miércoles, 6 de agosto de 2025

La marcha del odio, imposible asistir

 

Conmemoración de la Batalla de Boyacá.  Foto Opinión Caribe

    

Por Agamenón

La calle ha sido el escenario natural de lucha de los pueblos que buscan independizarse de regímenes criminales. Por eso, hasta última hora estuve en disposición de participar en la de hoy. Alcancé, incluso, a alistar la bandera roja adornada con la hoz y el martillo. Siempre me ha gustado en las marchas, estar al frente, en primera línea.

El 7 de agosto es una fecha histórica, pues se conmemora la batalla del puente de Boyacá, donde el pueblo descamisado liderado por los generales patriotas: Bolívar, Anzoátegui, Santander y muchos más, se jugaron la vida para darnos la libertad del déspota reinado español.


Esta batalla fue la síntesis de la campaña admirable diseñada por el pueblo neogranadino de la mano de verdaderos patriotas integrales y consecuentes. Allí, brilló el niño soldado, Pedro Pascacio Martínez, que, siendo un infante con escasos años, enseñó el patriotismo, el honor, la dignidad, el amor por la patria que lo vio nacer no dejándose sobornar por las monedas de oro que le ofreció el invasor.

Esta es una efeméride que nada tiene que ver con los que hoy programaron algunas marchas en el país. Nada tiene que ver con la gesta. Por lo tanto, mi reflexión me llevó a pensar que todo es un acto de irrespeto con los mártires que libraron esa heroica y definitiva batalla en 1819, no dudando en calificarlos de apátridas y oportunistas.

Al seguir haciendo conjeturas, me dije: No soy narcotraficante, no soy capitalista, no soy mafioso, no soy paramilitar, no soy uribista, no soy trasgresor de la ley, no soy imperialista, no soy genocida, no soy fascista, no soy partidario de la violencia, de la muerte; no soy xenófobo, no soy racista, no soy analfabeto político, no soy masoquista, no soy machista, no amo las cadenas de la opresión, no venero la mentira mediática, no le rindo culto a la falacia… Luego, no tengo cabida en la marcha del odio, en la marcha que desprecia la vida, la justicia social, la libertad y la verdadera democracia.

Mi abuela decía que a la fiesta de las gallinas no van las cucarachas. Por lógica, hoy marchan o deben marchar los dueños de las multinacionales y transnacionales, el grupo Santodomingo, Carlos Ardila Lule y su patota, los denominados “cacaos” de Medellín, el alcalde Fico, el alcalde Galán, la gobernadora del Tolima, la alcaldesa de Ibagué, el senador Barreto, el ex alcalde de Ibagué Hurtado, la recua de narcos que hacen parte del Centro Democrático, los que lloran como plañideras que el capo de capos, haya sido condenado en primera instancia a doce años de prisión por los delitos de soborno y compra de testigos.

Y desde luego, uno que otro despistado o comprado, totalmente alienado, que seguramente saldrá a hacer el “oso”, quizás a repetir maquinalmente que “Uribe es inocente”, tal como lo viene repitiendo la jauría mediática día y noche. Esta marcha, pensé, es la verdadera “Rebelión de las Ratas”, como diría el famoso escritor colombiano, Fernando Soto Aparicio.

Mejor, dije, me reuniré con los camaradas del comité local, a preparar la gira por Ibagué de la compañera profesora María Eugenia Londoño, la gran precandidata al senado de la república, la precandidatura de Gloria Inés Ramírez y a terminar de leer el semanario VOZ La verdad del pueblo. Además, revisar los estatutos del Partido o quizás escuchar un buen concierto de música colombiana. 


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