domingo, 28 de mayo de 2017

Los vientos de unidad soplan con fuerza y esperanza en Colombia

Por Nelson Lombana Silva

Colombia está viviendo un momento estelar, la lucha de clases está en ebullición y los vientos de unidad soplan con fuerza y esperanza en este país tan maltratado por esta casta oligárquica que lleva tantos años en el poder en forma ilegal e ilegítima. Se vislumbra en el horizonte perspectivas de cambios estructurales y reales a favor del pueblo en su conjunto.


Es tiempo de unidad, de acción y de movilización, de dejar a un lado el pesimismo y el miedo a lo desconocido. Escrutar lo nuevo, lo promisorio que simboliza la izquierda y descartar lo viejo, lo acabado que significa la derecha.

Desde luego, sin concebir los conceptos Izquierda y Derecha como algo dogmático, cerrado y absoluto. Hay que entender que en la izquierda puede haber derecha y en la derecha puede haber izquierda. La propuesta entonces, es mirar la dinámica de los procesos para ir hilando y concatenando, uniendo dialécticamente la teoría con la praxis. Es decir, el método marxista – leninista sería ideal para interpretar correctamente la realidad concreta y las posibilidades de su transformación, sin llegar a decir que absolutamente es el único.

Hay una dinámica interesante al interior de la izquierda o de las izquierdas como se ha solido llamar últimamente, que vale la pena relievar con letras mayúsculas. Se estudia a todo vapor las tesis del XXII congreso nacional del Partido Comunista Colombiano, lo mismo las tesis preparatorias del congreso  fundacional del Partido de las Farc-Ep y las tesis de la Marcha Patriótica, para solo colocar unos pocos ejemplos.

Es decir, en casi todos los rincones de Colombia y quizás allende de las fronteras el pueblo politizado discute ardorosamente el presente y futuro de la patria con argumentación y la firme convicción que encarna la esperanza y el porvenir de esta república tan bañada de sangre humilde por obra y gracia de la oligarquía bipartidista y los Estados Unidos con su consuetudinaria intromisión en los asuntos internos de esta nación sudamericana.

Lo interesante, además, es que no se encuentran grandes contradicciones entre estas tesis que pudiera decirse en un momento dado son antagónicas. En cambio, existen muchas coincidencias, lo que hay que mirar con alegría y esperanza. Los procesos así las cosas, siguen su curso normal y eso da la idea inequívoca que avanza la unidad.

Las tres organizaciones que han puesto a su militancia, a sus amigos y simpatizantes a estudiar, coinciden – por ejemplo – en el tema de la paz, en la caracterización del sistema capitalista y de los verdaderos enemigos del pueblo colombiano. Además, cómo sacar al pueblo del atolladero y colocarlo en un nuevo escenario de paz con justicia social, humanismo, ética, ciencia y vida para todos y todas.

Así las cosas, hay que hacer una lectura propositiva del momento histórico, por supuesto sin apartarse un ápice de la realidad concreta, pero con optimismo y espíritu unitario. No es tiempo de lamentaciones y miradas imposibles, es hora de propuestas creativas y audaces con visión unitaria y transformadora.

El momento nos demanda más compromiso, más conciencia de clase y más capacidad crítica y autocrítica. Menos burocracia, menos arrogancia, menos petulancia.

No hay que vivir de los errores, mucho menos justificarlos, hay que reconocerlos, corregirlos conscientemente y avanzar. Marcelo Colussi al referirse a la vigencia  del comunismo, señala: “Errores, desaciertos, exageraciones, ello no desautoriza el ideario comunista y su lucha por un mundo de mayor justicia”.[i]

En ese sentido, se expresa Frei Betto, teólogo de la liberación, en el mismo artículo de Colussi: “El fracaso del socialismo en el este europeo no debe inducir a descartar el socialismo del horizonte de la historia humana”.

La idea es avanzar, se está avanzando. Un país distinto se va materializando y así debemos transmitirlo con nuestra práctica cotidiana, práctica que debe ser consciente y no necesariamente desde una posición de dirección. El comandante fariano, Donald Ferreira, propone una fórmula práctica y efectiva: Ir casa a casa con un discurso sencillo, argumentado y con las mismas palabras del habitante, nada de rebuscarnos términos que el receptor no va a entender.

Acaso traer a colocación a José Martí: “Decir y hacer”. Nada de pesimismo, optimismo en la peor adversidad. Esa es la característica del revolucionario auténtico que debemos poner en práctica para impulsar los procesos revolucionarios que se vienen desarrollando en Colombia.

[i] Página web: www.rebelion.org 18/05/17/ 4 de 7.

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