sábado, 3 de junio de 2017

Análisis político de la 9ª Marcha Carnaval




Por Nelson Lombana Silva

La multitudinaria y florida Marcha Carnaval en su novena versión tiene un profundo contenido político que bueno resulta dimensionar por cuanto constituye una disputa con la política depredadora que viene imponiendo la clase dominante a raja tabla, colocando en entre dicho la existencia de la madre tierra y la misma humanidad. Si la tierra no es una cloaca va hacia allá debido a la política depredadora de la burguesía, altamente transnacionalizada.




La Marcha Carnaval es una respuesta crítica a esa política malsana que se mueve en las alturas del poder. Parecería una respuesta crítica ambiental, pero en realidad es una contundente respuesta crítica de carácter político, respuesta que hay que estudiar con sigilo y sin apasionamiento o analfabetismo político. Eso nos ayudaría en grado sumo a dimensionar en su más alta expresión el real contenido de esta gigantesca movilización presentada en Ibagué y en 34 municipios del país y tres plantones en el orden internacional. O sea, el fenómeno no es para mirarlo con criterio episódico y coyuntural de salir 130 mil personas a caminar y a pensar en el agua y en el ambiente en su conjunto, solamente.

Incluso, nos atreveríamos a decir que la Marcha Carnaval, desde su fundación, está cruzada por la lucha de clases. Por eso resulta ingenuo pretender minimizar la esencia política. Quizás, lo que está madurando es la tesis que se puede hacer causa común desde la diversidad y la pluralidad de los diversos sectores que de una u otra manera, hacen parte de la clase dominada (Proletariado, según Carlos Marx). Es decir, sí es posible la unidad entre cristianos y no cristianos, entre Teos y Ateos, entre comunistas y socialistas, entre verdes, congreso de los pueblos, movimiento fariano, abstencionistas, etc. En síntesis: Sí es posible la unidad del pueblo para transformar el reinado de injusticia que ha impuesto la clase dominante (Burguesía, según Carlos Marx).



Ejemplo claro fue la derrota que le propinó la comunidad cajamarcuna a la transnacional Anglo Gold Ashanti el pasado 26 de marzo de 2017, donde más del 98 por ciento dijo no a la política extractivista del gobierno nacional de Juan Manuel Santos. Fue el triunfo del pequeño David al gigante Goliat, señaló el alcalde Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez. ¿Eso no es una decisión, una postura política del pueblo cajamarcuno?

Los poquitos que todavía persisten en satanizar la política confundiéndola con politiquería, tienen un gran espacio, diríamos que una gran escuela para despejar dicha confusión ideológica y asumir una postura mucho más consecuente con la causa que une a todo el pueblo tolimense y por qué no colombiano.

Es que estas multinacionales y transnacionales no están en Colombia por obra y gracia del espíritu santo, para citar una frase muy coloquial, están ante todo en el territorio nacional con la posibilidad de maniobrar y hacer y deshacer libremente por obra de decisiones políticas tomadas en la Casa de Nariño y en el Parlamento colombiano.


Por eso es que decimos que parece curioso que centenares y centenares de personas participen de la Marcha Carnaval en su justa lucha en defensa del ambiente y en las elecciones voten convencidos por los que realmente permiten la circulación libremente de estas multinacionales y transnacionales como Anglo Gold Ashanti. Entender – entonces – que la grave situación ambiental que vive la ciudad, el departamento y el territorio nacional, tiene que ver necesariamente y en primerísimo lugar a decisiones políticas tomadas por la clase dominante. Luego, la respuesta del pueblo debe ser ante todo, política.

La declaración de la novena Marcha Carnaval, dice en uno de sus acápites: “Seguiremos rechazando de manera enfática y decidida el proyecto minero de la Colosa y demás proyectos mineros y energéticos que se pretenden imponer sobre nuestro territorio”. ¿Esta no es una postura de rechazo a los intereses de clase de la clase dominante? Por supuesto que lo es. Luego, es un desafío al modelo capitalista neoliberal, un rechazo contundente y una opción de comenzar a organizarse la clase dominada para ser opción de poder, es decir, clase dominante. 



Soplan vientos de unidad

La novena Marcha Carnaval se ha caracterizado por su amplitud participativa, ya no fue tan cerrada que en un momento daba la impresión que era dueña, propiedad exclusiva de alguien. Ahora hubo más democracia, más desprendimiento y más sentido colectivo. ¿Quién va a capitalizar semejante masa amorfa? Dijo alguien socarronamente confundido entre la multitud.


Seguramente la forma como se desarrolló la imponente movilización con tanto colorido y juventud respondió este interrogante con nitidez, porque predominó el interés colectivo sobre el individual. Es decir, en esta Marcha se le asestó un rudo golpe al individualismo y al protagonismo cursi, que representa el oportunismo enfermizo y delirante de los que no quieren impulsar las ruedas inexorables de la historia hacia adelante.



Hablaron los que tenían que hablar y lo hicieron por mérito propio. ¿Quién puede desconocer la valiente posición del alcalde Jaramillo? También es un pequeño David ante el gobierno nacional y las transnacionales que representan al gigante Goliat. No es fácil hablarle de tú a tú al gobierno nacional comprometido con las transnacionales y los Estados Unidos, sobre todo en una sociedad todavía sumisa y analfabeta política. Como dijo el comandante Hugo Chávez Frías: “Hay que tener cojones”.



Lo que dijeron los que intervinieron fue lo correcto. Hubo denuncia, pero también compromiso y madurez para escucharnos. No tenemos certeza si fue en la séptima u octava Marcha que Jaramillo fue a hablar y lo abuchearon los de la barra vino tinto del club deportes Tolima. Seguramente se pensaba que por el simple hecho de ser del establecimiento, era incondicional a éste. Poco a poco Jaramillo ha venido demostrando que efectivamente es del establecimiento, defiende la institucionalidad burguesa, pero no traga entero, asume posturas consecuentes con los intereses de la clase dominada. Eso lo entendió el Manuel Murillo Toro totalmente atiborrado cuando el mandatario intervino. Su compromiso de larga data en defensa del ambiente, lo ha venido expresando con acciones en distintos escenarios sin miedo y con convicción.



También llama la atención la propuesta de Renzo García, el ambientalista: “Hay que decir con mucha alegría y optimismo que estamos avanzando en la consolidación de un movimiento de carácter regional, nacional e internacional”.

De eso se trata, de ir consolidando desde la base, un gran movimiento, un movimiento estructurado y ordenado con proyección, con dinámica y ojalá con perspectiva de poder. Un movimiento crítico, analítico y por qué no autocrítico con vocación de poder, un movimiento apalancado desde la alteridad ambiental, pero también desde las alteridades: Política, social, económico, cultural e ideológico. Creemos que alteridades como estas “imposibles” por ahora, se pueden ir haciendo posible desde la praxis como lo enseña el marxismo – leninismo.

Hay, pues, muchas lecciones que salen a flote en esta novena Marcha Carnaval realizada el pasado 2 de junio en Ibagué, Tolima.

Fotos Nelosi




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