Fuerzas oscuras del paramilitarismo, disfrazadas de águilas negras, nuevamente atemorizan la comunidad del municipio de Roncesvalles (Tolima), con el fin de inmovilizar a los habitantes para que no defiendan ni la vida, ni el territorio de las multinacionales y transnacionales que han fijado sus garras imperialistas en esta ubérrima región tolimense para robarse los recursos naturales como los metales preciosos y de paso acabar con el agua y la inmensa zona paramuna.
En los últimos días han circulado panfletos a nombre de las supuestas águilas negras, amenazando con nombres propios a un grupo de líderes que viene trabajando por la consulta ambiental, consulta que tiene amplia aceptación entre los habitantes roncesvallunos.
Es la política de terror del Estado Colombiano que se desarrolla con entera libertad a lo largo y ancho del país, como lo denunciaron los senadores Iván Cepeda Castro y Gustavo Perro Urrego, en el parlamento colombiano.
Los libretos son los mismos: Se amenaza a los líderes comprometidos con la comunidad, en medio de la más cruda militarización. Según indicó líder comunitario de esta municipalidad, hay en la actualidad dos batallones, los cuales se convierten como en la avanzada de las multinacionales y transnacionales, entre ellas, Anglo Gold Ashanti.
El panfleto distribuido al parecer con entera libertad por esta región, señala que un grupo de líderes debe salir en el transcurso de 15 días, de lo contrario, sería asesinado.
Dice el pasquín que el objetivo es salvar a Colombia del terrorismo, que hay que desmantelar las estructuras urbanas enfocadas al socialismo, defensores de derechos humanos, ambientalistas y líderes sociales. (Lenguaje similar al del narcoparamilitar Álvaro Uribe Vélez y su movimiento político Centro Democrático. ¿Simple coincidencia?)
Los líderes amenazados son los siguientes:
Luis Carlos Forero Murcia, dirigente ambientalista y miembro de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Tolima (ASTRACATOL); Martha Devia, concejala; Salomón Muñoz, comandante del cuerpo de bomberos; Andrés Fernando Devia Zuluaga, hijo de la concejala; Claudia Pretelt, profesora de química del colegio técnico agropecuario la Voz de la Tierra; Miladis Kilindo, docente también de este colegio; José Orlando Amórtegui y Jorge Luis Amariles Henao, todas personas ampliamente conocidas en la región y de reconocida honorabilidad y compromiso social con las comunidades.
Las comunidades de este municipio rico en agricultura y ganadería, han sido golpeadas violentamente durante el conflicto social y armado que ha padecido Colombia, especialmente a manos de las fuerzas militares. Poco a poco las comunidades han venido narrando los horrores que padecieron. Una joven madre, todavía atemorizada cuenta, la forma como llegó el ejército a su casa con palabras soeces, la hizo arrodillar en el patio de la casa con los niños pequeños, en medio de torrencial aguacero, acusándola de ser auxiliadora de la guerrilla. Fue ultrajada, vilipendiada. Incluso, asesinaron a varios trabajadores siendo señalados de guerrilleros.
También recuerda, la forma terrible como la región era ametrallada por los helicópteros artillados, afectando las viviendas y colocando en inminente peligro a chicos y grandes. “Recuerdo – dice – cuando hicieron detonar una granada tan cerca de la casa que pensamos que había caído sobre el tejado. El lodazal que levantó cayó sobre el tejado. Los niños quedaron traumatizados. Ellos escuchan sonar una mecha y tiemblan de pavor”.
Todo esto ocurrió en desarrollo de la “seguridad democrática” de Álvaro Uribe Vélez. Los habitantes que pensaban superadas esas épocas aciagas de miedo, de terrorismo de Estado, sienten temor nuevamente con la aparición de estos panfletos amenazantes. Exigen la presencia de organismos nacionales e internacionales de derechos humanos y sobre todo, la orden presidencial de parar esta infeliz práctica, tan frecuente en Colombia. No más terrorismo de Estado, es el sentimiento popular del pueblo roncesvalluno.
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