A pesar de la terrible incomunicación mediática, la noticia del lanzamiento de la candidatura presidencial de Rodrigo Londoño, Timoleón Jiménez o simplemente Timo, en representación no solo del Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc), sino de millones de colombianos, hombres y mujeres, se sintió y se ha venido sintiendo con entusiasmo en diversas regiones del país.
La imagen diabólica de la guerrilla que elaboraron con sevicia los medios de comunicación y los esbirros del régimen, se va al traste, porque de entre esa espesa maraña de desinformación la verdad rápidamente sale a flote. Un campesino del cañón del Combeima en Ibagué (Tolima), al comentar el discurso del candidato presidencial Timo, dijo: “Yo pensé que la guerrilla era gente bruta que solo sabía echar bala. Me doy cuenta que es gente buena, educada y pensadora”.
Poco a poco la verdad se abre paso. Timo es un revolucionario, curtido en la lucha que no da el brazo a torcer y enarbolando la bandera de este Partido la agita con fuerza y transparencia llamando al pueblo a luchar por sus propios intereses de clase.
Una persona humana con profundos valores que siente el dolor ajeno como propio, que se jugó la vida en la montaña por unos ideales de justicia social y cambios estructurales al favor del pueblo, se va mostrando poco a poco sobre todo en las ciudades, cuyos habitantes vivieron el conflicto social y armado, sentados en cómodos asientos, degustando un apetitoso tinto, viendo la televisión.
Por ahora se ha puesto fin a este método tan complejo y dramático mediante un acuerdo concretado en la Habana (Cuba) y firmado en el teatro Colón de Bogotá el 24 de noviembre de 2016.
Acuerdo que la guerrilla viene cumpliendo rigurosamente, no así el gobierno, porque mientras la insurgencia silenció los fusiles, el Estado no lo ha hecho y prueba de ello es que van más de 30 ex combatientes asesinados, centenares de líderes populares, sindicales y reclamantes de tierra.
La única respuesta lánguida del gobierno nacional a través del ministro de defensa (guerra), es que estos hechos violentos son por líos de faldas. Así respondía el gobierno cuando lo más violento del exterminio de la Unión Patriótica.
Timo es humano, demasiado humano, como diría Federico Nietzsche, un soñador, un revolucionario integral que no duda en asumir su nuevo rol con el mismo entusiasmo y estoicismo que le ha caracterizado. Va para adelante. Es un huracán. Por eso tiembla la oligarquía. Germán Vargas Lleras, desesperadamente llama a revivir el tenebroso Frente Nacional, se reúne con el narcoparamilitar número 82, Álvaro Uribe Vélez en hotel de Manizales, los godos le laten a la luna y las autoridades permiten la presencia del paramilitarismo en más de 275 municipios del país, en 27 departamentos, entre ellos, Tolima.
Se arma toda una trinca mediática. Se suceden atentados terroristas. Todos al parecer con fines politiqueros, método tan común en el Centro Democrático, para generar pánico, miedo e inseguridad en el pueblo y luego presentarse el amigo de Pablo Escobar Gaviria, como “el salvador, el redentor”. El despropósito es que el elector vaya a las urnas con miedo y con rabia, con odio.
Se emplea los métodos más innobles para tratar de aislar la lucha política de las Farc, pero no han podido porque la verdad es invencible. La justicia cojea, pero llega. Timo recibirá el más estruendoso respaldo en las urnas en su condición de candidato a la presidencia de la república.
Seguramente ríos humanos concurrirán a las urnas iluminados por la verdad y por la necesidad de defender la paz con justicia social.
Timo presidente no actúa solo. Es un colectivo. Su fórmula vicepresidencial es una mujer encantadora, sencilla, humilde, valiente y decidida. Imelda Daza Cotes tiene nervios de hierro, conciencia de clase y calor de patria.
Además, es una mujer de diálogo, conciliadora, carismática y conocedora profunda de la dinámica del país. Tiene definición política. No está un rato en la izquierda y otro rato en la derecha. Es consecuente y comprometida con los cambios estructurales que necesita la sociedad colombiana, especialmente la mujer.
Tuvo un exilio prolongado. Allende de la frontera no se quedó con los brazos cruzados, hizo todo un trabajo político y de denuncia realmente admirable. Fue hasta concejala de una población europea. Con ella brilló la solidaridad internacional.
El debate político en Colombia arde, está en todo su furor y la idea es que el pueblo sea protagonista de primer orden, con suficientes elementos críticos y analíticos para selección la mejor opción. Una fórmula esperanzadora es precisamente Timo presidente e Imelda Daza Cotes, vicepresidenta.
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