lunes, 26 de febrero de 2018

Reportaje con el ex comandante fariano Jaime Guaraca:

Por: Nelson Lombana Silva
“¡La historia dirá la última palabra!”
(Tercera y última entrega)

Situación actual

-          Hablemos un poco del momento político que está viviendo el país y el continente latinoamericano. Se hace el proceso de paz entre las Farc – Ep y el gobierno. En términos generales, ¿Cómo analiza usted este proceso?

En primer lugar, yo no conocí mucho de las discusiones en la mesa de diálogo. No participé. Ni a mí me preguntó nadie nada de eso. En segundo lugar, yo creo que en realidad es otro momento histórico de Colombia, como los que han ocurrido anteriormente, porque no es la primera vez que se firma por ejemplo un documento tan grande, también discutido, tan bien elaborado donde participaron los compañeros activamente en él.

Pero, ahí sí como se dice: Tiene sus peros. Ese documento tan amplio no se ha empezado, por parte del gobierno, por parte del sistema no se ha empezado a resolver, ni a cumplir. Digo a cumplir porque yo miro por ejemplo la historia del pasado, como dice otra gente: La memoria histórica.

Y me doy cuenta que yo conozco y he vivido cuatro ley de amnistía del 48 hacia acá. Y que casi todas tienen el mismo objetivo y tienen un mismo parecido. Ahora se firma una ley de amnistía en todos esos documentos y fíjese usted que todavía no se ha cumplido.

Se convirtió en ley en diciembre de 2016, firmada por el presidente de la república, publicada en la Gaceta Oficial y no se ha cumplido. La ley de amnistía cuando se da es para que salga todos los presos prisioneros de guerra y presos políticos, salgan de las cárceles. Con esa finalidad se da la ley de amnistía, pero en Colombia, el presidente Santos y compañía, no quieren hacer eso, no quieren cumplir como no han cumplido con muchos acuerdos desde que él es presidente. ¿Por qué? Porque es una característica de Colombia y de los presidentes de Colombia: Prometen una cosa y prometen la otra y no cumplen.

Entonces, ¿Qué ocurre? La primera ley de amnistía que yo conocí y que está en la historia que se piensa olvidar por mucha gente, comenzando por la gente que repite 53 años de violencia, 53 años de enfrentamiento. Es que no son 53, son más, porque eso empezó en el 49 muy seriamente.

Comenzando con eso, comienza a negar una realidad colombiana, pero la historia la registra. La ley de amnistía primera que se da en Colombia fue la que decretó Gustavo Rojas Pinilla cuando tomó el poder, cuando sacó a Urdaneta Arbeláez del poder y dijo aquí mando yo, 1953.

Para todo el mundo fue la ley de amnistía, para todos los alzados en armas. ¿Cuál era el objetivo que se buscaba con eso? El objetivo siempre ha sido desmovilizar y desarmar la guerrilla. En aquella época había una guerrilla muy grande en el país, pero sobre todo liberal, pero era una guerrilla y estaba haciendo cosas importantes, pero Rojas Pinilla, un hombre hábil nombró inmediatamente emisarios a hablar con las guerrillas. Por ejemplo: A los llanos donde Guadalupe Salcedo, mandó al general Duarte Blum a hablar con Guadalupe Salcedo y su gente y convencerlos de que entregaran las armas porque había una pacificación en el país.

Y los convencieron.  En fila india, como se dice, casi más de tres mil guerrilleros que tenía Guadalupe Salcedo, pasaron por el frente del general Duarte Blum dejando su arma allí, entregándola y con ello se entregaban.

La pacificación la quiso aprovechar Guadalupe Salcedo y salió a Bogotá y ahí lo mataron enseguida. Eso ocurrió con la guerrilla del Medio Magdalena dirigida por Rafael Rangel Gómez. También entregó las armas y se entregó, se fue a Barranquilla y lo mataron en plena calle. Eso ocurrió con la guerrilla de Urrao (Antioquia) al mando de Juan de Jesús Franco, que también entregó todo, se salió a Medellín y ahí lo mataron.

No sucedió con las guerrillas del sur, porque con ellas tenían otro propósito. Lo que indica que el objetivo de esa ley de amnistía de Rojas Pinilla era acabar con las guerrillas de ese tiempo. Y la acabaron. Las guerrillas liberales no resurgieron nunca un hombre en armas.

De modo que muertos hubo muchos, con respecto a eso, confiados en la paz y en la tranquilidad salían a las ciudades y ahí los mataban.

Bueno, lo del sur ya estaba un poco descrito que fue lo que aconteció con las guerrillas liberales, que pactaron con el gobierno para perseguir a los comunistas y se convirtieron después en paramilitares: Gerardo Loaiza, Leopoldo García, después Mariachi, que se desertó de las guerrillas comunistas, se fue para allá, Efraín González, Arboleda, también, se convirtieron en paramilitares.

De modo que entonces ese objetivo que se buscaba con la ley de amnistía de Rojas Pinilla, lo cumplieron: Desmovilizaron la guerrilla liberal y mataron a un poco de gente, entre ellos a los principales dirigentes.

La otra ley de amnistía se da con el Frente Nacional. También el objetivo era ese: Apaciguar el país y comenzar lentamente penetrando en las zonas donde están los asentamientos guerrilleros para eliminar a los principales dirigentes. Así mataron a Charro Negro y otros como Alirio Saavedra y muchos ex guerrilleros, porque en esa vez fuimos amnistiados todos.

El objetivo también era el mismo del 13 de junio de 1953. De modo que esa ley de amnistía ha servido para eso. Y el comienzo de lo que hasta ahora no se ha resuelto del todo con la mancha de Charro Negro, porque ahí comenzó el problema para llegar hasta nuestros días.

Luego se presenta la otra ley de amnistía, que fue la de Belisario Betancur. Quería también hacer lo mismo, que nos desmovilizáramos y que entregáramos armas y cuando eso el propio camarada Marulanda al conocer la ley de amnistía, dijo: “Nosotros no nos podemos acoger a esta ley de amnistía porque le dejaron unos micos colgando. Pero sí la podemos utilizar como un instrumento de movilización de opinión de masas”.

Y, comenzamos a trabajar en torno a la posibilidad de crear un movimiento político y fue así como se creó la Unión Patriótica.

Pero en resumidas cuentas, ¿Cuál fue el resultado de eso? Las Farc sí envió compañeros a trabajar para la formación de la Unión Patriótica y se formó un gran movimiento con mucho entusiasmo y mucha esperanza, pero le aplicaron lo que se conoció después como la guerra sucia y murieron más de cinco mil dirigentes nacionales, regionales, militantes y simpatizantes del Partido Comunista y la Unión Patriótica.

Esos han sido los resultados de esa ley de amnistía y ahora conozco esta que firmaron, pero ya lo dije: Desde diciembre del año pasado (2016) convertida en ley y no ha dado el resultado que tiene que dar. Además, se le puede agregar otras cosas: Algunos que han sido favorecidos y le han dado libertad al salir de la cárcel, los han matado.

Entonces, este momento para muchos, si alguno de nosotros nos preocupa demasiado, el hecho de que las Farc tan pronto empezaron a discutir en las conversaciones propuso y aprobó un decreto de cese unilateral del fuego; desde ese momento las Farc silenciaron las armas, el gobierno no quería hacer eso. A última hora aceptó el cese bilateral de fuego con fines de silenciar las armas, pero el Estado Colombiano hay que decir y reconocer sinceramente: No ha silenciado las armas. Siguen habiendo muertos en Cauca, en el Tolima, en Antioquia, en Villavicencio, en muchos lugares muertes de líderes campesinos, ambientalistas, de derechos humanos con un argumento y con otro, pero es gente del Estado que está matando a esa gente, porque el paramilitarismo así Juan Manuel Santos y la canciller Holguín no lo quieran reconocer como otra gente, que están los paramilitares, pero los paramilitares siguen ahí, lo mismo que antes: Bien armados, uniformados con cara tiznada haciendo cosas.

Eso es del Estado. Yo me pregunto: “¿Por qué no silencian las armas, si Juan Manuel Santos es el presidente? ¿Por qué no adopta una medida de acabar con esa masacre?”

Ahora, como muestra un botón de que el Estado no ha silenciado las armas: Esos nueve campesinos asesinados y no sé cuántos heridos en Nariño, los mataron armas del Estado, armas oficiales del Estado, de la policía y del ejército. Entonces, yo me pregunto: “¿Para dónde va esta firma de Paz, si el mismo gobierno no cumple?” No cumple con el silenciar las armas, mucho menos con otras cosas que debería haber cumplido hace rato.

Le agrego: Es necesario que esta gente de la oligarquía olvide la cultura de la violencia, olvide la cultura de la guerra, de la muerte, olvide la cultura del odio, para que haya reconciliación en el país, para que haya un restablecimiento y reconstrucción del país. Se necesita que haya eso. De lo contrario no se puede.

Entonces, la situación es complicada. A nivel internacional a Colombia la miran de otra manera. ¿Por qué? Porque los discursos de Juan Manuel Santos, las opiniones que vierten de allá, de uno y otro miembro del gobierno nacional, son halagadoras, sin tener en cuenta lo que el pueblo está padeciendo, lo que el pueblo necesita y no se resuelve.

El problema de la tierra. El problema de la tierra se está concentrando mucho más en las grandes empresas transnacionales, explotadoras de los recursos naturales, mientras que el campesino sigue viviendo en minifundios y otros que no tienen donde vivir.

La situación es muy delicada. Además, el año entrante hay elecciones (2018) para presidente de la república. Hay una lista grandísima de gente que está aspirando a la presidencia de la república. Pero, ¿Qué prometen? Hasta ahora no es mucho lo que prometen y no es mucha la garantía con ninguno de ellos.

Entonces, Colombia está abocada a que el año entrante gane un presidente que eche atrás todo lo que se acordó en las conversaciones de la Habana, y no es extraño que eso pueda suceder, porque pueden seguir el ejemplo del presidente de los Estados Unidos. Barack Obama le entregó a Donald Trump la presidencia en una situación diferente a la que hoy hay, porque la que hoy hay, es una situación sumamente riesgosa, sumamente peligrosa. De un momento a otro puede evocarse una guerra nuclear, porque las amenazas del presidente de los Estados Unidos son muy fuertes.

Figúrese usted, que en plena sesión de las Naciones Unidas, fue a decir todas esas cosas y a amenazar con acabar a un país de 25 millones de habitantes y dejarlo en cenizas. Eso es muy peligroso, que de pronto resulte un loco y apriete un botón de esos y dispare un misil, ahí sí que la cosa se complica.

Como Colombia no es un país independiente, Colombia en todo depende del Pentágono, entonces no es extraño que sucedan cosas en Colombia. Para mí la situación es de mucha expectativa, sobre qué va a suceder y eso lo conocerán ustedes que están viviendo en Colombia.

-          En relación con esas tres amnistías que usted enumera la constante era que la guerrilla entregara primero las armas. La guerrilla fariana no la entregó, ahora sí la entregó. ¿Qué lectura se puede hacer de esto? ¿Un error? ¿Un acierto?

Bueno, yo no me atrevo a afirmar nada de eso, porque respeto mucho la opinión de la dirección que fue la que estuvo en las conversaciones, la dirección completa estuvo en esas conversaciones y aceptó. Lo de antes, por ejemplo, el Partido Comunista Colombiano desde la primera ley de amnistía no estaba de acuerdo en la entrega de armas. Dijo: Nada de entrega de armas. Y después, entonces, ya el camarada Marulanda dijo: Nada de entrega de armas. Sobre esa base, se marchó hacia el trabajo.

Pero, lo de ahora, esa parte no me atrevo ni siquiera a decir algo, porque la verdad es que como que me parece sí que fue muy prematura la entrega de armas.

-          Lo hecho, hecho está, dice el dicho bíblico. ¿Qué debe hacer Colombia y qué debe hacer el movimiento político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común para enfrentar esta realidad concreta que se presenta?

Pues yo no sé. En ese caso pareciera que hay que tener mucha paciencia para poder sortear esta situación. Pero dese cuenta usted la matanza selectiva que han estado haciendo en los campos. Eso corresponde a un plan de quitar a esos cuadros que están surgiendo allí, para con eso impedirle a las FARC que tenga posibles candidatos a concejales, a gobernadores, a diputados, al Congreso. Es quitarle un cierto sector de masas a la guerrilla, así no estén disparando contra el propio dirigente guerrillero, pero lo están haciendo en esas condiciones y en forma selectiva, repito, con esa finalidad. Eso es un plan ya organizado de la oligarquía y comienza a darse los mismos pretextos para entorpecer el proceso. Un día de esto van a cometer una masacre y van a decir que fue las Farc, porque hay gente interesada en eso.

Yo no sé. Hay que organizar un trabajo muy grande, un trabajo político, ideológico, pero quién garantiza la vida a la persona que va a trabajar, quién garantiza eso. En las condiciones que se viven no hay garantías para ese trabajo.

De modo que así haya muy buena intención, pero con esa matanza selectiva, están preparando condiciones para que la gente diga: No, qué me voy a poner a apoyar al movimiento para que me maten. Entonces, la situación es muy complicada, muy complicada. De todas maneras, todo eso va en contravía de la paz.

-          Según su criterio, ¿Todavía se ve el concepto de paz con justicia social muy distante en Colombia?

Para mí sí se ve todavía muy lejos. Mientras no se cumplan algunos de los acuerdos, que uno vea que se cumplió, no puede uno arriesgarse a decir siquiera: Sí la paz existe.

Y, una de las cosas, vuelvo a repetir, mientras exista la inseguridad que hay, no es paz lo que hay, no es paz; mucho deseo, mucho anhelo del colombiano vivir en paz, pero no se está viviendo en paz.

-          Hay siete bases norteamericanas en Colombia. Incluso, algunos hablan de 21. ¿Esto también va en contravía del proceso de paz y de la paz en sí?

Pues claro que sí, porque si es un país que acuerda la paz, ¿Para qué armas? ¿Para qué bases militares? El colombiano no está en guerra con ningún otro país, lo quieren sí meter en un problema muy serio y es el problema con Venezuela, porque les conviene.

El caso de las bases, es que la entrega de las siete bases iniciales fue una entrega muy amplia, con eso se acabó la soberanía de Colombia, la soberanía se perdió allí, porque la instalación de las siete bases permite que los gringos anden por Colombia por donde quieran, que utilicen las autopistas, las carreteras, que utilicen los puertos, que utilicen todo en un momento que ellos lo decidan. Entonces, si hay 21, puede inclusive haber más, porque esa fue una de las cosas que quedó en el acuerdo cuando entregaron la posesión de las siete bases.

Yo digo: ¿Para qué siete bases, si se quiere la paz? Ahora: Continentalmente se dio una conclusión que dice: América Latina y el Caribe zona de paz. No quiere que haya guerras, pero fíjese usted: El imperialismo sí quiere la guerra y la posición de Colombia es súper estratégica para ellos en todos los sentidos: En comunicaciones, en exploraciones en caso de guerra. Colombia está cerca a muchos lugares.

Un avión de guerra de Colombia puede despegar y va al África sin necesidad de aterrizar en ninguna parte. Así sucesivamente. El continente lo puede recorrer todo, sin aterrizar en ninguna parte.

De modo que a mi juicio, no se necesita que haya esas siete bases. Al contrario, yo soy partidario que se desista de ese acuerdo, como también que se retire la doctrina de la seguridad nacional impuesta a Colombia, al ejército colombiano. Que se retire eso. Y que se retire una cantidad de gringos que lo que hacen es estorbar en Colombia para que haya paz.

-          ¿Cómo entender que mientras el presidente Juan Manuel Santos firma la paz, el presupuesto para las fuerzas armadas el año entrante se incrementa en varios billones de pesos, mientras que se recorta en renglones sociales como salud y educación?

Pues eso no lo entiende sino el mismo Santos y compañía, porque si se quiere en realidad la paz, ¿Para qué aumentar el presupuesto para guerra? ¿Para qué aumentar el salario de los militares? ¿Para qué aumentar la compra de armas? Si se quiere paz, compre maquinaria agrícola, construya escuelas, construya universidades; reabra las universidades que están cerradas, los hospitales que están cerrados. Por ejemplo, el hospital La Hortúa en Bogotá, semejante hospital tan grande prácticamente cerrado. ¿Por qué no se le dedica tiempo más bien a eso? Que eso sí va a beneficio social. Lo otro no va a beneficio sino a los intereses de los capitalistas, a nadie más.

-          El gobierno habla de paz pero pareciera que se preparara para más violencia contra el pueblo. ¿Cómo salirle al paso?
Es que la oligarquía está acostumbrada a eso, a dar un discurso de doble cara. Pero, esto no se resuelve de la noche a la mañana; únicamente la denuncia, hay que hacer mucha denuncia de las cosas citando propiamente lo que dice el presidente y lo que hace. Hay que criticar eso, hay que explicarle a la gente: Mire que está diciendo esto, pero lo que está haciendo es lo otro. No solamente el presidente, toda la gente que lo sigue, porque ellos lo dicen confiados en que la opinión más que todo internacional le está dando credibilidad. Y hay que explicar esto ampliamente.

-          Se ha querido polarizar a Colombia entre Santos y Uribe. Santos presentado como la cara buena y Uribe la cara mala. ¿Usted también polarizaría el país entre esos dos personajes?

Yo no. Ni siquiera me atrevo a decir eso, porque, tanto el uno como el otro, son la misma cosa. No nos olvidemos de la memoria histórica: Santos fue el ministro de defensa de Uribe durante muchos años; en el mandato de Santos como ministro de la defensa, fueron miles los jóvenes muertos en los falsos positivos y en muchas cosas más que hizo. Ordenar los bombardeos a los campamentos de Raúl Reyes, el campamento del Mono Jojoy, la matada de Alfonso Cano. Son muchas las cosas que Santos debe y no tiene cómo decir nunca que no. Claro que lo reconoce públicamente, lo ha dicho. Inclusive, dice: “Yo soy enemigo de las Farc, pero por eso no vamos a dejar de firmar los acuerdos”. Ha dicho muchas cosas. Ahí, entre estos personajes oscuros del régimen no hay ninguna polarización. Los dos, para mí, son oligarcas, reaccionarios y enemigo de los trabajadores.

-          Usted que conoció también al comandante, Manuel Marulanda Vélez, porque estuvo tan cerca durante tanto tiempo, ¿Si él hubiera estado vivo hubiera firmado este acuerdo de paz?

Bueno, yo creo que de pronto le hubiera incluido algunas propuestas más en el sentido de que algunas cosas no se hubieran hecho tan prematura, pero a lo mejor lo hubiera firmado sobre esa base. Pero, él era un hombre muy pensador y muy analítico. Inclusive, con ese análisis él se ponía a pensar en las cosas, se iba al infinito y volvía con una conclusión. Yo creo que hubiera sido otro el tema.

-          ¿Qué le hubiera agregado?

Bueno, creo que de pronto él le hubiera agregado lo que ya estaba diciendo: El retiro de las bases militares gringas, la anulación de la doctrina de la seguridad nacional, la salida del país de la cantidad de gringos que estorban en Colombia y prohibición de que en Colombia hayan norteamericanos que cometen un delito y por serio que sea no son llamados a juicio porque tienen inmunidad diplomática. Eso lo hubiera agregado él.

-          ¿Qué opina usted de la prolongada e injusta detención del camarada Simón Trinidad en las mazmorras de los Estados Unidos?

Bueno, eso está demostrando que las intenciones que tiene el gobierno colombiano y el de Estados Unidos. Fíjese usted: Simón Trinidad ya debería estar en libertad, no ve que es un guerrillero, es un revolucionario, no es un bandido, no es un narcotraficante, no es un bandolero; entonces debería estar en libertad ya y no está porque esa es la intención que tienen. El día que los compañeros de la dirección, alguno de ellos, vaya a recibir el beneficio de amnistía, se va a acercar donde el juez y el juez va a abrir un libro allí, donde está escrito el nombre de él y le va a decir: Pero, usted está aquí acusado de delitos de lesa humanidad, usted ha hecho esto y lo otro, usted no tiene derecho a la ley de amnistía. Va es derechito para la cárcel a pagar 20 años, porque así está estipulado en la famosa ley de transición.

Eso es lo que le espera a mucha gente. Yo no sé si me equivoque, pero lo de Trinidad está demostrando eso, precisamente.

-          Con todo esto que se está viendo podría llegar a la conclusión que esta oligarquía colombiana y este imperialismo norteamericano, son intransigentes. En esas condiciones, ¿Podrá el pueblo colombiano tomarse el poder por la vía electoral?

Las cosas han cambiado mucho y si uno se pone a mirar, el imperialismo le está metiendo mucho dinero a eso, mucho profesional pagado para conservar el poder político, pero también está amenazando muchísimo. Cualquier movimiento que hagan las gentes es detectado y amenazado enseguida, entonces está la situación muy compleja, hay que pensarla muy bien y decidir también muy bien.

-          Como diría Lenin en su momento: ¿Qué hacer?

La verdad es que aunque en el momento el capitalismo tiene una crisis muy profunda, hay mucha contradicción entre ellos. En estos momentos la cúpula del capitalismo desarrollado está en el poder en los Estados Unidos. Eso es muy peligroso. Basado en eso hay que pensar. Sin embargo, hay que trabajar políticamente.

-          Camarada: ¿Viene a su memoria el camarada Raúl Rojas González, de Chaparral (Tolima)?

Claro que sí. Lo recuerdo a él y a toda su familia, a toda la familia, porque uno no se puede olvidar de la gente que trabaja lo primero, de la gente solidaria, de la gente buena y Raúl es una persona como la que yo defino.

Yo recuerdo mucho y estaba supremamente dolido como me habían dicho que había muerto, pero ahora me alegra mucho saber que está vivo y como tal quisiera saludarlo y abrazarlo.

-          ¿Por qué esa amistad con el camarada Raúl Rojas González?

Esa amistad es de revolucionarios, entre revolucionarios se hace una amistad como si se fuera hermanos, claro del verdadero revolucionario. Cuando a mí me tuvieron preso en Chaparral, ellos vieron por mí mucho, se solidarizaron mucho conmigo. Y eso uno lo agradece profundamente, más que cualquier otra cosa estando uno en la cárcel, que está padeciendo todas las humillaciones del caso. Una familia que se solidarice con uno así como lo hizo Raúl, eso es muy importante.

Una anécdota que recuerdo del camarada Raúl. Cuando me iban a liberar en Chaparral, el militar mandó a llamar a Raúl por intermedio de uno de sus hijos, creo que Jairo. Raúl vino. El militar le dijo en presencia mía: “Lo he citado para que se despida de su amigo, porque mañana nos lo llevamos
nuevamente para la Gorgona. Raúl lloró. Su único ojito bueno se llenó de lágrimas al saber la noticia. Al ver eso el militar, dijo: No sea huevón, lo cité para comunicarle que mañana sale libre el señor y para que usted le lleve alguna maleta y mañana no haya inconvenientes.

¿Quién hace eso? Solo un amigo, un camarada de verdad, un comunista convencido. Para mí Raúl es más que camarada, es mi hermano. Toda su familia fue muy generosa conmigo, me acompañó permanentemente durante la prisión en Chaparral. De verdad: Quisiera tener a Raúl en frente para darle un fuerte abrazo.

-          Finalmente camarada Jaime Guaraca: ¿Qué palabras dirigiría usted a la juventud comunista colombiana, al Partido Comunista Colombiano, al pueblo colombiano, al pueblo tolimense?

Hay muchas palabras para uno poderse dirigir a ellos, pero sobre todo, les diría que piensen en el futuro, que analicen la situación presente y la futura, que no admitan engaños, que no admitan promesas falsas, que miren bien a la persona por cual se van a inclinar, porque de lo contrario, si no se analiza muy bien, se vuelve a pecar. Ese pecado que yo digo consiste en la parcialización política que ha vivido Colombia.

Cuántos movimientos, cuántos sindicatos con tantos nombres, siglas por un lado siglas por otra, esa desunión tan terrible es lo que ha perjudicado a Colombia y la va a seguir perjudicando. Que piensen muy bien en eso y que analicen – vuelvo a repetir – a quienes es que le van a brindar su apoyo, que piensen quién puede cumplir y quién no puede cumplir.

Ibagué, febrero 27 de 2018

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