“De esta ciudad de libros hizo dueños
A unos ojos sin luz, que solo pueden
Leer en las bibliotecas de los sueños
Los insensatos párrafos que ceden”.
Jorge Luis Borges, escritor argentino
No son pocos los que aseveran que la lectura es una especie en vía de extinción. Incluso, hay quienes afirman irresponsablemente que leer es propio de frustrados y frustradas. Así es que se miran a los lectores como bichos raros. La ignorancia es atrevida. Permite pronunciamientos de este tipo. Se indica también que la distancia entre el lector y el libro, es como la canción: “Cada día más grande”.
Ahora con la internet dicen los derrotistas de todos los pelambres, que les ha llegado la hora a los libros de ser jubilados. El boom es grande y aturdidor en el mundo globalizado. Sin embargo, los agoreros de las grandes catástrofes se vienen quedando a la orilla de su propia frustración, por cuanto la lectura no es un simple ejercicio mecánico supuestamente para que quemar tiempo, cuando en realidad, es el tiempo el que nos está quemando.
Se sabe científicamente que la lectura ayuda a la salud, a la humanización, a la diversión y a la liberación. Una persona que lee, está menos propensa a ser convertida en idiota útil por parte de la clase oligárquica, porque sabe el origen de la lucha de clases y la forma de construir una sociedad sin ricos exageradamente ricos y pobres exageradamente pobres.
Se sabe científicamente que la lectura ayuda a la salud, a la humanización, a la diversión y a la liberación. Una persona que lee, está menos propensa a ser convertida en idiota útil por parte de la clase oligárquica, porque sabe el origen de la lucha de clases y la forma de construir una sociedad sin ricos exageradamente ricos y pobres exageradamente pobres.
Por el contrario. Una persona que no lee, está condenada a ser objeto de cualquier vivaracho u oportunista; amargada, aislada, enferma y sin perspectivas de trascender en el tiempo y en el espacio.
Jim Trelase, afirmaba: “Una nación que no lee mucho está más propensa a cometer errores en el hogar, en el supermercado, en la sala del jurado y en la votación electoral. Y esas decisiones afectan finalmente a toda una nación, a los alfabetizados y a los que no están”. Es decir, afecta a todos y a todas.
A propósito, sabiendo que estamos en tiempo electoral, bueno resulta saber cómo partidos como el Centro Democrático monta su campaña sobre la base del odio, el miedo y la mentira, y hasta ahora le ha dado tan buenos resultados. ¿Eso por qué se da? Porque el pueblo no lee y las compañas del gobierno nacional son más demagógicas que reales.
Las estadísticas son realmente preocupantes. Por ejemplo: Durante el 2016, se realizó un estudio sobre lectura, arrojando que el 51.6 por ciento, durante este año no leyó un solo libro. En Europa se lee en promedio anualmente 17 libros, en Colombia solamente 1.9; es más: El 30 por ciento de los hogares colombianos no tienen libros en sus casas.
Quizás se desconoce que la lectura es el único instrumento que tiene el cerebro para progresar, para desarrollarse y, sobre todo, mantenerse saludable, entre otras razones, porque el cerebro es un músculo y si este no se ejercita, su tendencia es a atrofiarse, a enfermarse más rápidamente. Quien lo creyera, pero la lectura previene enfermedades de tipo neurodegenerativas y reduce ostensiblemente el estrés.
La estimulación mental es una realidad, por cuanto la lectura resulta ser una constante asociación de sonidos y significados que contribuye al ejercicio de la mente. Además, la lectura aporta conocimiento, saber; amplia el vocabulario, mejora la forma de escribir y por supuesto, de pensar; facilita el aprendizaje de idiomas, pues el cerebro está ejercitado en la asociación de sonidos y significados; mejora el pensamiento crítico, analítico y autocrítico, toda vez, que permite tener elementos de juicio para mirar con más autonomía la dinámica colectiva e individual de la vida humana.
De igual manera, la lectura fortalece la concentración y la atención. Sabe escuchar e igualmente, sabe hablar con más propiedad, con más argumentación. Mejora la tranquilidad, la convivencia, la participación y la unidad. Además, genera entretenimiento sano y saludable. Realmente la lectura nos abre al mundo.
¿Cómo adquirir la vocación por la lectura? El niño aprende a través del ejemplo. Al decir de José Martí, héroe cubano: “Las palabras conmueven y los ejemplos arrastran”. Si en casa nadie lee, si hay desprecio, odio y fastidio, muy seguramente el niño se levantará con esa mentalidad hacia el libro. Es común oír decir: “Qué pereza me toca leer determinado libro”, seguramente el niño se va a levantar con esa mentalidad. En cambio, leerle al niño desde que esté en el vientre resulta ser provechoso y productivo.
El problema es cómo los adultos adquirimos la vocación por la lectura. Si hay voluntad y compromiso por erradicar la mediocridad y deseos de aprender algo nuevo diariamente, se puede adquirir la vocación rápidamente. Hay muchas técnicas. Algunas: Tome un libro que le llame la atención y programe una lectura diaria de una sola página la primera vez, al día siguiente dos páginas, al siguiente día nuevamente una y después, tres y así sucesivamente. Diariamente, antes de acostarse o al levantarse, lea 10 minutos solamente. Recuerde que el ojo también es un músculo que al no ejercitarlo, al principio se reciente y por eso nos da pereza y lagrimeo, pero poco a poco, se acostumbra.
Bueno resulta no intentar minimizar o disculpar nuestra pereza a la lectura. Generalmente la respuesta a este comportamiento es: No tengo tiempo, no entiendo lo que leo, no encuentro su valor, me parece que es pérdida deliberada de tiempo. La información estas personas prefieren tomarla de la televisión y de la internet, generalmente. Dicen y opinan teniendo como bibliografía los medios de comunicación, sin saber que más del 80 por ciento de esta información es manipulada a favor de la clase dominante, entonces, siendo pobres, terminamos hablando y opinando como ricos, defendiendo el sistema capitalista.
Así es que resulta válida aceptar la gran invitación que hace Rius, escritor mejicano, de apagar el televisor y a abrir un libro. ¡Qué delicia!
Jim Trelase, afirmaba: “Una nación que no lee mucho está más propensa a cometer errores en el hogar, en el supermercado, en la sala del jurado y en la votación electoral. Y esas decisiones afectan finalmente a toda una nación, a los alfabetizados y a los que no están”. Es decir, afecta a todos y a todas.
A propósito, sabiendo que estamos en tiempo electoral, bueno resulta saber cómo partidos como el Centro Democrático monta su campaña sobre la base del odio, el miedo y la mentira, y hasta ahora le ha dado tan buenos resultados. ¿Eso por qué se da? Porque el pueblo no lee y las compañas del gobierno nacional son más demagógicas que reales.
Las estadísticas son realmente preocupantes. Por ejemplo: Durante el 2016, se realizó un estudio sobre lectura, arrojando que el 51.6 por ciento, durante este año no leyó un solo libro. En Europa se lee en promedio anualmente 17 libros, en Colombia solamente 1.9; es más: El 30 por ciento de los hogares colombianos no tienen libros en sus casas.
Quizás se desconoce que la lectura es el único instrumento que tiene el cerebro para progresar, para desarrollarse y, sobre todo, mantenerse saludable, entre otras razones, porque el cerebro es un músculo y si este no se ejercita, su tendencia es a atrofiarse, a enfermarse más rápidamente. Quien lo creyera, pero la lectura previene enfermedades de tipo neurodegenerativas y reduce ostensiblemente el estrés.
La estimulación mental es una realidad, por cuanto la lectura resulta ser una constante asociación de sonidos y significados que contribuye al ejercicio de la mente. Además, la lectura aporta conocimiento, saber; amplia el vocabulario, mejora la forma de escribir y por supuesto, de pensar; facilita el aprendizaje de idiomas, pues el cerebro está ejercitado en la asociación de sonidos y significados; mejora el pensamiento crítico, analítico y autocrítico, toda vez, que permite tener elementos de juicio para mirar con más autonomía la dinámica colectiva e individual de la vida humana.
De igual manera, la lectura fortalece la concentración y la atención. Sabe escuchar e igualmente, sabe hablar con más propiedad, con más argumentación. Mejora la tranquilidad, la convivencia, la participación y la unidad. Además, genera entretenimiento sano y saludable. Realmente la lectura nos abre al mundo.
¿Cómo adquirir la vocación por la lectura? El niño aprende a través del ejemplo. Al decir de José Martí, héroe cubano: “Las palabras conmueven y los ejemplos arrastran”. Si en casa nadie lee, si hay desprecio, odio y fastidio, muy seguramente el niño se levantará con esa mentalidad hacia el libro. Es común oír decir: “Qué pereza me toca leer determinado libro”, seguramente el niño se va a levantar con esa mentalidad. En cambio, leerle al niño desde que esté en el vientre resulta ser provechoso y productivo.
El problema es cómo los adultos adquirimos la vocación por la lectura. Si hay voluntad y compromiso por erradicar la mediocridad y deseos de aprender algo nuevo diariamente, se puede adquirir la vocación rápidamente. Hay muchas técnicas. Algunas: Tome un libro que le llame la atención y programe una lectura diaria de una sola página la primera vez, al día siguiente dos páginas, al siguiente día nuevamente una y después, tres y así sucesivamente. Diariamente, antes de acostarse o al levantarse, lea 10 minutos solamente. Recuerde que el ojo también es un músculo que al no ejercitarlo, al principio se reciente y por eso nos da pereza y lagrimeo, pero poco a poco, se acostumbra.
Bueno resulta no intentar minimizar o disculpar nuestra pereza a la lectura. Generalmente la respuesta a este comportamiento es: No tengo tiempo, no entiendo lo que leo, no encuentro su valor, me parece que es pérdida deliberada de tiempo. La información estas personas prefieren tomarla de la televisión y de la internet, generalmente. Dicen y opinan teniendo como bibliografía los medios de comunicación, sin saber que más del 80 por ciento de esta información es manipulada a favor de la clase dominante, entonces, siendo pobres, terminamos hablando y opinando como ricos, defendiendo el sistema capitalista.
Así es que resulta válida aceptar la gran invitación que hace Rius, escritor mejicano, de apagar el televisor y a abrir un libro. ¡Qué delicia!
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