Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo, se encuentran de plácemes, celebrando el cumpleaños número 53, verdadero récord mundial del pueblo alzado en armas que ha logrado mantenerse victoriosa gracias a su tenacidad, su ideología y su proyecto político, sobreponiéndose a tanta criminalidad del régimen capitalista apalancado históricamente en los dos partidos tradicionales en Colombia: El Liberal y el Conservador y la constante injerencia del imperialismo norteamericano.
Una organización frágil, aventurera, sin ideología y principios, hubiera sucumbido hace rato sin pena y sin gloria. El Estado, históricamente, no ha ahorrado energías en la infame tarea de liquidar a este movimiento que se encuentra en un nuevo escenario político de lucha gozando de salud y bienestar colectivo.
Los planes más siniestros y costosos se han implementado, lo mismo la campaña mediática y la dolarización para menguar la resistencia revolucionaria de las Farc-Ep. Sin embargo, todo ha sido en vano y hoy este movimiento puede celebrar su onomástico en las zonas veredales transitorias de normalización con las comunidades y personalidades que reconocen el aporte del pueblo alzado en armas en la construcción de la patria y en la defensa de su dignidad, vulnerada por la clase dirigente dominante nacional que habla español pero piensa en inglés.
Toda esa campaña odiosa y mentirosa de presentar a esta guerrilla como facinerosa y terrorista, poco a poco va cayendo en la medida en que el pueblo se va sacudiendo de la presión asfixiante de las grandes cadenas del imperio Caracol, RCN, El Tiempo y otras.
El origen del movimiento guerrillero no fue un capricho de los campesinos y las campesinas del sur del Tolima, su origen está en la antidemocracia del régimen bipartidista y su postura criminal. No fue la guerrilla la que empuñó primero el arma homicida, fue el régimen bipartidista para garantizar sus intereses de clase. Así las cosas, la guerrilla no tomó las armas inicialmente para agredir al Estado, las tomó para defenderse de la agresión del Estado. Fue una decisión legítima y extrema que tuvo que tomar el campesinado del sur del Tolima, después de 1948 con el asesinato vil de Jorge Eliécer Gaitán Ayala a manos de esta oligarquía y la CIA.
La verdadera historia de Colombia está por escribirse, pues nos han contado y oficializado la versión de la clase dominante. Ella cuenta su versión de acuerdo a sus intereses de clase. Se auto adula y tergiversa los hechos para presentarlos a su favor.
Hace muchos años le viene mintiendo al pueblo colombiano, colocando la historia invertida o patas arriba, pero la verdad se abre paso. Poco a poco el pueblo común y corriente va conociendo la verdad.
La infamia de las supuestas “repúblicas independientes” fue el pretexto para agredir al sur del Tolima con el plan Latín American Security Operation (Plan Laso), el cual arrancó el 14 de mayo de 1964, ordenado por el presidente Guillermo León Valencia. Claro que es un decir que el presidente porque realmente quien estuvo al frente del siniestro plan fueron los Estados Unidos. Fueron 16 mil soldados por aire y tierra contra 48 campesinos y dos mujeres campesinas. Era un plan de tierra arrasada en la que utilizaron armas químicas y bacteriológicas. “El gobierno nos ha decretado una guerra que se puede prolongar por muchos años”, sentenció admirablemente Manuel Marulanda Vélez.
El 27 de mayo de 1964, fue el primer combate directo que tuvo la guerrilla, mejor los campesinos armados con escopetas, contra el bien entrenado ejército nacional, al parecer por lados de Gaitania sobre el río Atá. Era el pequeño David enfrentado una vez más al gigante Goliat.
Conocedores del brutal ataque, los campesinos de Gaitania y veredas como San Miguel y Marquetalia, le dirigieron sendos documentos al presidente, no solo invitándolo en son de paz, sino solicitándole caminos de herradura, escuelas, puestos de salud y puentes. Además, créditos blandos, comercialización de los productos y mercadeo. A esa generosa manifestación del campesinado la respuesta fue la lluvia de balas, los ametrallamientos y las descargas de bombas a granel.
El comandante Jaime Guaraca recuerda aquella aciaga época, así: “Las acciones militares contaban con el apoyo y la bendición de lo más reaccionario de la burguesía industrial, latifundistas, banqueros, terratenientes, ganaderos y la cúpula del clero católico, todos ellos vinculados a las transnacionales extranjeras y arrodillados al gobierno de los Estados Unidos, el cual los orientaba, los dirigía y, en gran medida, los financiaba”.[i]
Al cumplir las Farc-Ep 53 años, recordamos a sus fundadores, a los que cayeron, a los lisiados y a los que siguen en la lucha en proceso de paz, proceso de paz que el Centro Democrático con su narcotraficante número 82, se empecinan en acabarlo para que el baño de sangre continúe.
El pueblo citadino sobre todo, debe romper la maraña mediática, leer el acuerdo, interpretarlo y asumir una postura activa y consecuente con su clase social. Además, apostarle a la unidad. Felicitaciones a hombres y mujeres del gran ejército de Manuel Marulanda, Jacobo Arenas y tantos otros. Para ellos y ellas, felicidades en su onomástico número 53 y que sigan cumpliendo muchos y muchos años más. Salud, camaradas.
[i] Guaraca, Jaime. Así nacieron las Farc memorias de un comandante marquetalíano. Editorial Ocean Sur. Página consultada 7.
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