viernes, 18 de octubre de 2024

“Retomar la vía férrea en el Tolima”

La estación Verde del tren, hoy biblioteca La Estación del tren en Ibagué, Tolima. Foto Nelosi

 Por Nelson Lombana Silva

Entrevista con Luz Helena Batanelo García

El edificio que fue en su momento acondicionado para el transporte férreo y hoy para la biblioteca pública La Estación del Tren, esconde una historia que muchos habitantes del populoso barrio Picaleña recuerdan con nostalgia y eterna admiración. Tal es el caso de la matrona Gilma García de Batanelo, que llegó con esposo Hernán y sus hijos a habitar el sector desde 1985, cuando el tren pasaba raudo, antecedido del timbre de la campana que anunciaba su presencia y el estremecimiento de la tierra a su paso.  No oculta su nostalgia, sus palabras se ahogan al intentar memorizar esos momentos cuando todavía el inmenso sector era apenas un proyecto de barrio.

Doña Gilma vive al frente de la biblioteca. Nació en 1948 en el municipio de Honda, Tolima. Su núcleo familiar vivió un tiempo en el municipio de Espinal y de allí, pasó a este lugar.  En este sitio se proyectó construir un hotel, pero no se cristalizó al desaparecer la vía férrea. En lomo de mulas se robaron los rieles haciéndose pasar los delincuentes por funcionarios del gobierno, señala.  

De la amena conversación, presentada el día inmediatamente anterior, con motivo de realizarse en esta biblioteca pública la primera feria empresarial, orientada por la bibliotecaria Liliam Verónica Quintero Parra, participó la profesora universitaria e hija de doña Gilma, Luz Helena Batanelo García, vía celular, quien hizo un recuento histórico del tren, su impacto y la necesidad que se reactive lo más pronto posible en el departamento de Tolima.

Es enfática al decir: “Siempre hemos dicho que Colombia debe reactivar las vías ferroviarias “. En ese sentido, señala: “Qué bueno que Ibagué reactivara parte de la vía ferroviaria, qué bueno retomar la vía férrea en el Tolima”.

Al evocar esos momentos cuando apenas surcaba los quince años y comenzaba sus estudios en la universidad del Tolima, señala con aire nostálgico: “Qué tristeza que se haya perdido la vía férrea”. Incluso, critica que en la construcción del panóptico no se tuvo en cuenta un espacio para destacar el impacto del tren en el desarrollo de la ciudad y del mismo departamento.

Mientras acondicionábamos el lugar para la feria empresarial por un grupo de hombres y mujeres, entre ellos, el bibliotecario de la Clarita Botero, Cesar Ducuara Moreno, conversamos con la doctora Luz Helena Batanelo García. La conversación a manera de entrevista fue la siguiente:


Luz Helena Batanelo García, docente universidad del Tolima. Foto Internet.

-          Estamos participando de la primera feria de emprendimiento organizada por la biblioteca pública La Estación del tren. Queremos conocer un poco la historia del tren. ¿Usted qué sabe?

Yo llegué jovencita, de quince años, al barrio Picaleña, comenzando los estudios en la universidad del Tolima. Soy licenciada en español e inglés de la universidad del Tolima, soy magister en lingüística de Caro y Cuervo y doctora en educación. Trabajo con la universidad del Tolima de planta de la facultad de ciencias de la educación.

-          Doctora, de niña, ¿Qué impresión tuvo del tren?

Cuando nosotros llegamos, el doctor que es el actual decano de la facultad de arquitectura de la UT, estuve charlando con él, que fue el que remodeló la construcción para dejarla habilitada para la biblioteca en el gobierno de Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez. La idea original era trasladar la máquina o por lo menos uno de los vagones que quedaba en la antigua estación donde están las oficinas del Sena actualmente, porque hasta esa época, el tren funcionaba sobre todo en la vía Buenos Aires e Ibagué, y de Ibagué iba hasta el municipio de Venadillo. Transportaba ante todo materiales. Era la maquina grande que está ahorita frente al terminal de transporte. Recuerdo que en los vagones transportaban madera, carbón, piedra. La campana timbraba cuando venía la máquina. Como dato curioso, los niños jugaban sobre los rieles con carritos hecho por ellos, eran carritos de balineras con la ayuda de los tablones con el fin de pasear, jugar, de lado a lado. Nos llevaban y nos traían. Venían muchos niños y jóvenes que se subían. Pero, tan pronto sonaba la campana, anunciando que venía la máquina, se desmontaba el carrito de balineras para abrirle paso al tren.

En la casa antigua que hoy es la biblioteca, siempre se manejó lo que fue el operario, era el que estaba al tanto del paso del tren, era como haciéndole una especie de revisión a lo que traían. El operario trabajaba y vivía con la familia. Revisaba los vagones, le hacían reparación. Luego, iba a la parte central que era donde hoy está las oficinas del Sena, era donde hacían los cambios. Era desmontar los materiales que traía.

Esta casa, junto a la otra estación que ya también está en ruinas, quedó pendiente por reconstruir, que era la estación Amarilla. La estación donde fue ubicada la biblioteca era La Verde. Siempre decíamos: La estación Verde o la estación Amarilla. La estación verde que es donde funciona la biblioteca era operada por estos operarios. Generalmente había un operario con su familia en el primer piso y el otro operario y su familia en el segundo piso. Ellos estaban al tanto de lo que había que reparar de las máquinas y de los vagones.

-          ¿Mantenía comunicación usted de joven con estos operarios o se mantenía distante de ellos?

El último operario, me acuerdo de su nombre: Reinel Luna. Todavía vive en la ciudadela Simón Bolívar con su familia. Su señora se llama doña Stella y tuvieron dos hijos y una hija. Uno de ellos, lamentablemente falleció porque entró a la policía, la emboscaron en el sur del Tolima y pereció en la emboscada. Fue muy duro. El otro es Juan Luna. La hija se casó y está en Cali. Ellos vivían en el primer piso.

En el segundo piso, era un señor blanco, grande, corpulento y también tenía su familia, hijos. Le decían por apodo: “Pollo Gigante”. Claro que hubo una relación porque, prácticamente, ellos se criaron con nosotros, con mi hermana, conmigo. Estuvieron en la casa de nosotros durante mucho tiempo, pasábamos las navidades, los años nuevos. Sí, fue más cercanos a nosotros.

-          ¿Qué sensación le producía a usted la llegada de la máquina, del tren?

Era muy emocionante escuchar sobre todo la campana. Esta estaba justo donde colocaron el vidrio. Era el anuncio que venía la máquina grande. Había que estar pendiente. La máquina pasaba, nosotros nos ubicábamos a este lado. Las casas no tenían enrejado, solamente la parte de atrás. Nos parábamos a ver pasar la máquina con los vagones. Era muy bonito, emocionante, era una sensación muy bonita. Incluso, en la universidad y con mi esposo, que hace unos meses murió, siempre hemos dicho que Colombia debe reactivar las vías ferroviarias, porque es un medio de transporte, históricamente, en muchos países han revaluado y han vuelto a activar este medio de comunicación.

Incluso, en Colombia ya funciona en la costa, en la Dorada, hay parte de la vía ferroviaria en Bogotá, es turístico, el tren de la sabana. Que bueno que Ibagué reactivara parte de la vía ferroviaria, esa que todavía queda. Falta voluntad política del gobierno actual para que la reactiven con algunos municipios del departamento; retomar para las futuras generaciones el significado del tren, lo que ha significado para Colombia. Antes de tener las carreteras, de tener las tractomulas, todo se transportaba a través del tren y sus vagones.

-          ¿Usted de joven viajó en tren?

Sí señor, hice el recorrido de la sabana con mi esposo, era el tren turístico. Quisimos también en el tren de la Dorada (Caldas) y el de la costa. Claro que el tren de la costa era más para transportar la sal, el carbón. Me gustaría que se pudiera hacer nuevamente recorridos, así fueran cortos y destacar el valor de lo que ha significado históricamente, el tren, por ejemplo, para el Tolima.


-          El Gobierno del Cambio, Gustavo Petro Urrego, está interesado en reactivar la vía férrea en Colombia. ¿Esta de acuerdo con esa iniciativa?

Claro, perfectamente. No creo que sea la única en licenciatura de sociales de la facultad de educación y el grupo de región y paz en la universidad del Tolima que, incluso, en esta próxima semana hay un encuentro y parte de los propósitos es reactivar las vías férreas del Tolima. Qué bueno que el gobierno de Petro, la reactive en este proceso de transporte, de comunicación, que sea de carga, de manera turística. El transporte es más lento, le da a uno la posibilidad de mirar por la ventana el paisaje, lo que le permite a uno disfrutar esa forma de vehículo que, lamentablemente el afán de nuestras vidas hoy en día del hombre del siglo XXI, se cohíbe.

-          ¿Le gustaría a usted que el tren volviera a pasar por el frente de su casa?

Claro que sí. Si usted se da cuenta muchas de las vías férreas, vaya bajando, lamentablemente queda ya poquita vía férrea, pero hay partes donde todavía quedan los rieles. Que bueno que se pudiera, volver a retomar el tren, por ejemplo, entre Buenos Aires, Ibagué e Ibagué abrir comunicación ferroviaria con el norte del Tolima, podría llegar hasta Alvarado o hasta el municipio de Venadillo. Sería una manera muy bella de recorrer parte de este territorio, de este paisaje que nos permite disfrutar el turismo y el transporte férreo.

En la época de los 80s el tren era más una forma de apoyo para transportar muchas cosas. Se transportaba madera, material pesado y grande. Era muy bonito saber que había operarios encima, recuerdo también, llevaban uno o dos operarios que iban encima. Es muy bonito pensar en esas posibilidades, en esas formas de transporte.

Es una forma también ahorita aprovechando la cumbre que hay entorno a la parte medioambiental, es una oportunidad para destacar cómo el tren ayuda, porque este medio de transporte menos invasivo, requiere menos afectación al medioambiente. Ayudará bastante a esa relación del hombre con el entorno.

-          ¿Qué impacto tuvo en usted el fin del tren en Ibagué, Tolima?

Los rieles se lo robaron en mulas. Fue algo catastrófico. Cuando los operarios salieron de la casa hoy biblioteca, la casa fue invadida. Tuvo que haber expropiación para poder hacer la remodelación y adaptación, tuvieron que expropiar a las familias que habían invadido la casa, pues los operarios ya no estaban. Se apoderaron de los rieles y lo vendieron.

Pero, el impacto más grande creo que fue el extrañamiento de escuchar el tren, el sentir que pasaba y la tierra temblaba, cruzando por la mitad de Picaleña. Hoy en día hay mayores contenciones, más habitaciones, pero en esa época, era todo lote, naturaleza. El extrañar que no está el tren, que no están los vagones, tiene un gran impacto para todos, para nosotros, sobre todo añorando la época de jóvenes. Qué tristeza que se haya perdido incluso la bodega central que quedaba en el Sena, ahora está cumpliendo otra función que es la formación. Sin embargo, cómo nos hace falta, por ejemplo, un museo del tren.

Es injusto y aprovecho para contarle: Nosotros estuvimos en el panóptico de Ibagué, lo estuvimos recorriendo, y curiosamente no hay un espacio dedicado al impacto que tuvo el tren en Ibagué. Lo extrañamos. Sí vimos el barrio, vimos cómo Ibagué se fue transformando, pero no vimos un espacio para el tren, lo que sí está presente en la historia de otros municipios, como Ambalema, o en Honda, su río el Magdalena. Aquí, no lo reconocemos. Solamente tenemos la máquina que está en la terminal del transporte. Realmente, no destacamos la trascendencia en la cultura, en lo que significó para los jóvenes de la época, como los cincuentones que ya estamos.

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