He tenido la oportunidad de asistir a varios festivales nacionales del semanario VOZ La verdad del pueblo, oportunidad única de relacionarse con todo el país nacional, conocer sus costumbres y tradiciones. Pero, sobre todo, estrechar la mano del camarada, del incansable luchador en la región más distante y olvidada de quienes habitan y gobiernan desde Bogotá.
Recuerdo con especial énfasis el segundo festival de la entonces Voz Proletaria, magno evento realizado el 13 de julio de 1980 en el coliseo cubierto El Campin. Iba por cuenta de mi hermano Gustavo y era la primera vez que llegaba a la melancólica ciudad de Bogotá. Recuerdo con nostalgia la conversación fugaz con el maestro Luis Vidales. “No soy poeta, no se deje creer”, me dijo con qué sencillez, al estirarse un poco para colocarme su brazo cansado en mi hombro. No podía creer que estaba frente al autor de “La Obreríada”, insigne obra poética revolucionaria de cabo a rabo, como diría Gabo.
Recuerdo dos textos maravillosos que mi hermano me regaló: Uno trataba temas relacionados con la juventud y el otro, Fundamento de Filosofía de Afanasiev. Esos textos me fijaron un derrotero claro en mis primeros diecinueve años de edad para entonces.
El frío circulaba huracanado, la llovizna melancólica mantenía húmeda la eterna ciudad de grandes contrastes. Me impresionó la figura enhiesta del camarada Gilberto Vieira, un hombre alto de regia personalidad. Habló después de las dos de la tarde. Las graderías del escenario estaban abarrotadas de hombres y mujeres animados por la esperanza en el futuro socialista del país. Era una juventud radiante, dinámica e incluyente.
La muchedumbre lo aplaudía, a veces con delirio. Taciturno observaba el desenvolvimiento de los acontecimientos, miraba el rostro de las mujeres y trataba de entender el discurso del camarada. Cuando terminó su intervención y se anunció la presentación, creo que de la orquesta Rumba Habana, todo me pareció un caos. De las gradas la gente se precipitó a la pista con algarabía gritando vivas a Fidel, a la Revolución y al Socialismo. Pronto la orquesta retumbaba con sus mejores éxitos. Se aproximaba las seis, cuando mi hermano me dijo: Vámonos, el bus nos está esperando.
Con el ruido estridente de los timbales en la cabeza, poco a poco fuimos abandonando la ciudad solitaria y triste en busca de la tierra caliente y alegre, primero de Melgar y Espinal y después de Ibagué. Sin dar tregua comenzamos la lectura de los textos, una lectura exploratoria que nos fue introduciendo en la cientificidad del comunismo. Todavía cargo conmigo estos textos, sobre todo el de filosofía por cuanto fue puntal fundamental para conocer el mundo, la naturaleza y el pensamiento humano desde la ciencia.
El periódico VOZ, una historia para contar
La manera más expedita de conocer y desarrollar la misión del Partido Comunista, es conociendo la historia del periódico que surca los 67 años de existencia. Es una historia emocionante, llena de heroísmo, decisión, audacia y valentía de quienes fueron verdaderos motores impulsores de la gran odisea. Lucha que contó con la decisión de las masas campesinas, indígenas y populares, que también fueron protagonistas de primer orden.
En algunos períodos de la verdadera historia de Colombia, llevar de un sitio a otro un ejemplar de este periódico, era una acción suicida, un acto de suprema formación política y conciencia de clase. La represión respiraba en la nuca. Sin embargo, el pueblo organizado y consciente no se amilanaba y transportaba el ejemplar largas distancias, a lomo de mula, en canoas o sencillamente al hombro. ¡Quién dijo miedo, quién dijo pereza!
Si hoy tenemos Pacto Histórico, presidente progresista y humano, son gracias al esfuerzo de ese pueblo anónimo y del papel singular que jugó la prensa revolucionaria y, desde luego, la decisión preclara del Partido Comunista Colombiano. De ahí la importancia de conocer la historia, por cuanto está unida dialécticamente, es nada más y nada menos que presente, futuro y pasado.
Voz de la Democracia comienza a circular el 20 de julio de 1957, tres meses y diez días después de caer la atroz dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, siniestro personaje impuesto por el bipartidismo, quien no tuvo escrúpulos en censurar todo medio de comunicación que no le fuera a fin a sus intereses imperiales. El mismo que ilegalizó el Partido Comunista Colombiano. Circuló como quincenario durante un tiempo, pasando luego a semanario. La dictadura militar cae el 10 de mayo de 1957 y el bipartidismo se coloca nuevamente al frente en defensa de sus intereses de clase.
Líder en estas luchas periodísticas fue el camarada Gilberto Vieira, quien dirigió “Diario Popular”, desde el 2 de enero de 1942, hasta el 30 de junio de 1946. Fueron 1321 ediciones en igual número de días, que contribuyeron ampliamente al proceso revolucionario que está en marcha actualmente en Colombia.
Con alguna anterioridad había circulado “Tierra”, desde 1932 hasta 1939, con algunas interrupciones debido al terrorismo de estado que con petardo dinamitó la imprenta.
En 1963, el triste célebre presidente Guillermo León Valencia, le suspendió la licencia, porque el periódico denunció en sus páginas el terrible plan gringo Latín American Security Operation, más conocido como “Plan Laso”, plan de tierra arrasada contra regiones prósperas cuyos campesinos buscaban ansiosos, apoyo del Estado para poner a producir estas fértiles tierras. Regiones como Marquetalia, Rio chiquito. Es decir, el sur del Tolima y norte del departamento de Huila.
A pesar de la dura represión, el periódico Voz de la Democracia vuelve a circular el 29 de octubre de 1963. Dice el editorial: “Seguiremos adelante desde este número bajo el nombre combativo y más definido de Voz Proletaria”. Con este nombre circula hasta 1983, pasándose a llamar VOZ La verdad del pueblo, nombre que se sostiene en la actualidad.
Voz Proletaria enfrentó los gobiernos sectarios y violentos de Carlos Lleras Restrepo y Misael Pastrana Borrero, entre otros. Por su parte, VOZ La verdad del pueblo ha combatido valientemente en defensa de la verdad y en la denuncia de regímenes neofascistas como el de la seguridad democrática del narco presidente Álvaro Uribe Vélez, Iván Duque, entre otros.
Los desafíos del momento
La oceánica travesía del semanario VOZ La verdad del pueblo, siempre presente en la entraña de la masa campesina, popular e indígena, aportando a la verdad y a la lucha revolucionaria por la construcción de la Democracia y el Socialismo, asume trascendentales retos en el desarrollo del siglo XXI, retos que hay que asumir con decisión y coraje para seguir estando arriba, cumpliendo cabalmente el sueño de quienes han luchado y dado su vida por la causa, tal el caso emblemático del camarada Manuel Cepeda Vargas, tantos periodistas y corresponsales que no dudaron en dar la vida, cumpliendo la compleja tarea periodística en Colombia.
Descentralizar las páginas del semanario como se ha intentado hacer es importante, por cuanto Colombia es un país de regiones con sus propias dinámicas, sus propias problemáticas y sus propias perspectivas culturales, artísticas y ambientales.
Se hace necesario desarrollar estrategias contundentes que permitan masificar la difusión de nuestro semanario, comenzando por la militancia, los amigos y simpatizantes de la izquierda y, desde luego, del Partido Comunista.
El festival nacional del periódico se debe mantener e incluso, rotar de ciudad. Ir de la metrópoli a las regiones sería un interesante ensayo. Fomentar y regionalizar las escuelas de periodismo. Estimular la participación de verdad. Siempre llevar con uno un ejemplar.
Recuperar la mística. Recuerdo que el camarada Raúl Rojas González, se iba de Ibagué a Cajamarca a llevar un ejemplar de VOZ. Muchos lo tildábamos de absurdo, pero él siempre tenía una respuesta certera: “Voy a llevar un número, pero a hablar, a hacer política revolucionaria con mucha gente”. El camarada Carlos Arturo Lozano Guillén, quien fue director del semanario 1994 – 2018, siempre llevaba en sus giras el periódico y antes de comenzar la conferencia, lo dejaba al alcance del auditorio. El comprador dejaba el dinero y se llevaba el producto. “Algunos – decía el camarada – se llevan el periódico y se les olvida dejar el dinero. Son los riesgos que se asume”.
Aprovechar la coyuntura del progresismo para que el periódico se masifique en la arena nacional es tarea prioritaria, se debe estudiar su comercialización y mantener la presentación, porque es una presentación que está a la altura de los periódicos del mundo. Es la era mediática que hay que poner al servicio del Socialismo, la Democracia y la Revolución. Yo me quedo con VOZ La verdad del pueblo, se vende en Ibagué los jueves en las casetas, especialmente las ubicadas en frente del teatro Tolima, sobre la carrera tercera entre calles 11 y 12. Cómprela, léala y difúndala.
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