La derecha y extrema derecha colombiana continúan utilizando la violencia como instrumento político para hacer campaña. No cambian su estilo de terror y miedo. No buscan derrotar al oponente con ideas y argumentos, sino utilizando el método sanguinario del terrorismo de estado, de la violencia, pensando siempre en asesinar físicamente al contrario.
Los últimos hechos acaecidos a los partidos de izquierda, especialmente el Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) y a la lista de la Decencia, caso concreto de Aída Avella Esquivel, prenden las alarmas y deben llamar poderosamente la atención de la comunidad nacional e internacional.
El bullying de que ha venido siendo víctima el candidato presidencial de las Farc, Rodrigo Echeverry Londoño, Timo, merece todo el repudio nacional por cuanto estos hechos no coinciden con una sociedad humana y civilizada que quiere alcanzar la paz con justicia social y la convivencia en toda la nación.
La misma suerte ha corrido el candidato al senado por este partido, Iván Márquez, en regiones como el Caquetá, y como van las cosas, todas estas prácticas se podrían intensificar ante la indiferencia del Estado y el gobierno nacional. Hasta el momento no ha habido un pronunciamiento serio. Al contrario. Todo pareciera indicar que el gobierno estuviera de acuerdo con esta medieval práctica de hacer política en pleno siglo XXI. Habla de paz pero se empecina en la práctica guerrerista contra el pueblo.
Los hechos no son fortuitos o aislados. Hay una matriz al parecer trazada por el Centro Democrático en la dinámica de llevar a los electores a las urnas con odio y no con ideas claras sobre cómo debe votar para sacar el país del laberinto en que se encuentra.
Esa es la táctica que ha utilizado la burguesía colombiana, de tal manera, que el elector va a las urnas impulsadas por los instintos primarios de odio, venganza, revanchismo e individualismo. No con la perspectiva de votar por un programa, sino por esos sentimientos primarios que enceguecen e impiden pensar con claridad y raciocinio.
La derecha no tiene programa. Hace rato este feneció. Ante eso no tiene otra alternativa que acudir a estas infelices prácticas que realmente avergüenzan el país en el contexto internacional. Mientras la izquierda persiste en la paz, la derecha se inclina por la violencia desalmada e infame.
El caso reciente presentado en Yumbo (Valle) contra Timo, lo describe el dirigente sindical de Sutimac, Servio Ángel Castillo: “Vinieron unos a nombre del Centro Democrático con camisas negras (puro fascismo); vinieron otros que son ex militares investigados por asesinar civiles que fueron presentados como guerrilleros muertos en combate”.
De igual manera, se conocen testimonios que señalan que dirigentes del Centro Democráticos pagaron a personas de la calle calificadas despectivamente de “desechables” para que lanzaran guijarros y palabras soeces contra la caravana encabezada por el candidato presidencial de las Farc. Uribe Vélez no ha salido a pedir cordura y tolerancia a sus huestes. Por el contrario. Con verborrea senil, cavernaria e incendiaria, justifica demencial práctica, lo que prueba que este siniestro personaje no sabe qué es la paz, su mentalidad es guerrerista ciento por ciento.
La izquierda, consciente del momento histórico que vive el país, no ha caído en ese juego sucio, no se ha dejado provocar y ha sostenido la bandera que siempre ha sostenido en alto: La paz, la conciliación y la tolerancia. Sin perder la compostura un hombre como Timoleón Jiménez, que le cabe perfectamente el país en su cabeza, ha venido haciendo ingentes esfuerzos por bajarle el tono agresivo de la derecha y la extrema derecha. En sus ruedas de prensa ha sido ponderado, sensato, prudente, conciliador.
Recientemente afirmó: “Yo he tenido encuentros con personas del Centro Democrático, uribistas de pura sangre, y hemos tenido intercambios bien interesantes; incluso, al despedirnos, siempre me dicen: “Nos llevamos una imagen completamente distinta de ustedes”.
Quienes toda la vida hemos sido de la base. Es decir, pueblo, sabemos que él como tal no actúa así. El pueblo es culto, prudente, respetuoso y tolerante. Prueba de ello, es que lleva 200 años esperando que la burguesía cambie y sea justa con él, ha recibido los peores vejámenes, mentiras, crímenes, violencia, desprecio, etc. Sin embargo, se mantiene ahí pacientemente.
Los medios masivos de comunicación se prestan en su gran mayoría para crear ese ambiente de miedo y de terror. Mienten. Tratan de hacer creer que es que el pueblo rechaza al partido Farc, que los que han salido a protestar son gente buena y cuerda. Falso. El pueblo sabe que la guerrilla fue el ejército del pueblo. En segundo lugar, lo que han salido son gentes pagas, drogadas y lumpen que no saben de dónde vienen, qué hacen y mucho menos para dónde van. Les da lo mismo caer que quedar colgando, como dice el adagio popular. Es una minoría exigua.
Ante estos hechos vandálicos, organizados por la derecha y extrema derecha, el pueblo debe salir masivamente a votar por los candidatos de izquierda y decentes. Construir un proyecto distinto, un proyecto de vida, paz y sosiego para todos y todas. No podemos ni ser indiferentes, ni masoquistas de votar por los mismos con las mismas.
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