Resulta deprimente la postura mediática con el proceso de paz que se viene desarrollando en Colombia. No oculta su parcialidad a favor de los guerreristas, a los que siempre se han venido lucrando de la desgracia del pueblo colombiano.
Entrevistan cien personas, 99 están de acuerdo con la paz y una con la guerra. Ni cortos ni perezosos colocan los resultados al mismo nivel. Incluso, sobredimensionan a la persona que dijo sí a la guerra y minimizan a las 99 personas que dijeron sí a la paz.
Es más, las encuestas usualmente las hacen consultando la población de los barrios ricos de las principales ciudades del país, personas que directamente no han vivido el conflicto, lo han visto precisamente a través del lente de estos medios. Sus opiniones, en consecuencia, no son de ellos, son las opiniones de la clase dominante que esa gente repite maquinalmente.
Es criminal el enfoque que le han dado a este histórico proceso. Algunas estadísticas hablan que con dicho proceso se han salvado hasta ahora cerca de tres mil seres humanos, entre guerrilleros, militares y civiles. Sin embargo, estas cifras son fríamente minimizadas, al extremo que el pueblo idiotizado por estos medios repiten maquinalmente que dichas cifras no son elocuentes y contundentes.
Otra infamia que no se puede desconocer también es la estrategia de presentar noticias a medias e incluso, ambiguas. El Tiempo – por ejemplo – tituló por estos días: “Adiós a las Farc”. En vez de decir: “Adiós a las armas de la Farc”, por ejemplo. Hay en la información un tufillo malévolo encaminado a no dimensionar realmente el acontecimiento que se da con la dejación de las armas por parte de la guerrilla en el marco de un acuerdo bilateral, que partió del criterio claro que no había ni vencidos, ni vencedores, por cuanto no fue capaz el ejército nacional que protege la oligarquía capaz de derrotar la guerrilla de las Farc-Ep, ni la guerrilla el ejército que está al servicio de la oligarquía colombiana.
¿Se han preocupado estos medios masivos por socializar el acuerdo en su totalidad como sería su deber ético? Pues no. Al contrario. No han escatimado esfuerzos por subvalorarlo o cuando más tergiversarlo. Entrevistan a un senador amigo del proceso y a diez o más, enemigos del proceso, especialmente del mal llamado “Centro Democrático”. A eso llaman cínicamente equilibrio informativo y democracia informativa. En esos programas de opinión, generalmente son todos de derecha, de vez en cuando invitan a alguien de izquierda, pero no de cualquier izquierda, debe ser de la izquierda “rosadita”.
Preocupa, igualmente, la postura de las izquierdas en relación con el papel mediático, por cuanto no ha habido una propuesta concreta que permita el desarrollo real de la prensa alternativa. Esta ha sido más el resultado del esfuerzo individual y solitario, que un esfuerzo colectivo. La inversión en estos medios y en los periodistas que laboran allí, resulta mínima, para no decir que cero. Indicaría en la praxis que se sigue subvalorando este trabajo y su papel fundamental. Cierto compañero me decía en cierta oportunidad con sorna: “Oiga, Lombana, ¿Usted por qué no se pone a trabajar?”
No me lo decía cualquier persona, me lo decía un Contador Público. Yo le contesté sin perder la calma: “¿Es que es solamente trabajo escribir números y hacer movimientos contables?” durante el XXI Congreso Nacional del Partido Comunista propusimos y aprobamos un encuentro nacional mediático con el fin de determinar el papel de los medios y el desarrollo unitario de los medios alternativos. Esa propuesta sigue vigente y oportuna en estos momentos históricos en donde la palabra será el arma de lucha.
El momento es oportuno para hacer un poder mediático contra hegemónico, capaz de contrarrestar la infamia que vienen desarrollando los medios masivos de las transnacionales y multinacionales, que como dijera sabiamente Eduardo Galeano, son verdaderamente medios de incomunicación. En estos medios alternativos no puede haber competencia, debe haber compartimiento de experiencias y puntos de unidad. No se trata de competir, se trata de compartir. Así sería la única manera de combatir la postura deprimente de los grandes medios en Colombia. No en vano Carlos Marx, Federico Engels, Lenin y tantos otros fueron abnegados periodistas. Ellos sí entendieron el valor del periodismo. Nosotros también debemos entenderlo consciente y decididamente, valorando la persona que se atreve a escribir una nota y publicarla. Mientras no actuemos así, seguiremos dominados por los medios masivos de la burguesía.
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