Dentro de las múltiples argucias que se vale la burguesía para tener sometido al pueblo colombiano, está el uso y manejo del idioma. De una manera casi imperceptible o subliminal lo utiliza para suavizar sus acciones vandálicas contra los colombianos y colombianas.
Generalmente, se conoce como eufemismos, con lo cual busca suavizar el contenido y la gravedad de los hechos. Así que una lucha que hay que librar es porque las cosas se llamen por su nombre. Como dice el adagio popular: “¡Al pan, pan; al vino, vino!”.
Los medios de comunicación, deberían asumir el compromiso ético de decir las cosas como son, pero sucede que vienen desdibujando la realidad, con el único propósito de proteger la clase dominante, es decir, la burguesía.
Toman partida abiertamente a favor de la clase dominante. Sin embargo, repiten maquinalmente que son objetivos, neutrales y democráticos. “¡A otro perro con ese hueso!”, dice el dicho popular.
En vez de decir – por ejemplo – “ejecuciones extrajudiciales”, se dice: “Falsos positivos”. Este eufemismo suaviza la gravedad de esta infeliz práctica del Estado de asesinar a sangre fría y en estado de indefensión a las personas que no están de acuerdo con su modelo económico.
En vez de decir: “Paramilitarismo”, es decir, política de Estado, se ha inventado el eufemismo de “Águilas Negras”. ¿Cuál es la finalidad? Hacerle creer al pueblo que una cosa es el militarismo y que otro bien diferente son las denominadas: “Águilas Negras”.
Los senadores de la república: Iván Cepeda Castro y Gustavo Petro Urrego, han puestos los puntos sobre las íes con claridad, precisión y coraje sobre el particular.
Cepeda Castro en debate realizado en el senado sobre las víctimas, precisó por un lado, que la criminalidad que se viene desarrollando en Colombia contra líderes populares, campesinos, sindicalistas, indígenas y afros, es sistematizada. No es un hecho aislado y fortuito por líos de faldas, como suele decir groseramente el ministro de defensa y altas personalidades de la vida nacional para subvalorar, desconocer e ignorar el hecho horroroso que viene sucediendo.
“Estamos francamente hastiados del debate de si los crímenes son o no sistemáticos y generalizados contra los líderes sociales. Este debate lo hemos tenido en Colombia hasta la saciedad. Incluso, hoy hay gente que tiene el descaro de decir que lo de la Unión Patriótica, son hechos aislados, fueron venganzas del narcotráfico o incluso, que fue la propia guerrilla de las Farc la que asesinó a miles de miembros de esta organización política”, dijo Cepeda Castro.
Agregó: “Esos crímenes tienen una esencia política. Que no nos metan los dedos en la boca. Por supuesto que quienes siguen asesinando a los miembros de la Unión Patriótica, son actores que tienen intereses políticos. Por supuesto quienes están masacrando a los miembros de la Marcha Patriótica, son actores políticos. O que no se diga que están asesinando los que están reclamando tierra por simple líos de faldas, o que no se diga que quienes valientemente se oponen a los mega proyectos que destruyen las comunidades y las riquezas hídricas de este país, que no nos digan que quienes los están matando no tienen intereses económicos”.
“Estos asesinatos siguen siendo políticos. La diferencia es que hoy en Colombia ha surgido un mercado criminal compuesto por toda clase de grupos al margen de la ley y organizaciones narcotraficantes que ofrecen sus servicios a terratenientes, a compañías multinacionales, a actores de la política que quieren librarse de un personero incómodo o también de poderosos terratenientes que quieren que se acabe el reclamo de las tierras en este país”, subrayó el senador Iván Cepeda Castro.
De otra parte, señaló que las Águilas Negras como tal no existen. No hay una estructura. Ni menos la noticia que el militarismo haya bombardeado un campamento. Es el mismo Estado encargado de hacer el trabajo sucio, extrajudicial, llamado Paramilitarismo.
O sea que, las Águilas Negras no hay que buscarlas en oscuras y malolientes alcantarillas, hay que buscarlas en los batallones, en las brigadas y en las oficinas de los grandes oligarcas de este país, principalmente.
Esa es la cruda realidad. Verdad que suaviza el gobierno con su lenguaje eufemístico.
El senador de izquierda, se preguntó: “¿Hemos visto algún bombardeo contra las águilas negras? ¿O hemos visto alguna fotografía de personas que estén siendo arrestadas, capturadas por la fuerza pública y que pertenezcan a esta denominación? No nos echen más cuentos: Eso no existe. Esa es una denominación que se utiliza para hacer operaciones encubiertas, y nosotros pedimos claridad frente a eso, que nos diga el ministerio de defensa, si tiene evidencia de la existencia de las águilas negras. Quiénes son su mando, cómo operan, en qué lugares del país, con qué organigrama, con qué estructura, o si estamos ante la presencia de lo que vimos en los 80s, que era la proliferación de nombres instintivos para estructuras paramilitares. No queremos más promesas, queremos hechos, porque es la vida de nuestros compatriotas”.
En esa misma dirección, se ha pronunciado el ex candidato presidencial de la Colombia Humana, Gustavo Petro. Su planteamiento es claro, preciso y bien argumentado. Resulta irrefutable. Es casi como pretender tapar el sol con las manos.
El pueblo debe entender, entonces, que el Paramilitarismo es política de Estado. Política criminal, sistematizada, estructurada en el marco de los manuales ordenados por la CIA, con el cuento de la guerra preventiva, de baja intensidad y el enemigo interno.
El ex candidato de la Colombia Humana que en el pasado reciente debate electoral obtuvo 8.034.000 votos, indicó: “No existe un solo preso de las águilas negras en Colombia, nunca ha existido un combate, no hay el más mínimo registro de la existencia real de una organización independiente del Estado, que se llame águilas negras”.
“Amenazan desde el norte extremo, en la Guajira Colombiana, hasta el sur extremo de Colombia, Leticia en el Amazonas. No hay una organización que tenga esa capacidad de cobertura global de la geografía colombiana, que no sea el Estado”.
“Las amenazas son hechas por funcionarios públicos del estado colombiano, que conforman círculos internos clandestinos y que están luchando sus mandos por ser los mandos de la policía y del ejército y de los cuerpos de inteligencia en el nuevo gobierno de Duque”.
“Esas son las águilas negras, y son las que nos han amenazado de muerte”, concluyó Gustavo Petro Urrego.
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