domingo, 25 de febrero de 2018

II- “¡La historia dirá la última palabra!”

Nelson Lombana silva

Reportaje con el excomandante fariano Jaime Guaraca:

-          Después de los diez años poco a poco se asoma la adolescencia. ¿Cómo se desarrolla en usted?

Mire: De todas maneras, tenemos que entrar ya a una etapa prematuramente, porque a los diez años y cuatro días matan a Gaitán. Hay la revuelta en el país. Hay las protestas por todas partes. La sublevación en Bogotá. Comienza a haber los muertos en Bogotá, los incendios, los saqueos y toda la cosa. Por todo el país comienza el problema a resolverse, a revolcarse, y llegó a nuestra vereda La Estrella.


Cuando eso, el partido liberal dio una orientación que todos los reservistas liberales se tenían que concentrar en los pueblos, que los necesitaban allá. Y claro, mi hermano mayor era reservista, él se fue para allá con el otro hermano que lo seguía. Allá, se concentraron los reservistas: En Santiago Pérez.

En Santiago Pérez los reservistas eligieron una casa como cárcel y recogieron a todos los conservadores del pueblo y los metieron ahí, duraron metidos como 15 o 20 días. Los reservistas estaban controlando el pueblo, pero llegó un momento en que Mariano Ospina Pérez, que no le había dado participación a los liberales en el gobierno, en vista de que se estaba creciendo la revuelta, entonces llamó a los liberales por intermedio de la dirección liberal y les dijo: “Si aplacan los ánimos de la población liberal, les doy puestos en el gobierno”. Pactaron eso. Y ahí mismo salieron los liberales a decir: “Todo se arregló, todo sigue en paz, de modo que a trabajar todo el mundo”.

Entonces, qué ocurre: Los dos hermanos míos que están en Santiago Pérez, como otros, se fueron para sus casas. Soltaron a los conservadores y se fueron para las casas, pero cuando ellos llegaron a la casa, ya no era la misma situación, ellos llegaron muy intranquilos, muy intranquilos, porque resulta ser que oían muchas conversaciones de la gente durante ese tiempo que tuvieron en Santiago Pérez y todo indicaba que iba a ver violencia, que iba a ver guerra, que iba a ver mucho muerto, eso era lo que se decía, porque Ospina Pérez decía que el propósito era que quedaran los puros conservadores en el país, que los liberales tenían que acabarse por completo. Eso era lo que decían los conservadores. Había mucha influencia en las zonas conservadoras porque Mariano Ospina Pérez mandó a armarlos. Armaron a los conservadores de Ataco, de la vereda arriba de Casa Verde, armaron a los conservadores de Velú, San Antonio de los micos. Se creó el problema.

Todo eso lo conocían mis hermanos cuando estuvieron en Santiago Pérez. Entonces cuando llegaron, llegaron como tratando de alistar las cosas que iban a necesitar. Por ejemplo, las escopetas de fisto, haciendo tacos de pólvora negra, poniéndole la pantalla a la linterna, un cartoncito con dos huequitos para poder alumbrar que se pareciera a un animalito que le dicen Cocuyo y por último llamaron a mi papá y le dijeron: “Tiene que hacer un rancho allá en la orilla de la selva y el platanal, para que vayan a dormir allá. No se quede en la casa porque esto está muy peligroso”. Dijeron: “Nosotros nos vamos, pero estamos pendientes de todo”.

Así fue. Ellos se fueron esa vez para Bilbao, porque se comentaba que los jóvenes estaban agrupándose, buscando cómo defenderse. Mi papá hizo el rancho y a partir de ahí, nos íbamos a quedar todas las noches allá. Y en el día no salíamos a la casa hasta que mi papá no miraba por toda parte que no hubiera peligro.

Así comenzó mi adolescencia. En esas condiciones que ya no fue una cosa normal, ya todo había cambiado, todo había pasado a la zozobra, a la desconfianza, al cuidado y todo.

Así duramos un tiempo, como unos tres o cuatro meses después del 9 de abril y de pronto salió un grupito de jóvenes de por allá de Bilbao y ahí venían los dos hermanos míos y con ellos Charro Negro. Un grupito como de ocho o diez. Estuvieron en el pueblito de la Estrella, bailaron, tomaron aguardiente y se volvieron a ir. Pero, ya le dijeron a la gente que tuvieran mucho cuidado, porque los conservadores y la policía estaban planeando salir a los campos a matar liberales.

Fue peor la cosa porque mucha de la gente del pueblito se fue yendo, unos para Neiva (Huila), el que tenía más posibilidades se iba para Neiva, otros para San Luis, otros para Ibagué… bueno, la gente se fue saliendo. Fue quedando mucha casa sola y los últimos tampoco dormían en sus casas.

Así fue como en eso de noviembre de 1948, llegó la policía y un grupo de civiles conservadores armados a eso de las 4:30 o 5:00 de la tarde, que salieron al filo de Santo Domingo, donde ya se ve para el pueblito, hicieron tres disparos. Cuando mi padre oyó los tres disparos desde la finca, ahí mismo dijo: “Esto está malo, porque esos disparos son disparos de fusil y por aquí nadie tiene fusil. Los únicos que tienen fusil son la policía y el ejército. Hay peligro”.

Ese día ya nos fuimos temprano para el rancho. Nos quitamos de ahí. Sí, era la policía y los conservadores armados. Llegaron a la Estrella, al pueblito, y no encontraron a nadie, porque todo el mundo se fue, se fue para el monte, desde las fincas, todo el mundo hizo lo que hicimos nosotros: Para el monte a escondernos.

Ellos se alojaron en la escuela. Eligieron la escuela que estaba en un altico muy bonito. Ahí se alojaron. Al otro día, amanecieron ahí y ese día era cuando bajaba de la Cumbre dos hermanos Jiménez: Rafael y Justo, en compañía de Baltasar Collazos y con Baltasar iban dos de sus hijas y un hijito pequeño. Ellos no sabían nada de lo que había en la Estrella, ellos no tenían conocimiento de nada y llegaron ahí cerca y no los dejaron arrimar a la escuela, sino que allá en la distancia los detuvieron y de una vez los fueron matando a puro machete a los tres campesinos. A las muchachas las violaron todo ese día y por la noche, haciéndoles cosas horribles.

Al otro día, mi papá me mandó a mí y a Chucho el que me sigue a mí, que tenía apenas ocho añitos y medio de edad, nos mandó a buscar una vaca que se había ido y nosotros por desgracia nos tocó que ver los primeros tres muertos, ver cómo comenzó esa violencia en el Tolima, que golpeó tan duro y sobre todo en el sur.

Porque llegamos a un sitio donde encontramos el primer muerto, estaba a un lado del camino que va para la escuela, en un punto que se llama: El Congo. El Congo porque había un árbol grande que le decían El Congo, relativamente cerca de la escuela. De ahí como a unos 15 minutos de la escuela, ahí estaba el primer muerto.

Nosotros no lo conocimos porque le habían quitado el cuero de la cara. Lo mataron a puro machete. Sin embargo, seguimos, pasamos el portón del Congo y ahí estaba el otro al lado del camino. A ese no le habían pelado el cuero de la cara, sino que le habían rayado la piel en forma vertical, que tampoco se podía conocer. Seguimos dizque en busca de la vaca y de ahí ya se veía la escuela. En ese momento no la veíamos porque estaba en tiempo de invierno y la neblina estaba sobre el piso. Entonces, no se veía nada. Comenzamos a oír la alborada que tenía esa gente en la escuela. Seguimos y cuando el otro muerto. Tres muertos.

Ya con tres muertos, dijimos: “Esto no está bueno. Vamos a decirle a mi papá”. Nos devolvimos a toda velocidad. Le dijimos a mi padre. Él salió con el yerno por allá a un filo a mirar, pero todo estaba consumado. Cuando ellos salieron por allá, ya se habían desplegado la policía y los conservadores a las fincas cercanas del pueblito y estaban recogiendo el ganado, poniéndole candela a las casas, al pueblito, a la escuela. Todo lo quemaron. Absolutamente todo lo quemaron. Antes de quemar sacaban todos los artículos de valor de las casas para llevárselo.

Eso quiere decir que esa vez fue el bautizo de violencia que dio el gobierno de Mariano Ospina Pérez a esta región del Tolima, quemando todas las casas, el pueblito, robándose todo el ganado, matando tres campesinos, violando dos muchachas. Fíjese como comenzó los delitos tan crudos que se dieron en esa región. Eso me marcó a mí para siempre.

Ahí es donde le cuento el otro tema por el cual me fui separando de la religión. Y es que con los conservadores armados de Ataco venía el cura párroco de este municipio con ellos y con carabina en mano. El mismo cura que subía a esa escuela que quemaron a bautizar, a casar, a dar la misa, a hacer el rosario. Él siempre decía que era el representante de Dios en la tierra.

Cuando yo me doy cuenta de que el representante de Dios en la tierra andaba con ese grupo de bandidos, enseguida me dije: “Bueno, y entonces nosotros a quién le pedimos algo. Eso quiere decir que estamos súper jodidos, porque no hay ningún representante de Dios en la tierra. ¿Por qué permite que se den esos delitos tan horribles?”. Ese fue un caso que me fue separando fuertemente del aspecto católico.

-          ¿Cómo se dio usted cuenta que habían matado al doctor Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá?

Bueno, ya le dije que esta era una región liberal toda y gaitanista. En la región no había sino un solo radio, el dueño de ese radio era don Pompilio Perdomo, el dueño de una finca grande con ganado. Tenía un radio grande y él era gaitanista. Él se informaba cuando Gaitán iba a dar discursos y entonces regaba la noticia en la vereda y allá iba todo el mundo. Yo fui varias veces con mi papá a oír hablar a Gaitán allí, por ese radio. Por ese mismo radio, nos informamos de la muerte de Gaitán, cuando informaron nacionalmente la muerte de Gaitán, nos dimos cuenta por ese radio enseguida.

Todo el mundo se entristeció, porque debo decir que sí hubo dolor muy grande por la muerte del caudillo porque toda la gente era gaitanista. En esas condiciones nos dimos cuenta de la muerte de Gaitán.

-          Después que usted ve esos tres muertos, ¿Qué siguió? ¿Cómo se fue desarrollando la violencia en la zona?

Fíjese usted que hasta ahí no habían guerrillas. Los jóvenes estaban inquietos por un lado y por el otro; eso los obligó a agruparse y comenzar a darle una estructura militar sobretodo apoyándose en los reservistas para que dirigieran el grupo de jóvenes y así hacer resistencia.

Eso fue lo que siguió después. Pronto vinieron los jóvenes que estaban por Bilbao y fundaron un campamento en una finca que se llama Caicedonia. Ahí fue el primer campamento. Y al llegar a Caicedonia fue donde murió el primer policía; ese primer policía el disparo se lo hizo un joven campesino que se llamó Medardo Quilombo, era el único que tenía una escopeta de cápsula en ese momento, porque era gente de bien, era gente rica, gente con buena finca, buen ganado y de todo. Tenía una buena escopeta y él fue, esperó la policía y mató al primer policía, fue el primero que murió en esa región.

La policía no siguió, sino que se devolvió para Planadas. Esos habían entrado por los lados de Planadas. Ahí sí comenzó en serio el asunto, ahí sí comenzó en serio la guerrilla.

Nosotros ya enmontados, porque la casa nuestra paterna también la quemaron en esa quemazón que hicieron, entonces nosotros enmontados, los que ya se habían formado en el campamento dieron la orientación de agrupar las familias y comenzó la peregrinación para nosotros. Nos tocó que coger por el campo, por potreros, a salir a la finca de Leal, a unos potreros que se llaman Los Monos y allí, se agruparon un poco de familias. Bastantes familias.

Luego, otra orientación: Que las familias teníamos que ir hacia San Miguel. Fíjese usted la distancia tan grande por esos campos atravesándolos con niños chiquitos, con viejitos, con viejitas, mujeres embarazadas, enfermos, pero nos aproximamos a San Miguel.

Nosotros nos quedamos en el área indígena. Mi papá se quedó ahí, cerca de un nacimiento de agua salada, donde se sacaba la sal y las otras familias pasaron al comando de San Miguel, al campamento.

Pero, cuando el ejército atacó a San Miguel, ya había la orientación de que las familias debían trasladarse hacia el Támaro, el Támaro es lo que hoy es Marquetalia. En esa época se le llamaba: Támaro a eso. Támaro sigue siendo el río, pero la vereda hoy se llama Marquetalia. Nosotros fuimos a dar en esa época allá, al Támaro, pero allí no duramos sino como mes y medio.

Otra orientación: Las familias tienen que bajar de allá otra vez con destino al Davis. Imagínese usted a donde estaba el Davis, al otro lado del río Saldaña, arriba en la cordillera, entre el río Cambrín y la quebrada La Lindosa. Desde el Támaro haciendo esa travesía hasta el Davis. Fueron meses. Y esas familias sufriendo, aguantando hambre. Ahí íbamos nosotros. Esa situación me tocó que vivirla a mí, entre los diez años y medio a once años y medio. La plena adolescencia. Hasta que llegamos al Davis. Al Davis llegamos finalizando 1950 y comenzando el año de 1951. Casi todavía en días de 1950. Así llegamos al Davis.

En el Davis ya había muchas cosas, una organización sobre todo muy buena, social, una organización de trabajo, una organización de todo. Yo con once años y pico me llevaron a militar en el batallón Sucre, o sea, a los niños y a los adolescentes. Se denominaba: Organización de pioneros, que eso no lo hubo sino en el Davis, en ninguna otra parte hubo eso. Todo el que hable de esa organización en otra parte, es mentira porque no fue sino en el Davis, el comando dirigido por el núcleo Comunista. Isauro Yosa era el jefe cuando eso.

Yo no duré mucho tiempo ahí. No me gustó la forma. Nos daban instrucción militar, nos daban instrucción política, nos enseñaban a leer y a escribir, teatro. Había jóvenes expertos y sabían dar ese tipo de instrucción. Lo hacían. Pero, a mí no me gustó, entonces pronto busqué la posibilidad de que me aceptaran en la fila de disponibles; pedí que me aceptaran en la fila de disponibles y me aceptaron antes de cumplir trece años de edad.

-          ¿Qué significaba estar en la lista de disponibles en el Davis?

Disponible es una formación donde el guerrillero no tiene asignada una tarea específica, porque la mayoría de los guerrilleros en ese momento pertenecían a las compañías, estaban organizados por compañías. Una compañía eran 75 hombres y otros organizados en comisiones, como por ejemplo, el Disco Rojo, que era una comisión especial que salía del Davis e iba no sé hasta dónde, hasta Natagaima a hacer contactos con el Partido Comunista y volvía otra vez. Se movía así.

Entonces, los que no estaban en las compañías o en comisiones, eran disponibles. Yo pedí que me aceptaran en la fila de los disponibles y me aceptaron, pero a los pocos días, me aceptaron en una compañía.

Esa compañía no tenía nombre especial. Los primeros días que yo milité en la compañía fue en la compañía del capitán Llanero. Después de salir de allí, pasé a la compañía de Jacobo Prías Alape (Charro Negro) y a lo último me quedé con los camaradas: Manuel Marulanda Vélez y Charro Negro.

-          En esa primera compañía, ¿Qué área le tocaba patrullar o caminar?

No tenía área específica. La misión la asignaba la dirección cuando hacía planes y todo eso, entonces era la que decía: “La compañía de fulano va a hacer esto y esto”. Ahí, era donde asignaban las tareas. No tenía un área específica.

-          ¿Cuál era la dirección general de ese entonces?

Bueno, había una parte militar y otra parte política. Por ejemplo, en lo militar el comandante en jefe era Isauro Yosa (Líster) con él estaban: Luis Alfonso Castañeda (Capitán Richard), estaba el capitán Canario, el capitán Joselito, el capitán Llanero. Esa es la idea de la parte militar.

De la parte política que eran cuadros del Partido Comunista, estaban el compañero Raúl Balbuena (Baltasar), Fabián (Cache Palo), Timochenko, Leobrí y así varios cuadros del Partido. Últimamente, como en el año de 1952, pasó también Martín Camargo y el que fue jefe del EPL, no recuerdo ahora su nombre, pero fue el que se separó del Partido con un grupo cuando fue a China a estudiar y volvió. Esa era la dirección política – militar.

-          ¿Cuánto tiempo dura usted en el Davis?    

Nosotros llegamos, ya le dije, finalizando el año 50 y de allí salí en 1952, en la comisión de Charro Negro. El Davis quedó ocupado por el ejército nacional, porque hubo un operativo del ejército que tomó todos los campamentos de los liberales limpios y también los campamentos dirigidos por los Comunistas y cuando nosotros salimos de allí, precisamente, esa comisión de Charro Negro, la dirección del movimiento había estudiado sacar comisiones a larga distancia, hacer algo por allá, para llamar la atención del ejército para que desocupara el Davis.

Esa vez, el capitán Richard salió para Calarma y fue cuando peleó bastante. Tumbó una avioneta. Ave Negra salió para Monte Frío, Ciro Trujillo salió para Campo Hermoso, todo con esa finalidad, de obligar al ejército a abandonar el Davis. Cuando eso salimos y yo no volví por allá. Esa comisión no volvió allá.

-          ¿Cuál fue la relación que existió entre los guerrilleros llamados Limpios y Comunes?

Ese es un tema grande, que mucha gente todavía no está clara y cada vez que pasan los años, menos clara está la gente sobre ese tema.

Las guerrillas en Colombia surgen, y sobre todo ese grupo del sur del Tolima al mando de Gerardo Loaiza y Leopoldo García (Peligro). Llegó un momento en que Gerardo se informa de la existencia del grupo de Irco que ya comandaba Isauro Yosa y que estaba apenas surgiendo. Mandó a invitarlo, porque la idea de Gerardo y Peligro era orientada por la dirección nacional del Partido Liberal, era que tomaran el mando de todas las guerrillas en Colombia. Esa era la idea.

Entonces los invitaron a la región y la dirección del movimiento dirigido por los Comunistas vino para ahí, desde Irco hasta el Davis. Se encontraron con Gerardo y hablaron toda la cosa muy bien y fue cuando organizaron un comando conjunto, un estado mayor conjunto de parte y parte. Así crearon el estado mayor.

Pero, cuando la dirección nacional liberal se dio cuenta de ese acuerdo, hay mismo mandaron específicamente un emisario a decirle a Gerardo y a Leopoldo García que no admitían esos acuerdos, mucho menos con Comunistas, que ellos eran liberales puros, limpios. Es cuando Gerardo obedeciendo la orientación de la dirección nacional liberal y conservadora, porque en eso ya operaban juntos, convoca una reunión de toda su gente de toda la guerrilla que ellos dirigían. Esa reunión la realizaron en el comando La Ocasión, que era el comando principal; allí Gerardo expuso el tema. Le dijo a la gente que ellos habían invitado a los comunistas a ir a la región, pero que los Comunistas desde el momento que llegaron, los habían traicionado, porque seguían dando una orientación que era foránea, una orientación que habían incluido a Colombia traída desde Moscú, que esa no eran las costumbres, ni la idiosincrasia del campesino colombiano, que era un daño que estaba haciendo los Comunistas, que tuvieran en cuenta que ellos eran liberales limpios, que no podían hacer alianza con ninguno. De ahí fue que cogieron el nombre de “Limpios” y propuso la ruptura con los Comunistas, porque como había el estado mayor conjunto, que rompieran esos acuerdos. Y la gente aprobó. La guerrilla liberal limpia aprobó eso al momento y se convirtió eso como en una orden de guerra, más o menos, como una actitud de guerra. Y así fue. Pronto hubo el enfrentamiento a tiros con pretextos muy leves unos y otros, pero hubo el enfrentamiento. El pretexto principal para esa división y para esa ruptura fue ideológico y político. No fue otra cosa, sino ideológico y político y la forma de organización que los Comunistas tenían no les gustaba a ellos de ninguna manera, nada de lo que tenían los Comunistas organizado para dirigir su guerrilla les gustaba, porque ellos eran liberales y querían hacer todo cuanto querían y cuanto podían. Para ellos no había control de ninguna manera.

Eso fue lo principal. Pero lo fundamental fue lo ideológico y político, dirigido desde la ciudad por la dirección nacional liberal y conservadora. Ahí se rompió todo. No se volvió nunca ni siquiera a hablar de eso, porque los liberales limpios cada vez se fueron sectarizando más, mucho más y después viene el otro caso que  lo hablaremos más luego.

-          ¿Cuáles eran las diferencias entre las guerrillas Comunistas y las guerrillas Liberales de ese entonces?

Las diferencias son muy grandes, muy grandes. Le voy a poner unos ejemplos muy prácticos. Lo que conseguían en comisiones los comunistas y llevaban al Davis era distribuido totalmente para los más necesitados. No importaba quién era la familia, lo importante era que estaba en el Davis.

Se llevaba el ganado y cuando se sacrificaba una res a todo el mundo le correspondía un pedazo. Nadie se quedaba sin comer su pedacito de carne. Los Limpios (liberales) no hacían eso. Los limpios llevaban el ganado y los jefes separaban el lote exclusivo para ellos. Era propiedad de ellos.

Otro ejemplo: En combate se cogía un fusil y la guerrilla comunista decía: “Este fusil es del movimiento, del colectivo, su dueño es el colectivo”. Los liberales limpios recogían un fusil y el que lo recogía era el dueño. Lo podía vender, regalar, cambiar, lo que quisiera.

 Otro ejemplo: En cuanto a organización. Los comunistas tenían un régimen interno, unas normas de comando, que todo el mundo tenía que regirse por ellas. Nadie se podía ir del comando sin permiso, sin tener justificado qué iba a hacer. Los liberales limpios se iban a la hora que querían cada uno para donde quisiera y volvía cuando quisiera. Esas son diferencias muy grandes.

-          Siguiendo a pasos agigantados la conversación: ¿En qué momento aparece en escenario el nombre de Manuel Marulanda Vélez?

Bueno, muy sencillo: Cuando el camarada Marulanda decidió irse al Davis, llegó a comienzo de 1951, al comando dirigido por los Comunistas. Fue bien recibido, porque él desde un comienzo fue un hombre muy afable, muy cariñoso, muy respetuoso, muy conversador. Él se ganaba la simpatía de cualquiera, como ganó la mía desde un comienzo.

La dirección del movimiento organizó una escuela en 1952, una escuela ideológica – política. Los estudiantes fueron: Charro Negro, Manuel Marulanda, Ciro Trujillo, Richard, etc. Los comandantes fueron los estudiantes.

Cuando termina el curso, en la clausura, el camarada Marulanda pidió el ingreso al Partido. Así como le digo: Pidió el ingreso al Partido Comunista. La dirección del movimiento y de la escuela les aceptó el ingreso al Partido. Le proponen que si él quería llevar como nombre de guerra, el nombre de Manuel Marulanda Vélez y le explicaron quién fue Manuel Marulanda Vélez, aquel dirigente obrero y toda la cosa, que murió torturado por los esbirros de Laureano Gómez. Él aceptó. A partir de ese momento siguió llamándose: Manuel Marulanda Vélez, porque hasta ahí le decían Pedro o también Tirofijo.

¿Por qué Tirofijo?

Bueno, la gente le puso el nombre de Tirofijo porque en realidad él fue un hombre que con todo tipo de armas era muy preciso al hacer el disparo. Él pegaba al blanco muy bien, no perdía un disparo. Se ganó el nombre de Tirofijo.

-          ¿Cuál fue la imagen que usted se hizo del camarada Manuel Marulanda Vélez desde el primer día que lo conoció y lo trató?

Mire: La primera vez que veo al camarada Marulanda fue en el año de 1950, en el comando de San Miguel. Allí, llegó él y al paso por el lugar que le digo de las salinas, donde había agua salada, que se sacaba la sal ahí, a ese lugar llegaban muchas aves a tomar de esa agua, cuadrúpedos también de noche y el día que él pasaba por ahí, San Miguel, había una cantidad de Pavas y mató dos  con el fusil, y las llevaba ahí.

Y llegó a San Miguel y se regó la noticia que Tirofijo estaba en San Miguel. Yo le dije al hermanito mío a Chucho que me seguía, vamos a San Miguel a conocer a Tirofijo. Y fuimos. Y sí andábamos cerca de él. Él no habló con nosotros porque éramos unos muchachos de doce años, pero yo le alcancé a decir a mi familia: “Si tuviera un poquito de más tiempo, le decía que me aceptara y yo me iba con él, porque me agradó desde un momento como era él”.

-          Físicamente, ¿Cómo era el camarada Manuel Marulanda Vélez?

Físicamente era un hombre con un aspecto elegante, despercudido; mantenía bien peluqueado, bien afeitado. Era un personaje. Y así sucesivamente era su procedimiento, conversador y muy respetuoso, sobre todo muy respetuoso, muy amable, con todo el mundo la iba. Todo el mundo que pedía hablar con él, él le aceptaba hablar y lo que explicaba, a la gente le agradaba mucho.

-          Era un conversador consuetudinario…

Sí, sí. Además de eso era humorista. Contaba muchos chistes de Cosiaca, de la Patasola, del Duende, todas esas cosas.

-          ¿De qué hablaron la primera vez que usted tuvo la oportunidad de dirigirse al camarada Marulanda Vélez?

Tal vez fue como en el año 1953, tal vez ya finalizando, que él mismo se dirigió a mí, cuando un hermano y un primo que estaban en la misma comisión no quisieron seguir por la pacificación de Gustavo Rojas Pinilla, entonces un día se me acercó y me dice: “¿Y usted tampoco va a seguir con nosotros?”, me dijo. Le dije: (cuando eso no se decía camarada, se le decía era comandante): “No comandante, yo sí sigo con ustedes hasta el fin”. Ese día me echó el brazo por encima, porque era muy cariñoso en ese sentido. Pero como le digo: Fue finalizando el año de 1953.

-          Decide definitivamente a hacer parte de la guerrilla siendo muy jovencito, ¿Verdad?

Sí, yo ya era guerrillero. Empecé en la guerrilla en los primeros meses de 1951.

¿Cuál fue esa experiencia de la lucha revolucionaria armada?

La experiencia fue lo normal. Un muchacho en la fila, que cuando daba las voces de mando, había que hacer lo mismo que hacía el resto. Y si se iba a cumplir una tarea, iba uno y hacía lo que podía de acuerdo a su edad. Nadie le exigía más de la cuenta. Ya andando, andando a Colombia como se dice.

-          ¿Cómo fueron los primeros días de guerrillero? ¿En dónde fue reclutado usted?

El reclutamiento lo pedí yo mismo en el Davis, lo pedí al oficial de servicio. Fui y le dije que quería que me aceptaran en la fila de disponibles y él anotó mi nombre y me dijo que sí, cuando eso estaba ahí un muchacho que le decían Cardenal, era un político para la juventud y para los pioneros. El oficial de servicios, me dice: “Todo el mundo que viene aquí se pone un seudónimo, un apodo o nombre cualquiera. No el propio nombre. ¿Usted cómo se va a poner?”, me dice. Le dije: “Yo no sé”. Entonces este muchacho Cardenal, dice: “No, pues póngalo Jaime”. Y así me anotaron desde 1951 para acá, todo el mundo me llama Jaime.

-          ¿Cómo fue el primer combate en el cual participó usted?

En eso, en general, hay que decir que a todo mundo le da miedo, a todo el mundo le da miedo, porque uno se va a enfrentar es a tiros y uno no sabe si el otro que viene es más hábil que uno. Además, si uno le tira y no le pega, el que viene sí viene dispuesto a tirarle, a pegarle.

Si el arma no le da fuego, queda embarcado, como se dice. Entonces, uno siempre va al combate pensando en esas cosas. Pero, más sin embargo, lleva en la mente a la vez la esperanza de que va a triunfar.

Pero, que me acuerde yo dónde fue, en este momento no me acuerdo, porque de muchacho nos tocó que en ese tiempo pelear con los pájaros, con los conservadores armados y después sí con el ejército.

-          ¿Qué recuerda usted del plan Latín América Securety Operatión, plan Laso?

Esa fue una política de Estado Unidos que se inventó para contrarrestar en Colombia la posibilidad de una Revolución triunfante como la de Cuba. Entonces se inventó ese plan Laso con una serie de promesas, con una serie de ofrecimientos, que tampoco cumplieron. Porque no era para cumplirlos, era sinceramente para calmar los ánimos y poder controlar a la gente, no tenía ninguna intención de resolver el problema de la tierra, ni vivienda, ni escuela, ni nada de lo que prometía.

-          ¿Cómo se sintió este Plan Laso en el sur del Tolima?

La gente realmente no comprendió nada del verdadero objetivo del plan Laso, solamente la dirección era la que dominaba, pero ni el campesino se daba cuenta de eso. En esa época tampoco era mucho lo que se hablaba con el campesino para explicarle esas cosas. No era mucho lo que se hacía de política.

-          Se habla de mucha fuerza militar desplegada para este plan en el sur del Tolima. ¿Qué cifra maneja usted?

El Plan Laso no movilizó gente así. Estaban los puestos militares pero no movilizó gente. Cuando movilizan gente ya, así para contabilizar, es ya con la Operación Marquetalia.

Pero antes, por ejemplo, la base militar de Gaitania había movilizado 5 mil hombres contra nosotros, buscando la vía hacia Marquetalia y llegaron hasta San Miguel. Pero en ese trayecto, por las dos vías que penetraron, se peleó, se mataron soldados, se cogieron armas y ellos retrocedieron a Gaitania nuevamente.

¿Por qué retrocedieron a Gaitania? Porque hubo también protestas en las ciudades, en Bogotá, Cali, Medellín, protestas por eso. Además, la resistencia que nosotros hicimos. Retrocedieron.

Pero, el otro fenómeno es que todavía no habían concluido con el plan de la Operación Marquetalia, hasta dos años después.

-          Se dice que el primer combate de la guerrilla con el ejército fue el 27 de mayo de 1964. ¿Usted está de acuerdo con esa fecha?

Sí, esa es la fecha. Aunque hay algunas cosas que no estoy de acuerdo con lo que se dice, porque, por ejemplo, para hacerle un poco de historia brevemente: En abril, llegó Jacobo Arenas y Hernando González allá a la zona, enviados por el Partido Comunista.

Cuando ellos llegan a la zona, nosotros ya estábamos en trincheras esperando el ejército que se metiera. Ellos encontraron fue un grupo guerrillero organizado ya y militante de Partido, dispuesto a hacer la resistencia.

Había otras cosas que no estaban acordes con la situación, pero que existíamos ya como guerrilla sí, entonces en el mismo mes de abril, tal vez el 25, nos reunimos la dirección del movimiento agrario con Jacobo Arenas y Hernando González. La dirección de ese momento de Marquetalia era: El camarada Marulanda, el jefe; secretario político era Isauro Yosa; el segundo era Isaías Pardo; luego, seguía yo como secretario de organización; Darío Lozano, secretario de finanzas; Jesús Medina López, secretario de agitación y propaganda y otros compañeros del Estado Mayor como Luis Pardo y Rogelio Díaz.

Nos reunimos con ellos y ellos informaron todo lo que tenía previsto los mandos militares para realizar la Operación Marquetalia. Entonces, comenzamos por ver, por ejemplo, tiempo de duración de la operación, ellos se había propuesto tiempo indefinido, no había tiempo limitado para esa operación.

Ahora, el volumen que iba a participar en la Operación: Se conoció desde entonces que estaban asignados 16 mil hombres del ejército y con el conocimiento de que si hacía falta, le agregaban otros batallones más.

En cuanto a logística: Tenían garantizado toda la logística que fuera necesaria; medios de transporte lo mismo todo: Aéreo, terrestre, lo que fuera.

Instrucción: Era la flor y nata del ejército colombiano que iba a participar con una formación de contrainsurgencia que les permitía penetrar a donde quisieran, a donde se lo propusieran.

En vista de esa situación, el camarada Marulanda pidió un plazo para estudiar, para pensar él solo por ahí sobre el tema y la orden era que todos pensáramos sobre lo mismo y luego nos reuníamos para seguir la discusión. Así fue.

Levantaron la sesión, pero al poco rato ya el camarada pidió que se reanudara la sesión y cuando es reanudada la sesión, pidió la palabra y expuso lo que había pensado. Dijo: “Esa operación que el gobierno planea contra nosotros, es una operación muy grande y peligrosa, pero por peligrosa que sea, nuestro deber es resistir y vencer”. Desde entonces lo dijo así. “Pero, para eso se necesita que nosotros quedemos móviles, totalmente móviles. Eso quiere decir que toda la población civil que está a nuestro cargo hay que evacuarla a la periferia”. Eran todas las familias nuestras, los hijos y todo, que lo teníamos entre la selva, como en tres o cuatro lugares.

Dijo: “Propongo 48 horas para que haya evacuado todo mundo; el que no se adapte a la vida de la guerrilla, que sea un inválido, un anciano, una señora, un niño, todo hay que evacuarlo”. Se aprobó eso y partimos enseguida a cumplir la misión de evacuar a la población civil.

Después que se hizo todo eso, volvimos a reunirnos y el camarada distribuyó el plan con el que se iba a hacer resistencia. Asignó a los caminos posibles por los que el ejército iría a entrar los grupos. Por ejemplo, para el Puerto asignó a Abanico con cinco compañeros; por el camino rial de Salvador a San Miguel, asignó a Miguel Pascuas con ocho compañeros y por la Suiza me nombró a mí y a Darío Lozano, jefe con ocho compañeros también.

Así es como el primer combate que se libra el 27 de mayo de 1964, lo hicimos nosotros. Yo era el que estaba allí comandando el grupito y fui el que disparé el primer tiro ese día, a las 9:15 de la mañana, con el fusil que yo portaba.

Ese fue el inicio de los combates allá. Nosotros peleamos ese rato allí y después de unas horas nos cambiamos de sitio, al otro lado del río San Pedro, y a las 4:30 de la tarde, llegó Isaías, que Isaías había sido nombrado cuando se nombró el secretariado para la resistencia, comandante operativo que movía a la gente para un lado y para el otro. El secretariado fue conformado por los camaradas Marulanda, Isauro Yosa, Jacobo Arenas, Hernando González, los cuatro nombrados para la resistencia, se nombró, repito, a Isaías comandante operativo, que movía la gente para un lado y otro.

Él no estaba en el momento del combate, él estaba por los lados de Peña Rica, pero se dio cuenta y llegó a las 4:30 de la tarde donde estábamos nosotros, pero ya nosotros habíamos cambiado de sitio.

Con él bajaba Luis González, bajaba Luis Salgado, que fue el primero que nos mataron, bajaba Joselo y bajaba Paso Lento, que era el grupo que andaba con Isaías. Por eso, Joselo no estuvo en el combate, pero en un discurso que Jacobo Arenas dio, todo emocionado, dice: “Que el combate que dirigió Joselo en la Suiza”, y así se ha quedado. Todo el mundo habla de que fue Joselo el que dirigió el combate y no es cierto eso.

Además, por ese tiempo Joselo estaba sancionado, no tenía ningún cargo de responsabilidad, no era miembro todavía de la dirección de Marquetalia. La sanción era por fallas, errores, que cometía cuando se emborrachaba, era muy borracho. En ese tiempo estaba sancionado por eso.

Los que hicimos la pelea por ese lado, ya Isaías se vincula, los diez que habíamos ahí y cinco con Isaías, éramos quince, quince hicimos la pelea hasta que tomaron a Marquetalia.

-          Mientras tanto el camarada Manuel Marulanda Vélez, ¿Para dónde se había desplazado?

Él estaba en la zona, dirigiendo, planeando, planificando. Para dónde tiene que moverse uno, para dónde tiene que moverse el otro. Él se movía también, dirigiendo el asunto. Era el trabajo de él.

-          ¿Cómo era la región en esa época? ¿Ya habían fincas o todavía era muy montañoso?

Bueno, cuando yo le cuento que tuvimos mes y medio, la primera vez que fuimos, que conocí yo el Támaro en 1950, era selva. Por eso Charro Negro de pronto eligió ese sitio de Marquetalia para el comando. Pero en el momento de la operación Marquetalia, nosotros habíamos desmontado mucho ya eso, porque ahí nos quedamos un grupo, cuando la pacificación del Frente Nacional, nos quedamos un grupo trabajando y se hicieron muchas fincas buenas.

Por ejemplo, los González eran los dueños de Peña Rica, cuando la operación, Peña Rica era una finca muy bonita, trabajo de ellos, trabajo de los cinco hermanos, y así sucesivamente.

Otro como Isaías y su hermano, tumbaron selva e hicieron muy buena finca. Isauro Yosa, en el propio Marquetalia, buena finca también. Ya no era mucho la selva, claro, sí había pero no tanto como decía José Joaquín Matallana.

-          ¿Matallana estuvo  presente en esta Operación Marquetalia?

Sí Matallana estuvo. El gobierno tenía tanta ilusión que Matallana era el que nos iba a acabar a nosotros, como acabó con los bandoleros en el norte del Tolima, con Desquite, Sangrenegra, etc. Porque fue Matallana el que los acabó. Llegó un momento en que lo metieron para el sur del Tolima, pero el gobierno no se daba cuenta que en el norte del Tolima habían era bandoleros y en Marquetalia era un núcleo organizado con militantes comunistas, con una moral altísima para resistir. Por eso no pudo. No pudo hacer lo quería.

-          ¿Cómo fueron las relaciones entre ese movimiento móvil guerrillero y la comunidad de la región?

Pues le quiero decir lo siguiente: Cuando nosotros quedamos móviles, el ejército recogió a todo el mundo del campo, de sus fincas a los pueblitos. A los indígenas Paeces de la región los ubicó al pie del cementerio de Gaitania y no los dejaba salir. Mató a unos indígenas que caprichosa y desesperadamente se salían de noche para irse, y el ejército los mató.

Entonces, no había relación con nadie porque no había con quien. El campo quedó desolado, solo, solo.

-          Quisiera conocer un poco la vida de Charro Negro. Tengo entendido que en ese entonces su liderazgo estaba por encima del liderazgo del comandante Manuel Marulanda Vélez. ¿Cuál es su opinión?

Muy sencillo. Charro Negro lo asignaron desde el Davis jefe de la comisión. Él salió con nosotros, después el camarada Marulanda, después del 13 de junio, de tanta cosa que hubo, se vinculó allí con el grupo que él traía y crearon una sola comisión, pero el jefe siempre era Charro Negro.

Charro era de la resistencia de las cuatro dictaduras: Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez, Urdaneta Arbeláez y Gustavo Rojas Pinilla, que termina en 1957. Charro Negro alcanzó el grado de Coronel. Cuando eso se copiaba los grados militares. El camarada Marulanda era Mayor, lo mismo que Ciro Trujillo.

Entre ellos no había ninguna diferencia. No he conocido otra gente que se trate y se entienda también como ellos dos. Ellos eran como un par de hermanos. La única diferencia era que Charro era más bien para la parte política y en cambio el camarada Marulanda era lo militar. Siempre era a emboscar el ejército y a pelear.

Ahora, sobre Charro: Era un hombre de varias características, pero ante todo muy fraternal, muy fraternal y también muy respetuoso. Sí le gustaba tomar licor, le gustaba bailar. Él le organizaba un baile en cualquier lugar, así fuera en el filo de una peinilla, pero organizaba un baile.

No se le pasaba un 20 de julio, un San Juan, un San Pedro, una navidad, sin armar una fiesta donde estuviera. Era alegre, muy dinámico. Y una forma de tratar a su gente muy bien, trataba a la gente muy bien. Ese era Charro.

-          ¿Era negro?

Sí, era morenito, un poquito trigueño. Mejor dicho: El clásico Pijao, porque él era de la cuna de los Pijao, era oriundo de Natagaima (Tolima), su padre había fundado una finca arriba en Horizonte, entre Herrera y el Río Cambrín. Allá, mantenían trabajando todos. Era de origen Pijao.

-          ¿Cómo murió el camarada Charro Negro?

A Charro lo mataron los liberales limpios cumpliendo un plan de la oligarquía colombiana. Es la primera víctima de importancia para el Frente Nacional y la primera víctima de importancia de pérdida para nosotros.

En un plan conjunto del gobierno liberal de Alberto Lleras Camargo y los liberales limpios de Mariachi, llegaron un lunes a Gaitania, lo encontraron y lo mataron. Eso hacía parte del plan del Frente Nacional.

Porque el Frente Nacional se creó con un plan secreto para ponerlo en práctica contra las organizaciones. Es el temor que me da  a mí ahora, porque se parece mucho.

-          ¿Cómo fueron los hechos del asesinato del camarada Charro Negro?

En primer lugar, por ser Comunista, porque el sectarismo de los “mariachistas” era muy grande y la asesoría de los dirigentes liberales y conservadores, muy grande también, que no querían en esa época, como no quieren ahora que hayan Comunistas y Guerrilla en Colombia. No nos podemos equivocar: Ahora está lo mismo.

Siempre es una orientación, que la escriben y la aprueban, ¿Dónde? Allá, en el Pentágono yanqui de los Estados Unidos. De allá sale esa orientación para el gobierno colombiano.

Los gringos no quieren paz. Ellos dicen: “Si hay paz, se nos acaba la plaza de venta de armas que se está fabricando”. Necesita que hayan los conflictos, que hayan las guerras, que hayan las invasiones, para eso. Aún están armando gobiernos que no tienen guerra, que no tienen nada y les está vendiendo por millones de dólares en armas. Esa es la política norteamericana.

En Colombia hemos sido víctimas de esa política norteamericana por varias ocasiones y la muerte de Charro Negro, hace parte de eso, que era en cumplimiento del primer punto que tenía el Frente Nacional contra el movimiento Revolucionario.

-          ¿En qué año mataron al camarada Charro Negro?

A Charro lo matan el 11 de enero de 1960 en Gaitania.

-          ¿Cuáles fueron las consecuencias inmediatas que generó el abominable magnicidio del camarada Charro Negro?

Las consecuencias fueron las que hasta ahora no se han resuelto. Ya le dije: Es el primer muerto de ese plan.

Cuando sucede eso, nosotros nos encontramos con el camarada Manuel, él salió ahí cerquita a Gaitania al Jordán y yo llegué también ahí, en eso salió Isauro Yosa, ahí nos reunimos los tres. Se acordó en esa reunión salir a poner en conocimiento a la autoridad lo ocurrido.

Se nombró al camarada Marulanda. Él salió a Neiva, fue a Ibagué. Habló con los mandos del ejército, alcaldes, los curas, en las dos ciudades. Y en los dos lugares la respuesta fue: “El único que puede resolver eso y mediar es el ejército. El ejército va para allá”.

Y entró el ejército. ¿Cómo entró el ejército? Con un guía nuestro, Mariachi estaba aquí, llegaba el ejército, inmediatamente Mariachi se iba retirando con su gente para otra parte sin problema alguno.

El comandante del batallón Tenerife, el coronel Charry, volaba de aquí donde estaba el ejército en el helicóptero y caía donde iba Mariachi, en una coordinación muy bien hecha, que demostraba para nosotros que eso era un plan.

Así, nosotros volvimos a salir a Gaitania estando el ejército ahí. Pero el ejército empezó a reducirnos el espacio para movernos, empezó a prohibirnos la parte política, no podíamos intervenir en ninguna organización, ni siquiera en las que había existentes en los campesinos.

Cuando eso ocurre, el camarada Marulanda dijo: “No salimos más a Gaitania”. Cuando dejamos de salir nosotros a Gaitania, el ejército aplicó otras medidas.

Le voy a contar lo que hizo posible de que el camarada dijera no más a Gaitania. Estando el ejército allí, como a los doce días, nosotros salíamos a reunirnos con los campesinos cerca de Gaitania. Digo nosotros porque era él y yo que lo acompañaba.

Un día salíamos para la reunión y nos vieron pasando la plaza y ahí mismo salió el mayor Torres y llamó al camarada Marulanda que esperara que el coronel quería hablar con él. El coronel vino, no saludó, sino que se dirigió directamente al camarada y le dijo: “Manuel, tengo conocimiento de que estás haciendo unas reuniones y debes saber que el ejército está aquí y es la autoridad; nadie más puede decir sobre cosas que el ejército. Es para que suspenda ese tipo de reuniones”. El camarada Marulanda, le dijo: “Coronel, yo no puedo suspender esas reuniones, porque son los mismos campesinos que me piden que les explique qué va a pasar. Mataron a Charro, un dirigente que estaba haciendo tantas cosas aquí para la ciudadanía y vino el ejército, está aquí en el pueblo, suben los de Planadas los que atacaron aquí con armas al cinto, se meten a las cantinas, toman aguardiente, humillan a la gente y el ejército no ve nada. Está aquí y no ve nada. La gente pregunta: ¿Qué va a pasar?”.

Vuelve y le dice el coronel: “Mire Manuel, yo lo que le estoy es advirtiendo, que se dé cuenta que esas reuniones son subversivas y usted no puede seguir haciendo eso. Si continúa haciendo eso, el ejército se ve obligado a ponerlo preso en la cárcel”. Salió y se fue.

Desde ese momento, dese cuenta, semejante amenaza. Eso era lo que ellos querían. Nosotros seguimos a la reunión y a las dos o tres cuadras, el camarada me dice: “Jaime, se acabó la salida de nosotros a Gaitania, las intenciones que tiene esta gente contra nosotros son negras, nos quieren joder y nosotros tenemos el deber de no dejarnos. Quiere que no haga reuniones y nosotros en este país tenemos que hacer millones de reuniones con campesinos, con todo el mundo, para preparar la toma del poder. Así es que no más a Gaitania”. No volvimos a salir.

Después, otra medida que toman es emboscarse en los entronques de los caminos; salían de noche y se emboscaban a haber quién de nosotros bajaba para capturarnos, porque sí tenían la intención de ponernos presos o matarnos. Y siguió la situación así agravándose cada día más. Instalaban morteros en lugares dominantes y bombardeaban por allá cerca de las casas, el camino que venía de Marquetalia.

Hasta que al fin y al cabo, ya en 1962, resolvieron fue subir el grupo que ya le dije, los cinco mil soldados hasta San Miguel.

Vuelvo a repetirle: Eso era un plan del gobierno nacional, matar a los principales dirigentes físicamente, era el plan del Frente Nacional. Así que el ejército ocupara con pretextos las zonas que habían abandonado, una vez ocupadas las zonas que había abandonado, entonces comenzar a preparar condiciones para la toma de Marquetalia. En eso aplicaban acción cívico – militar, aplicaban todo, tratando de ganar a la gente, tratando de ganarse a los indígenas, les regalaban azadones viejos, machetes viejos, peluqueaban gratis, sacaban muelas gratis, brigadas de salud, teatro, payasos. Todo eso lo hicieron con tal de conseguir adeptos.

Mientras tanto, estaban preparando todo para la toma de Marquetalia. Realizaron un censo de la población de cada familia campesina de cada casa, anotando: Cuántas reses tenía, cuántos cerdos, cuántas gallinas. Todo eso lo hicieron, previendo todo eso para el futuro, porque si en el futuro aparecía una res en una finca de las que habían censado que no tenía la referencia, ni la marca que figuraba allí, esa res era considerada de la guerrilla, la cogía el ejército y se la comía. Al fin y al cabo se comió todo. El ejército se comió todo lo que nosotros habíamos trabajado.

-          Si el comandante Marulanda ordenó no volver a Gaitania, entonces, ¿A dónde salían?

A ninguna parte. Nosotros no volvimos a salir a ninguna parte. Comenzamos luego a mandar a las mujeres a hacer el mercado para la semana. Ellas iban y compraban y salían. Por cierto, en una de esas, casi matan a un poco, porque fue el tiempo en que el ejército en Gaitania organizó un grupo paramilitar al mando de Alirio Salcedo, que subía e incursionaba, atacaba casas, mató indígenas y el último día de un ataque, atacó la casa de Darío Lozano, en San Miguel y hasta ahí habían subido el domingo las mujeres, que iban con la provisión para sus casas.

No las mataron porque Lozano había hecho una cajuela y salía lejos de la casa. Cuando sintieron el ataque, todos se fueron por ahí. Por eso no las mataron, pero quemaron la casa y quemaron todo, ese grupo de paramilitares. Dese cuenta todo lo que hacían contra nosotros y nadie veía nada, ni nadie se acordaba de que también éramos humanos.

-          Es decir, esa política paramilitar del estado colombiano no es nada nuevo, ya en esa época se implementaba para atemorizar y atajar la inconformidad del pueblo. ¿Verdad?

Le diría que también es un tema largo para hablarlo, porque a mi juicio eso es heredado de los españoles, de los españoles de 1.492. Cuando los conquistadores toman la sabana de Bogotá, la sabana de Tunja (Boyacá) y otras regiones, los jefes conquistadores comenzaron a distribuirse las tierras con bienes, indios y todo. Eran dueños de todo. El oro que había todo lo cogieron. Cuando vieron que los indios querían oponerse a eso, entonces trajeron de España bandoleros, delincuentes y formaron los grupos que se encargaban de poner el orden, según ellos. Eran españoles civiles, que le pusieron un jefe que se llamaba el Mayoral y era el que obligaba a los indios a trabajar, era el que cuando ordenaban un castigo, les daba látigo a los indios, los metía al cepo, hacía de todo. El indio que se jugaba para el monte lo perseguían con los perros, los cuales lo devoraban y todo.

Ese grupo, de esa época, era paramilitar. Esa herencia quedó hasta este tiempo; que ahora se perfeccionó es otra cosa. Ahora también como en aquella época, dependía de los jefes conquistadores, ahora depende de la oligarquía que domina al país.

Esos mismos paramilitares, fueron los que mataron al cacique el Zipa y el Zaque, esos mismos mataron la cacique Gaitana, esos mismos atentaron contra Simón Bolívar, esos enruanados que entraron a buscar a Bolívar eran para matarlo, eran paramilitares, no era militares. Los que mataron al general Rafael Uribe Uribe, los que mataron a Jorge Eliécer Gaitán, también eran paramilitares. No los dejaron vivo para no dejar el rastro, pero eran paramilitares. Ahora que los perfeccionaron. Eso es heredado de los españoles.

-          ¿Cómo fueron las relaciones del naciente movimiento guerrillero con los indígenas Paeces de Marquetalia y su entorno?

No sé de qué etapa habla usted del movimiento guerrillero.

-          La etapa naciente…

La etapa naciente es de 1949, cuando eso las relaciones eran muy buenas porque también eran perseguidos y fueron muchos los indígenas que mataron la policía, el ejército y los pájaros (paramilitares).

Ya en 1964, sobre todo con el grupo de Paeces de Gaitania fue un poco dura porque como le he dicho, el ejército los preparó muchísimo. Y resultó gente que se oponía a la lucha y nos perseguía y hacía de todo. Pero, eso fue mejorando hasta que se mejoró.

-          ¿Cómo fueron ustedes a dar a Riochiquito, El Pato y El Guayabero?

Bueno, es que como hemos venido saltando la historia…Cuando se desmovilizó el Davis, que solamente quedó allá una compañía al mando del capitán Llanero, 75 hombres, esos 75 hombres, el ejército y los liberales limpios los mataron a todos, y en el Tolima, en el sur, se despertó una epidemia de odio contra los comunistas promovida por los liberales limpios que andaban por todas partes buscando comunistas para matarlos.

La guerrilla dirigida por los comunistas salió del sur del Tolima, toda se fue para Villarrica, oriente del Tolima. No quedamos sino nosotros, un grupo de 30, con los camaradas Charro Negro y Marulanda: 26 varones y cuatro mujeres.

En medio de esa situación, que nos perseguía el ejército, nos perseguía la policía, los conservadores armados, los pájaros y nos perseguían los limpios, cuatro fuerzas persiguiéndonos, eso fue en 1953, finalizando este año, decidimos irnos del Tolima y cogimos esas cuestas del Huila y fue entrar a este territorio en Santamaría y fue peleando con los pájaros, la policía y el ejército.

Pero, esos 26 varones y cuatro mujeres, ya faltando como cuatro varones que habían sido matados, fuimos los que llegamos a Riochiquito y comenzamos a hablar con los indígenas. Al comienzo no nos aceptaban, pero después nos fueron aceptando y se fundó el comando de Riochiquito, el campamento de Riochiquito.

De ahí, nos desplazábamos a la Síngula, de ahí nos desplazábamos a Mosoco, a Victocoila, la Troja, arriba al páramo de Moras y por ahí mismo íbamos a Jambaló, Pitayó. Fuimos nosotros, ese grupo pequeño que hicimos todo eso.

-          ¿Qué recuerda ahora usted de esas travesías tan extenuantes y difíciles?

Hay muchos recuerdos, pero en este momento no es tan importante, lo único es que como yo todavía en esa época era un adolescente, uno pequeño en esas cosas, sufre mucho. El paso de un río crecido, el paso de un puente, de un cable. Buenas cosas que dificultan. Pero bueno, eso se resolvió.

-          ¿Cuántas veces vio usted la muerte cerca?

Eso sí fueron muchas veces, muchas veces, porque cada que uno se enfrenta al enemigo, va enfrentando la muerte, porque el que viene, viene dispuesto a matar, que era lo que el camarada Marulanda decía en instrucción: “No disparen un tiro mientras no tengan bien enfocado el blanco, porque cuando usted dispare tiene que darle al blanco, para que el enemigo salga de combate, sino el que viene sí le tira a usted y te mata”. Entonces tocaba que tener mucho cuidado en eso. Muchas veces, pero eso va pasando y se va olvidando.

-          ¿Algunas en especial?

No.

-          ¿Cómo se preparaba un combate, una acción militar?

Eso corresponde a la parte militar. Depende del combate. Si es una emboscada hay que analizar muy bien el sitio de la emboscada. Que los guerrilleros queden viendo todo el terreno, lo que no ve uno, lo ve el otro, pero que dominen totalmente cuando el enemigo se repliegue o se trate de replegar, los guerrilleros tienen que quedar viendo dónde se mete cada uno del enemigo.

 Pero, si es por ejemplo, un asalto ya es diferente, porque hay que analizar por donde se puede salir el enemigo, de donde le pueden disparar y todo. Eso se mira desde el campo de los acontecimientos.

-          ¿Cómo se autodefine usted: Fue más militar, más político o combinó ambas cosas?

Bueno, hasta donde se pudo hubo una combinación, porque eso sí lo repetían los jefes mucho: Todos debían tener cierto conocimiento político para poder estudiar la situación. En el aspecto militar lo mismo. Entonces, es una combinación que tiene que ir pareja, no para ese tiempo, para ahora también. La guerrilla de ahora debiera de actuar así: En forma militar y política.

-          ¿A cuántas conferencias guerrilleras usted asistió como delegado?



En la década del 50, asistí a varias. La última conferencia que asistí fue en 1958. Pero como ahí terminó la lucha armada por esa época, en el 58 con el Frente Nacional, entonces, ya en 1964 se abre como se dice una nueva etapa. Se dio la primera conferencia del Bloque Sur, yo no asistí. No asistimos porque la mayoría de los marquetalíanos habíamos salido en guerrilla móvil hacia los lados de Gaitania y todo eso, que fue cuando mataron a Isaías Pardo y me hirieron a mí en el brazo izquierdo.

En la segunda conferencia, sí estuve; tercera conferencia, también; cuarta conferencia, también estuve, también participé como miembro de Estado Mayor; la quinta conferencia, ya no pude asistir, porque estaba preso; yo caí preso en una tarea de civil y cuando la quinta conferencia se realiza yo estaba preso.

La sexta conferencia, tampoco había salido de la cárcel; a la séptima conferencia, tampoco asistí, porque me habían asignado apoyar el segundo frente del Caquetá y estaba por allá en Paujil, Caquetá. Las otras no, ya ninguna de las otras.

-          ¿Qué conferencia lo nombra a usted segundo al mando, después del camarada Manuel Marulanda Vélez?

Eso fue en la séptima conferencia, que como le digo yo no estaba, yo estaba apoyando el segundo frente y en ausencia me nombraron al secretariado, secretariado que en esa conferencia nombró a cinco: Jacobo Arenas, el camarada Manuel Marulanda Vélez, Alfonso Cano, Raúl Reyes y yo. Pero, yo estaba por allá. Me dijeron que tenía que trasladarme al sitio, yo me trasladé. Fue en la séptima conferencia.

-          ¿Cuánto tiempo duró usted con esta responsabilidad?

No, muy poco, porque eso fue en 1982 hasta 1986 no más. En 1986 ya yo me sentí bastante enfermo y en eso me asignaron una tarea para salir y al poco tiempo ya, nombraron un reemplazo.

-          ¿Cuántas veces fue herido usted?

Una vez nada más.

-          ¿Cómo sucedieron los hechos?

Eso fue en una pelea que se realizó muy complicada y el enemigo muy cerca de nosotros, y se realizó esa pelea y en esa pelea muere Isaías Pardo, Lozano que era el secretario de finanzas, lo hiere también una pierna y a mí me hieren este brazo. No estábamos sino los tres, en ese momento no estábamos sino los tres, la otra gente iba andando.

-          ¿Eso fue en dónde y cuándo?

Eso fue el 8 de septiembre de 1964. Allá, en la cordillera de Canoas, frente casi a Gaitania.

-          Usted fue detenido, fue puesto preso. ¿Cómo fue la captura? ¿En dónde fue?

Muy fácil: En Cali. Yo de civil iba en un bus y el bus fue interceptado por el B2, porque yo estaba sapiado, ya me habían sapiado y el operativo estaba tras de mí, y preciso ahí me detuvieron.

-          ¿Qué misión iba a cumplir usted?

Bueno, eso sí es una misión que me había encomendado el camarada Marulanda, que no se puede decir todavía.

-          Ok. ¿Qué pasó? ¿Cómo recibió usted esta nueva realidad?

Mire que eso es muy triste, que solamente entendí que estaba preso cuando me pusieron las esposas. A las 11:30 de la noche después de discutir con Landazábal Reyes, comandante de la tercera brigada de Cali, Landazábal comprobó con la herida mía, todas esas cosas y los sapos que estaban por ahí y me dijo: “Este es el preciso que buscábamos”. Así de frente me lo dijo. Y me dice: “¿Usted no sabía que a cada marrano gordo le llega su San Juan? Aquí paró tu carrera”. Le dije: “Pues vamos a ver si es cierto, mi general”. Y le ordenó a un coronel: “Póngale las argollas”. Y las argollas eran las esposas. Cuando yo sentí el frío del hierro en mis brazos, me dije: “Ahora sí estoy preso”.

De ahí, me llevaron a la pieza de “amansa locos” del batallón Pichincha. Allá, me tuvieron tres meses, siete días, recibiendo todo tipo de torturas. Allá, me dañaron la columna, me hicieron muchas cosas.

Luego de ahí, a la cárcel y de la cárcel una peregrinación por la cárcel de Palmira, la Gorgona, Popayán, Chaparral, Cali. En todas esas cárceles me tuvieron.

-          ¿Cuánto tiempo duró usted detenido?

Cinco años y pico.

-          ¿Cómo fue posible su excarcelación?

En primer lugar por la detención en Cali, el delito fue calificado de rebelión, porque cuando yo caigo preso el país estaba en Estado de Sitio, entonces automáticamente el Juez de Primera Instancia, era el jefe de la tercera brigada, el general que me acusaba de todo.

Me hicieron un consejo de guerra condenándome a 15 años más uno por peligrosidad. Pero, el país en tiempos de Alfonso López Miquelsen, levanta el Estado de Sitio, automáticamente todas esas condenas pierden vigencia, entonces pasó al Tribunal Superior de Bogotá y el Tribunal Superior de Bogotá, lo envió al Tribunal de Cali y el Tribunal de Cali, dijo: “Esto no es asociación para delinquir y otra cosa, sino rebelión. Con el tiempo que hace que está preso, ya pagó la rebelión”. Entonces pasó al Juzgado Tercero Superior y el Juzgado Tercero Superior, dijo: “Póngase en libertad condicional”. Pero, esa libertad condicional, no me la dieron porque se pagó la fianza y entonces me llevaron para la Gorgona, porque tenía una condena como reo ausente de 20 años de presidio y me llevaron a la  Gorgona. Allá, estuve 28 meses.

Por mucha fuerza que hicieron los abogados y yo mismo desde allá, cuando Alberto Santofimio Botero era ministro de Justicia, yo personalmente le entregué un memorial escrito por mí, pidiéndole el traslado al Tolima, para aclarar mi situación.

Al fin y al cabo con todo lo que se hizo, me trasladaron otra vez al país. Y de Cali a Popayán y de Popayán a Chaparral. Cuando me llevan a Chaparral, la primera cita con el Juez, me pregunta el nombre y apellido. Y yo le doy el nombre y apellido concreto mío. Dice: “Pero, aquí figura la condena a Jaime Guaraca. ¿Usted conoce a Jaime Guaraca?” Le dije: “No”. “¿Usted es Jaime Guaraca?” “No”. “Mi nombre es este”. Me dice: “Entonces, ¿Qué hace aquí?” “Esa es la pregunta mía”, le dije.

Con todo eso llamo al abogado, al doctor Humberto Oviedo y le cuento eso y le dije: “Hay una posibilidad. Pida un duplicado de la cédula a la registraduría y con la cédula usted presente un documento de libertad. Eso lo hizo y salí en libertad por eso, porque la condena no estaba a mi nombre, sino al otro nombre que no era el mío. Salí en libertad por eso. No recuerdo la fecha.

-          ¿Recuerda quiénes lo acompañaron cuando salió?

El mismo doctor Humberto Oviedo, él tenía una camioneta cerca de la plaza de Chaparral y ahí había dos compañeros civiles, el chofer y otro, y él me recibió saliendo de la cárcel y subimos de la cárcel que era por allá, en un hueco, pero no salimos a la plaza, sino que saliendo a la plaza los dos nos extraviamos y fuimos a la camioneta. Nos subimos a la camioneta y arrancamos de una vez y él le dijo al chofer: “Tiene que meterle duro porque antes de las seis de la tarde, tenemos que pasar Espinal. La orden que tiene el batallón Caicedo es que a las seis de la tarde, taponan todas las salidas y entradas para recapturarlo. Entonces, hay que salir de rápido”. Salimos.

-          ¿Para dónde salió?

Primero salí a Ibagué. Allá, me quedé y al otro día me fui para Bogotá.

-          ¿En dónde se quedó en Ibagué?

Bueno, no conozco a Ibagué, no sé decirle a dónde.

-          ¿Salió entonces para Bogotá y no volvió a la lucha armada?

Pues claro, a los cinco días estaba en el campamento de Jacobo Arenas. ¿No ve que allá era mi puesto? A los cinco días estaba en el campamento donde estaba Jacobo Arenas, y como a los 15 días, me encontré con el camarada Marulanda.

-          ¿Cómo fue ese reencuentro con el camarada Manuel Marulanda Vélez?

Pues muy bueno porque él llegó a una reunión del Secretariado ahí donde Jacobo, tuvieron reunidos todo un día y al otro día me dijo: “Vámonos para donde yo estoy, para el campamento”. Yo me fui con él. Ese día llegamos muy por la tarde, pero al otro día ordenó preparar un almuerzo como con siete gallinas. Un almuerzo muy bien hecho, unas botellas de whisky, arreglada una mesa grande ahí sirvieron. Él mismo dijo estas palabras: “Aquí no se trata de discursos, se trata de un homenaje a Jaime por el buen comportamiento que ha tenido en la cárcel y porque sigue siendo un revolucionario. Por eso es este almuerzo”. Fue todo lo que él dijo. Pero muy bueno todo. 

-          ¿Usted fue guerrillero activo hasta qué año?

Hasta el año de 1985. En 1982, realizamos el último combate en San Vicente del Caguán, en la vereda Ochontal, le creamos como 25 muertos al ejército.

De ahí, tomé una subametralladora marca MP5, muy fina, que fue la que porté hasta que cuando ya me asignaron  salir, se la entregué al camarada Marulanda.

-          ¿Qué sintió al entregar sus pertrechos diciéndole adiós a las armas?

Pues uno se encariña de un arma que en realidad siente como nostalgia saber que esa arma no estará más en nuestras manos.

-          Se traslada a Cuba. ¿Cómo ha sido este paso, esta nueva realidad suya?

Yo no llego a Cuba desde un comienzo. Yo salí con una tarea y la tarea encomendada permitía que fuera a Nicaragua. Yo duré un año en Nicaragua, a ver si realizaba la tarea. Y en un paso por Cuba, los cubanos me hacen ver del médico y me ofrecen el tratamiento. Yo comunico a la dirección y la dirección determina que acepte el tratamiento y que venía el relevo para mí.

-          ¿Quién fue su relevo?

El relevo mío fue el que hoy es Ricardo Téllez.

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