué pensar en soluciones efímeras, “rosaditas” o tímidas? El país está para tomar decisiones radicales.

Otro aspecto que no considera el periodista Oscar Viña Calderón, son la politiquería y la corrupción galopante en este país. Seguramente considera el destacado comunicador social que no hay relación entre la política (léase mejor politiquería) y la cultura.

Pasa lo mismo con la lucha ambiental. Cientos de personas protestan por la presencia de las transnacionales en el territorio como Anglo Gold Ashanti. Sin embargo, en las elecciones son los primeros en votar por los que en el Parlamento aprueban la presencia de estas en Colombia. Quizás no saben que las multinacionales y transnacionales hacen presencia con el permiso del Parlamento y el Gobierno Nacional.

La pobreza, la injusticia social, la explotación del hombre por el hombre, la violencia, son productos de decisiones “políticas” que toma la oligarquía liberal – conservadora de espalda al pueblo.

Luego, si se proyecta una solución real al vergonzoso drama de ver morir de necesidades económicas a nuestras glorias de la cultura y el arte en Colombia, hay que votar por los candidatos del pueblo y no por los candidatos de la gran oligarquía liberal – conservadora. Somos felices apoyando los candidatos de los grandes monopolios, los grandes terratenientes y despreciando a los candidatos del pueblo.

En esos tejemanejes está la explicación a todos estos dramas tan lamentables que vemos a diario, pero también la solución si logramos vencer el analfabetismo político y asumimos una postura crítica y consecuente con su clase social.

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