jueves, 14 de agosto de 2025

Crimen atroz repudiable

 

Foto: La Comisión de la Verdad

Por Nelson Lombana Silva

Ayer, fue el funeral del senador y precandidato presidencial por el Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay, familiar del triste célebre expresidente Julio César Turbay Ayala, quien encabezó el asesinato del pueblo colombiano con el tenebroso Estatuto de Seguridad, junto a su ministro de Defensa, Luis Carlos Camacho Leiva.

Un hecho repudiable que merece todo el rechazo y condena de la sociedad colombiana. ¿Quién ordenó su muerte? Es el interrogante que todos y todas nos formulamos. Desafortunadamente, no hay que hacer grandes elucubraciones para entender o comprender quien o quienes están detrás del horrendo magnicidio. No hay varios caminos, solo uno claro y contundente.

Podríamos comenzar diciendo a quién le interesa por cuestiones politiqueras su deceso: ¿A la izquierda o a la derecha? No hay más alternativas concretas. Históricamente, la izquierda siempre ha estado al lado de la vida, es su razón de ser, su esencia natural. El Partido Comunista Colombiano, desde su fundación en 1930, ha pregonado sin ambages, el respeto por la vida y así, sucesivamente, todos los movimientos hasta progresistas, han pregonado la vida como el eje central y fundamental. Todos sus discursos han girado alrededor de la paz y la discusión política dialéctica, basada en argumentos. En esa dinámica la vida siempre ha estado en el centro, en lo más importante, partiendo de la certeza que no se trata de imponer a la fuerza el pensamiento, sino de convencer y animar un cambio estructural que permita superar, precisamente, la violencia, la pobreza y la vil explotación del hombre por el hombre.

El presidente de la república, Gustavo Petro Urrego, militante del Pacto Histórico, ha dedicado toda su vida pública a defender la vida. Se ha jugado su propia vida en múltiples momentos por la vida del pueblo colombiano. Su gobierno lo fundamenta en la vida. He ahí, por qué su perseverancia en las Reformas estructurales, en defensa de la vida. He ahí, por qué en su gobierno ha dado todas las garantías a la mal llamada oposición y ha aceptado con nobleza las derrotas en el Congreso y las calumnias permanentes de quienes no quieren la patria, sino sus intereses particulares y egoístas.

Ha demostrado hasta la saciedad que su controversia es política, programática, entre una ideología que se ha impuesto a sangre y fuego y que va muriendo paulatinamente y la ideología socialista que va brotando de estas entrañas descompuestas con fuerza y esperanza en la construcción del hombre nuevo, humano y pacífico, como lo soñó el guerrillero, Ernesto Che Guevara, desde la Sierra Maestra en Cuba o las intrincadas montañas de Bolivia.

Sí, el centro de la lucha de la izquierda es la vida. Por eso, en su momento, rechazó y condenó el militarismo y las dictaduras en el Cono Sur de nuestro continente. Por eso, fue Colombia el primer país que rompió relaciones diplomáticas con Israel, ante el brutal genocidio contra el pueblo palestino que lucha por tener patria y soberanía, en donde han caído cobardemente asesinados niños, niñas, lisiados, enfermos, destrucción total de puestos de salud, hospitales, clínicas, escuelas, colegios, universidades, edificios de albergue.  

Consecuente con sus principios, en especial la defensa de la vida humana, el presidente colombiano del cambio, se ha pronunciado reiteradamente en escenarios nacionales e internacionales en contra de este genocidio que alimentan Israel y Estados Unidos. Para el gobierno colombiano, lo más importante es la vida y la justicia social.

La derecha sinónimo de violencia

En cambio, la derecha, históricamente, se ha desarrollando en el fango tétrico de la violencia, en la fuerza bruta e irracional de asumir el poder a la fuerza, usando tradicionalmente la violencia. En el centro de esta ideología en decadencia, está presente la brutal explotación del hombre por el hombre, la mentira, la calumnia, las tramoyas, las sindicaciones sin fundamento, la violencia y el engaño.

Tuvo razón el maestro del proletariado Carlos Marx, cuando dijo que el capitalismo había venido al mundo chorreando sangre y lodo por todos sus poros, desde los pies hasta la cabeza. El capitalismo, fase imperialista, es el sistema más inhumano y salvaje que recuerde la historia, por cuanto se fundamenta en la explotación del obrero, los trabajadores y los pueblos a partir de la violencia.

Mientras el Socialismo impulsa la vida, el capitalismo, la muerte. Colombia, para no ir muy lejos, ha sido escenario de cruentas violencias, en donde la rancia oligarquía liberal-conservadora, ha promovido violencias de pueblo contra pueblo, mientras ella ha usufructuado el dolor del pueblo sin contraer un solo músculo de su rostro. ¿No fue ella la que inventó la guerra de los mil días? ¿No fue ella la que inventó los colores rojo y azul y generó lo que se conoce como la “violencia en Colombia”? ¿No fue ella la que alimentó el narcotráfico, el paramilitarismo y la llamada seguridad democrática?

Sin lugar a dudas, la derecha es sinónimo de muerte y destrucción, dolor e incertidumbre. No es un infundio, es una realidad que usted puede comprobar si se atreve a ojear la verdadera historia del país, esa historia que permanece empolvada e ignorada por el pueblo colombiano gracias a la marrullería de la gran oligarquía.

Con este conocimiento científico de la historia, podría usted deducir quienes son los verdaderos asesinos de Miguel Uribe Turbay, sobre todo sus autores intelectuales y qué objetivos oscuros y monstruosos buscaban. Nada más que desestabilizar el país, alimentar una revuelta y justificar el golpe de estado. El tiro les salió por la culata, porque el pueblo ya no es tan menso como en otros tiempos, ha ido entendiendo poco a poco el tejemaneje, ha ido comprendiendo quien es el bueno y quien es el malo. La oligarquía sacrifica lo que sea con tal de no perder sus privilegios. Si asesinaron a Álvaro Gómez Hurtado, si han asesinado a más de medio país, uno más, uno menos, qué importa. Claro es que la oligarquía no maneja relaciones humanas, maneja relaciones económicas. Por eso, lamentamos el sacrificio de Miguel Uribe Turbay, exigimos verdad y justicia, no más impunidad.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario