Acto terrorista del sábado 17 de junio en el Centro Comercial Andino de Bogotá. Foto. EFE |
Por Nelson Lombana Silva
El terrorismo es una muestra de incapacidad para convencer con la fuerza formidable y diáfana de las ideas, el argumento. Ante su debilidad se acude a la fuerza bruta para imponer intereses personales sobre intereses colectivos.
Se utiliza los sentimientos más primitivos como el miedo, la mentira y la desinformación para desarrollar esta horrible y repudiable práctica.
Maestro en esta práctica en Colombia es el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, pues llegó a la Casa de Nariño usando a la perfección dicha metodología. Recordemos – por ejemplo – el auto atentado en Barranquilla y el miedo que le infundió al pueblo citadino sobre la guerrilla.
Con su equipo de publicidad mediática puso a temblar a todo el mundo y a responsabilizar a la insurgencia de todas las desgracias del país. La corrupción, la explotación del hombre por el hombre, la entrega de la soberanía nacional a las multinacionales y transnacionales, no trascendían en la opinión pública, lo que trascendía con horror era el tema de la guerrilla.
Fue tal la presión mediática que hasta el habitante de la calle, el rebuscador cotidiano de cachivaches en los basureros, consideró que corría peligro por obra y gracia de la guerrilla. Así las cosas, su desgracia no era por la política capitalista del Estado, sino por la guerrilla.
Con ese cuento chino, bien montado, bien financiado por las mafias y los grandes capitalistas, bien publicitado por los grandes consorcios informativos, el señor Uribe Vélez se sostuvo ocho años en la presidencia. Incluso, le alcanzó para ser senador de la república. Todavía algún sector lo considera el “mesías”, el “salvador”, el “verraco”, etc.
Algunos consideran que programas que le dieron estatus a la miseria, como familias en acción y guardabosques, son la panacea que hay que valorar, dimensionar al lado de la supuesta “seguridad democrática”.
Diríamos en términos coloquiales que su machete para sostenerse en el poder sin escrúpulo de ninguna naturaleza es la violencia. Esta la desarrolla con el miedo, la mentira y la publicidad mediática.
No es gratuito entonces, que este malandro constantemente este en la disposición de acabar con el proceso de paz que se viene desarrollando con los grupos guerrilleros. Utilizando los medios más innobles y cavernarios trata de convencer al pueblo que el peligro está en la guerrilla. De hecho considera que el paramilitarismo no es problema, el problema es la guerrilla. Dicha mentira es repetida casi las 24 horas del día con tanto ímpetu, que el pueblo adormecido y analfabeta, termina repitiendo maquinalmente semejante mentira.
La izquierda, izquierda, condena por principio toda forma de terrorismo, porque el terrorismo es muerte y destrucción, odio y venganza, miedo y pánico. El comunista rechaza categóricamente esta práctica que es tan propia de la extrema de derecha, por cuanto esta infeliz maña no construye, destruye, no humaniza, deshumaniza; no trae sosiego, trae desasosiego, etc.
Así las cosas, resultaría demasiado infantil pensar y creer que el reciente atentado presentado en un súper mercado de Bogotá, sea obra de la izquierda como lo vienen anunciando las autoridades y el mismo gobierno nacional con sus posiciones ambiguas.
Lo cierto es que la extrema derecha, lo más atrasado políticamente, la caverna en pleno, está a la ofensiva. Quiere asesinar el proceso de paz que se viene implementando con las Farc-Ep a cualquier precio. La racha de asesinatos de líderes en Colombia no para. Ya denunció el comandante Andrés París que se estaría planeando el asesinato de un miembro del secretariado de esa organización que ya entregó sus pertrechos cumpliendo cabalmente su parte en este histórico acuerdo.
Los medios masivos de comunicación hacen el juego a todo este tejemaneje sucio, bien lo afirmó valientemente el famoso periodista de RCN Televisión, recientemente: “Los medios son para hacer plata, no para informar”. No lo dice un periodista de izquierda, lo dice un periodista de derecha.
¿Qué hacer?
Los impulsores principales del terrorismo en Colombia se concentran en el mal llamado “Centro Democrático”. Allí, está la extrema derecha y desde luego, un gran sector de la derecha. Santos con sus posiciones asume posturas ambivalentes porque al parecer públicamente aparece defendiendo el proceso de paz, lo único que tiene por mostrar como gobernante, pero privadamente le hace toda clase de concesiones a esa rabiosa extrema derecha.
El momento político en Colombia es dinámico, complejo y contradictorio. Exige sapiencia por parte del pueblo, sabiduría para interpretarlo y asumir la mejor postura. La célebre expresión leninista cobra singular valor y sobre todo vigencia. “¿Qué hacer?
Diríamos dos cosas básicas: Interpretar el momento político y actuar. En términos martianos: “Decir y hacer”.
Interpretar el momento político implica saber la dinámica prolija y permanente de la lucha de clases, su vigencia indudablemente. Desarrollar la unidad sobre todo en la práctica, en la acción, hacer frente común contra el cerco mediático y asumir una postura crítica y autocrítica. Es hora de superar “el capillismo”.
Hacer implica forjar un gran movimiento unitario en el que quepan todas las posturas de las izquierdas con plena libertad, respeto y armonía, sobre la base de un programa común, debidamente estudiado y concebido colectivamente. Unas reglas de juego también claras y una campaña unitaria.
Se trata de salirle al paso a toda forma de estigmatización e incluso, a discursos emotivos pero nada de contenido y de compromiso revolucionario. La izquierda tiene propuestas concretas y creíbles para hacerle al pueblo colombiano, lo que ha faltado es unidad y desprendernos de ciertas posiciones vanguardistas e incluso, oportunistas.
Entre todos y todas, debemos enfrentar esta criminal oligarquía y materializar el sueño dorado del pueblo colombiano: La paz con justicia social. Manos a la obra y como diría Gaitán: “¡A la carga!”.
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